―Dices que el testigo está separado y que observa todo lo que sucede en la conciencia, pero me da la impresión de que tanto el observador como lo observado surgen juntos y por lo tanto no están separados.
―Da esa impresión porque hablas del testigo fenoménico o personal. El testigo al que apunto es el testigo puro, que es impersonal y permanece inalterado tanto por la experiencia como por el que experimenta. El testigo puro está más allá de la mente y por ello no puede surgir en la mente. Es más bien al revés. La mente surge en el interior del testigo puro. Este testigo personal del que hablas sólo es otro aspecto de la mente.
―¿Cómo puedo asentarme más en ese estado puro?
―¡»Tú» no puedes asentarte en eso! Desde el principio estás cometiendo el error de identificarte erróneamente a ti mismo con una entidad «yo» autónoma. Esta idea de «yo» sólo es un pensamiento que aparece en y como mente. Y un pensamiento no puede esforzarse por convertirse en no-pensamiento, que es lo que implica tu pregunta.
«Tú» como entidad independiente no eres más que un concepto. Y lo que haces es sugerir que este concepto puede hacer un esfuerzo para convertirse en lo absoluto, en la realidad natural, sin esfuerzo. Tú sólo puedes ser eso. El estado puro del que hablas es tu propio Ser. ¡Tú eres eso! Esta comprensión y este reconocimiento deben estar firmemente asentados interiormente. Entonces conocerás la verdad espontáneamente.
―Así pues, ¿no hay nada que yo pueda hacer para ser eso? No tengo claro si debo sentirme totalmente desesperado o aliviado ante lo que acabas de decir.
―¿Quién se siente aliviado o desesperado? Por favor dedica unos momentos ahora mismo a aclararte en este sentido. Mira en tu interior; remóntate al origen de la pregunta. Sin prisas. Empieza serenándote y observa la respuesta interior a esta pregunta. Volvamos sobre ello: ¿Quién se siente aliviado o desesperado?
―En algún lugar en el interior de mi pecho tengo una intensa sensación de desasosiego.
―Así pues hay una sensación interior presente que interpretas como de desesperación. ¿Qué ocurre si no te identificas o juzgas la sensación, sino que en lugar de ello permites que esté ahí? Ahora estás dirigiendo tu atención hacia la sensación y dándole importancia. Pero ahora te pido que devuelvas la atención hacia lo que es consciente de la sensación. Desconecta la tendencia de salir fuera hacia la experiencia. Permanece como la propia conciencia.
―No pasa nada.
―¡Exacto! No pasa nada. Para que un acontecimiento sea experimentado hay que salir a la región de la actividad corpóreomental ¿Existe alguna sensación de decepción en respuesta a este hallazgo? ¿Te das cuenta de que estás esperando a ver qué sucede a continuación?
―Me has leído la mente.
―Para una continuación se requiere la mente. Continuación sugiere que la atención está buscando pasado, futuro, actividades, sensaciones y pensamientos. Todo ello se percibe y se le concede una realidad con la mente. Y la mente a su vez también se percibe como actividad intencional o sin intención. No te identifiques con lo visto; sé el último testigo dentro del cual todo sucede. Ten cuidado y no crees tampoco ninguna imagen de este testigo, pues también sería una creación de la mente. Mira sin interpretar ni imaginar y quedará sólo silencio, sólo espacio.
―Cuando estoy en el satsang…
―Eso también es un pensamiento. En el momento en que entras en contacto con ese pensamiento, el satsang entra en el tiempo y la mente lo toma como rehén. En realidad, el satsang es sólo el espejo del Ser. ¿Y cuándo no eres tu ser? Mediante el hábito, tu atención, con la cual tu conciencia se identifica de manera natural, está siempre en continuo movimiento, buscando objetos, y rara vez descansa en su fuente. Cuando la atención sale hacia los objetos, como pensamientos y sensaciones, se convierte en no-atención. Cuando la atención permanece en la fuente, entonces es verdadera atención. Esta atención irá fundiéndose gradualmente con la fuente, siendo una con ella y convirtiéndose en sinónimo de la fuente, que está más allá de la atención y la no-atención. Es anónima y sin forma. ¡Sé eso!
―¿Estás siempre en ese estado?
―Sí, permanezco como eso, sin esfuerzo y de forma natural. Pero por favor comprende que no hay ninguna entidad que alcance y permanezca en este estado natural. Tú ya lo eres. Es lo que somos. Comprender esto, con un corazón y una mente puros, equivale a ver íntimamente o a la experiencia directa, y esto es todo lo que se requiere. El resto es ilusión. Te lo digo claramente porque mantienes muchas dudas.
―Las dudas también deben ser una ilusión.
―Sí, y también el que duda. [Risas]