El primer paso para controlar el pensamiento y la libre expresión de las personas es instalar filtros. Cuando los filtros no funcionan, se hacen leyes de censura. Y cuando las leyes de censura, oh ¿sorpresa?, tampoco funcionan, se prohíben los esquemas de cifrado de comunicaciones.
Y exactamente esto es lo que planean hacer en Pakistán. Cuando el uso de servicios de Red Privada Virtual (VPN en inglés) ha aumentado para rodear las restricciones existentes, el Estado Pakistaní ha empezado a estudiar la reforma de su ley de telecomunicaciones, para prohibir cualquier tipo de cifrado en las comunicaciones de sus ciudadanos.
Ni VPN, ni HTTPS, ni nada de nada. Todo en abierto, vía libre para los espías del gobierno, o para las operadoras, que estarán obligadas a espiar a sus clientes.
¿Cuantos lectores de Nación Red han mandado cartas o postales? Dependiendo de la franja de edad, seguramente bastante pocos. Básicamente, la diferencia entre una carta y una postal, es que la ultima contiene texto banal. “Mucho calor pero todo muy bonito. Besitos, Papá y Mamá”. Por el contrario, las cartas llevan, o llevaban, cosas más personales.
Por eso las cartas van en un sobre cerrado, y las postales, por lo general, ‘en abierto’. Pero como decía Phil Zimmerman, creador de Pretty Good Privacy (PGP), “Es personal. Es privado. Y no le importa a nadie, más que a ti.“
Zimmerman saboreó las delicias del Estado Norte-Americano cuando en los 90 lanzó la prohibición de exportar tecnología criptográfica. Había creado PGP para la comunidad libertaria, y al final se convirtió en un estándar de facto para todo tipo de activistas y defensores de la libertad de comunicación.
El problema es que, debido a la prohibición de exportar tecnología de cifrado, PGP vio cómo le cortaban las alas para salir fuera del país. Pero salió. En vez de mandar un fichero electrónico y enfrentarse a un tribunal federal que podía acusarle de facilitar herramientas a grupos terroristas, Zimmerman imprimió el código fuente entero de PGP en un libro, usando una tipografía especial para ser escaneada mediante OCR.
Cuando el libro físico llegó a Europa, simplemente hizo falta escanearlo y compilar el código. Y así es como se demuestra que las leyes de censura, a la larga, no funcionan.
Es más, si se empieza a ilegalizar la tecnología que hace posible el cifrado de comunicaciones, surgirán dos problemas. El primero, que las personas empezarán a desarrollar, o volverán a usar, sistemas de cifrado ‘analógicos’, usando claves personales. Sistema bastante más lento, pero entretenido.
El segundo problema, más peligroso, es que si se ilegaliza el cifrado, los que estén fuera de la ley, como por ejemplo los terroristas de verdad, narcos y demás, seguirán teniendo acceso a la misma, pero los ciudadanos quedarán a merced tanto de ellos, como de los que supuestamente deberían defenderles: los Estados.
O que se piensan, ¿que por el mero hecho que se prohíba cierta cosa, los malos van a dejar de usarla?
Si la privacidad está fuera de la ley, sólo los que están fuera de la ley tendrán privacidad. Las agencias de inteligencia tienen acceso a una buena tecnología criptográfica. Así como los grandes traficantes de armas y de drogas. También los contratistas de defensa, las compañías petrolíferas y otras corporaciones gigantes. Pero la mayoría de la gente corriente, y de las organizaciones políticas de la oposición no tenían acceso a tecnología criptográfica militar de clave pública. Hasta ahora. – Phil Zimmerman
Al final, seguiremos intentando sobrepasar filtros, leyes y restricciones. Y lo conseguiremos, mientras seguimos a la espera que o bien los Estados se den cuenta que es completamente imposible vigilarnos a todos, o que por el contrario, más gente se de cuenta de lo peligroso que es un Estado omnipotente, y que por lo tanto deben limitarse sus funciones, especialmente en los niveles de intervención en las comunicaciones.
Si nos cortan Internet, siempre podemos usar palomas mensajeras…
Vía | Techdirt
Foto | Carolyn Tiry