Tras la cristianización, los gigantes fueron olvidados. Cuenta la leyenda que cuando los gigantes vieron una luz brillante en el cielo, fueron directamente al hombre más viejo y sabio, el cual avistó el nacimiento de «Kixmi» (Cristo en antiguo vascón), y proclamó el fin de su raza de inmediato y todos los gigantes y se tiraron por el un precipicio junto con el sabio.
Por otra parte está Tartalo; es un cíclope antropomorfo, gigantesco, con un solo ojo en medio de la frente. Su tamaño es descomunal al igual que su fuerza, y su entretenimiento favorito es tirar piedras de un monte a otro. Cuenta la leyenda, que debido a esto se crearon varias construcciones existentes hoy en día. Al contrario que otros personajes también gigantes, como los «Jentilak», Tartalo esperverso, de instintos salvajes y muy agresivo. Se alimenta de niños e incluso adultos de vez en cuando. Se cree que habitaba en el monte Saadar en Zegama(Gipuzkoa) donde hay un dolmen llamado Tartaloetxea (casa de Tartalo). Tartalo era poseedor de un anillo mágico que le servía para controlar a sus presas, ya que al grito de «Non hago?» (¿Dónde estas?) por parte de Tartalo, el anillo respondía «Hemen nago, hemen nago» (Aquí estoy, aquí estoy).
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