Una colaboración de Francisco de Sales es el creador de la web www.buscandome.es
En mi opinión, y en la de muchas otras personas que han estudiado esto, con la educación que nos dan en la infancia vamos formando un modelo o un personaje que trata de dar satisfacciones a los otros –para ser aceptados y valorados-, o vamos formando un personaje que cumple el estereotipo que nuestros padres han diseñado para nosotros -sin contar con nosotros, por supuesto-, o uno que se considera que es apropiado para vivir en esta vida, y, en muchas ocasiones, dejamos de fomentar ser nosotros mismos para ser quien se espera que seamos.
Todo esto es inconsciente, por supuesto, y se hace en una edad en la que uno no sabe quién es de verdad –cosa que averiguaría saliéndose del personaje que está creando, pero todavía es pronto para eso-, ni es consciente de que por estar siendo quien desean los otros está pagando el precio de dejar de ser él. O sea, no ser él mismo.
Uno vive entonces siendo un personaje central, más o menos uniforme, que a su vez se subdivide en diferentes personajes que van cambiando en función de con quién se encuentre en cada momento, o quien tenga que ser para satisfacer al otro y cumplir sus expectativas.
Si uno se observara a lo largo del día -saliéndose de sí mismo- podría comprobar cómo va cambiando de actitud, de estado, de humor, o de carácter.
Podría comprobar las diferentes caretas que se va poniendo y quitando a lo largo del día, y los diferentes personajes que encarna.
Y esto no es malo cuando se hace consciente y naturalmente. Uno puede ser –y debe ser- él mismo cuando es un padre amoroso, una esposa fogosa, un hijo atento, una dependienta amable, un cristiano fervoroso, y en muchas otras diferentes facetas que tiene que vivir su auténtico Yo Mismo.
Y uno también puede dejar de ser un poco él mismo, pero si es durante un tiempo y siendo consciente de ello. Por ejemplo, si eres un dependiente, viene un cliente pesado o desagradable y la norma de tu empresa es: “el cliente siempre tiene la razón”. Aunque no estés de acuerdo, tendrás que atenderle bien y darle la razón. Pero no eres tú quien le da la razón, sino el dependiente eficiente que tiene que mantener ese puesto de trabajo. El personaje denominado “dependiente”.
Tú no has renunciado en ese momento a ser tú mismo, sino que durante un tiempo –y sin dejar de ser tú mismo- has sido exclusivamente el dependiente.
Esto mismo les pasa a los actores. Llegan al teatro siendo ellos mismos, se visten, se maquillan, y durante un tiempo son un personaje y son conscientes de estar interpretando un personaje; cuando regresan al camerino, se desmaquillan y dejan al personaje colgado en la percha para seguir siendo ellos mismos.
Lo mismo que pasa esto, puede pasar exactamente lo contrario. O sea, inventarse un personaje que no eres tú en realidad, que está por encima de tus posibilidades y tu verdad, que es pura ficción, pero que se atreve a hacer o decir lo que tú, siendo tú, no te atreves a hacer o decir. Una especie de Súper Yo. Es un truco que puede ser útil a veces, pero con el que hay que tener cuidado para no acabar creyendo que uno es distinto de quien realmente es.
Lo interesante de verdad es lograr averiguar quién es Uno Mismo, fomentar ese Uno Mismo, y serlo a todas horas para ser natural y verdadero. Aunque a los otros les cueste comprenderlo y aceptarlo.
No se deben interpretar mil personajes distintos porque se corre el riesgo de darse cuenta en algún momento de que ya no se sabe quién es uno realmente de entre todos ellos.
Al margen de que eso requiere un esfuerzo extraordinario.
Ser Uno Mismo. La típica tópica frase.
¿Quién soy? No lo sé.
¿Quién intuyo que soy? Ahora es más fácil la respuesta.
¿Cómo me gustaría ser? Sobre esta ya se puede trabajar de un modo menos mental y se puede realizar.
No se trata de “cambiar” –porque estarías cambiando un modelo de ser por otro modelo de ser-; se trata de descubrir quién eres para fomentarlo y ser asiduamente quien realmente eres.
Quien vayas a ser a partir de que lo decidas–que será quien eres en realidad pero no siempre te atreves a ser- se tiene que acercar mucho mucho mucho a quien realmente eres, porque si no es así estarás creando un personaje nuevo y distinto y ya sabes lo que eso implica.
Se trata de fomentar y expresar la cosas buenas que tienes, mostrar tus cualidades, manifestar el amor y los sentimientos nobles, tratar o cuidar a los otros como te gustaría que te cuidaran o trataran a ti; hacer todo aquello que te proporcione paz o un sentimiento agradable de estar a gusto, de sentirte satisfecho y orgulloso de ti, y no tener que seguir escuchando la voz de la conciencia reclamándote, no tener que volver a sentir una desazón indescifrable, una rabia contra ti mismo por no ser auténticamente tú.
Esa rabia, exasperación, incertidumbre, rabieta, desesperación, inquietud, lo que tú sientas… se puede aplacar hasta hacerla desaparecer simplemente siendo Uno Mismo. Siendo Tú Mismo.
Averigua quién eres y atrévete a serlo.
Te dejo con tus reflexiones…
Puede que nos falte arrojo y estemos más cómodos aquí y ahora…