La época en la que los bancos manejaban el grueso de las transferencias internacionales de dinero, cobrando generosamente por sus servicios, parece estar llegando a su fin.
Desde la crisis financiera del 2008 cada vez hay más nuevas compañías que les disputan el mercado de los giros a los actores tradicionales.
Y si la tecnología es su arma, los costos del servicio son el campo de batalla.
Según la empresa de transferencias electrónicas TransferWise, por ejemplo, bancos y empresas especializadas como Western Union y MoneyGram cobran tarifas de entre el 5% y el 8% por enviar dinero al extranjero, a menudo escondiendo sus cobros en la tasa de cambio.
Mientras que ellos sólo cobran el 0,5% de la suma convertida, lo que puede llegar a representar un ahorro de entre US$100 y US$150 por una transferencia internacional de US$5.000.
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«Simple y transparente»
Fundada por dos emprendedores estonios, Taavet Hinrikus y Kristo Kaarman, TransferWise lo consigue con las denominadas transferencias «de igual a igual».
Para ello hacen coincidir envíos de dinero que van en direcciones opuestas.
Es decir que uno le termina comprando su moneda, en el país de destino, a los usuarios interesados en enviar dinero donde uno está.
«No entendíamos por qué enviar dinero al extranjero tenía que ser tan costoso», explica Hinrikus, quien fue uno de los primeros empleados de Skype.
«Y con nosotros lo importante es la transparencia. Elegimos un tipo de cambio promedio para hacer nuestras transferencias», le dijo a la BBC.
La simplicidad también ha sido clave para una empresa que ha transferido casi US$4.500 millones desde 2011 a la fecha.
«Los bancos son muy malos construyendo productos centrados en los consumidores. Pero la gente quiere sistemas tan sencillos como Skype, que nosotros conocemos bien», afirma Hinrikus.
«Y hemos estado trabajando en este sistema por cuatro años y es una obra de arte», dice de TransferWise, el que actualmente cubre más de 300 «rutas de divisas», incluyendo varias a y desde los EE.UU.
El servicio, sin embargo, no ofrece la opción de recibir el dinero en efectivo, como hacen muchos rivales, empezando por la empresa líder del sector: Western Union, con sus más de 500.000 agentes y oficinas a nivel mundial.
«Somos una compañía de tecnología, no un banco», explica Hinrikus. «Y también creemos que el futuro del dinero es digital».
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Dinero digital
De hecho, la compañía espera que en los países en vías de desarrollo la mayoría de los receptores de dinero cada vez recibirán más transferencias en sus teléfonos celulares u online.
Y si bien TransferWise tiene la ventaja de un financiamiento de US$91 millones del cofundador de PayPal, Peter Thiel, y el apoyo de Richard Branson, el fundador de Virgin, no es la única empresa que se está abriendo paso en este lucrativo mercado, como demuestran los casos de compañías como Azimo y CurrencyFair.
Ambas compañías de transferencias ofrecen servicios tremendamente simples, en varios mercados, y cobran muy poco por los mismos.
«Vimos como el uso de la tecnología estaba cambiando», dice el fundador de Azimo Michael Kent.
«La gente estaba usando cada vez más teléfonos inteligentes y manteniéndose en contacto vía Facebook y Skype. Y entendimos que los servicios financieros también iban a tener que cambiar».
Azimo empezó enfocándose en mercados como Polonia, Europa del Este y las Filipinas, pero ahora se está expandiendo hacia África y América Latina.
Y, según Kent, han entendido que la forma en la a la gente le gusta recibir su dinero es algo cultural.
«En África enviamos dinero vía M-Pesa (un sistema de pagos vía celular), pero en América Latina prefieren el efectivo, aunque también pagamos directamente a cuentas bancarias», le dice a la BBC.
La tecnología detrás
Las comisiones que cobra Azimo son supremamente bajas pero la clave está en las tasas de cambio empleadas, lo que dificulta las comparaciones con otros servicios.
Pero ciertamente ofrecen una alternativa más económica que los bancos y otros actores tradicionales.
Y el uso cada vez más frecuente de las llamadas «billeteras digitales» –transferencias de celular a celular– también han permitido el despegue de empresas como WorldRemit.
«Hacemos más transferencias a servicios móviles que nadie en el mundo», dice su fundador Ismail Ahmed.
«El servicio no es muy común en occidente, pero actualmente hay 259 en funcionamiento en todo el mundo, la mitad de ellos en África», asegura Ahmed, quien estima en 100 millones el número de usuarios de estas «billeteras digitales».
Y su número seguirá creciendo junto con la penetración de la telefonía celular.
Pero, además de los celulares, ¿cuáles son las tecnologías que han estado haciendo posible estas transformaciones?
La más evidente de todas es internet, que permite una relación directa con los consumidores sin tener que abrir costosas oficinas ni redes de sucursales.
Pero también está la «plomería» no visible a simple vista, como Currency Cloud, que les permite a pequeñas compañías acceder fácilmente a los gigantescos mercados de divisas globales, que manejan más de US$5 billones de transacciones al día.
Y la popularidad de las aplicaciones para teléfonos inteligentes es sin duda la cereza sobre el pastel.
No todo, sin embargo, es perfecto: según Kent las transferencias «de igual a igual», como las de TransferWise, solo funcionan bien cuando los flujos de dinero entre países son más o menos equivalentes.
Y queda por verse si estas pequeñas compañías en realidad pueden llegar a amenazar a empresas como Western Union, que transfiere más de US$80.000 millones por año.
Aunque un pedazo pequeño de un pastel gigante seguramente es mejor que nada.
Y lo mejor de todo es que los usuarios pueden ahorrar.
No puedo imaginar billetes saliendo de la pantalla del ordenador o de un teléfono móvil. Bancos o nuevas compañías, el dinero es contaminante. Menos mal que no tengo dinero que transferir.
Prefiero las monedas y los billetes. De hecho ni siquiera uso tarjetas de crédito.
Si el dinero ya es de por sí algo ficticio, reducirlo a números en una pantalla, lo vuelve absolutamente surrealista.