Una colaboración de Adriana Babè

El prestigioso psiquiatra y periodista nos muestra con la voz de la conciencia que en la cultura egipcia todavía quedan muchos misterios que nadie puede explicar. Según dice, «podrían llenarse volúmenes enteros con todas las preguntas que hay pendientes de respuesta, sobre todo en lo que se refiere a las primeras dinastías, que fueron pródigas en soluciones tecnológicas y científicas que hoy resultan inaceptables desde el punto de visto arqueológico».

Parece que las primeras dinastías tuvieron acceso a un conocimiento asombroso que luego perdieron, como si en Egipto hubieran arrancado con unos grandes conocimientos científicos y técnicos, y luego los hubieran ido olvidando poco a poco. El ejemplo más espectacular de esta involución es la obra imposible, la Gran Pirámide. Sus constructores debieron poseer unos profundos conocimientos de matemáticas y modernos recursos tecnológicos, ya que tuvieron que utilizar máquinas y unos instrumentos ópticos de medición tan avanzados como los actuales. Según Jiménez del Oso, «cualquiera que sostenga que la orientación y las medidas de la Gran Pirámide fueron realizadas a ojo desnudo y con cuerdas, no sabe de lo que está hablando».

En el documental se especula incluso con la posibilidad de que en el Antiguo Egipto pudieron conocer un método para ablandar la piedra. Por la forma en que están cortados algunos bloques de granito, Jiménez del Oso se pregunta si los constructores de las pirámides no serían químicos en vez de canteros. Porque las evidencias arqueológicas dicen una cosa y las evidencias tecnológicas otra muy distinta.