La desigualdad es, quizá junto con las amenazas medioambientales, el fenómeno que más daño hace a la actualidad humana. Los nefastos efectos que impone esta condición está asociado a muchos de los mayores males que hoy nos aquejan. A principios del año pasado se publicó un reporte de Oxfam, Working for the Few” (Trabajando para unos pocos), que advertía lo siguiente:
La extrema desigualdad económica es lastimosa y preocupante por múltiples razones: es moralmente cuestionable; puede tener un impacto negativo en el crecimiento económico y en la reducción de la pobreza; y puede multiplicar las problemáticas sociales […] En muchos países preocupa el pernicioso impacto que la concentración de riqueza pueda tener para la equidad de representación política. Cuando la riqueza se apropia de la creación de políticas gubernamentales, entonces las reglas tienden a favorecer a los ricos, generalmente a costa del resto de la población.
Lo anterior explica el por qué la desigualdad, a pesar de ser flagrantemente dañina y que lleva décadas señalándose, tiene hoy más vigencia que nunca. Las políticas públicas, los gobiernos, siguen favoreciendo a las grandes riquezas a costa del bien de la población (a cambio de beneficios económicos).
3 recursos contra la desigualdad
Es raro, aunque por fortuna cada vez menos, ver a las mentes más prestigiadas del planeta trabajar genuinamente a favor del bien común. Por eso cuando, por ejemplo, un economista que ha sido reconocido con el Premio Nobel se aboca a proponer soluciones para transformar uno de los aspectos más obscenos del actual sistema financiero, la desigualdad, es algo que en principio debe celebrarse –y después tomarse a consideración con seriedad–.
En su libro más reciente, The Great Divide: Unequal Societies and What We Can Do About Them, Stiglitz trasciende la denuncia para proponer tres pasos en concreto que podrían efectivamente diluir la desigualdad económica en Estados Unidos, y que parecen perfectamente replicables en otros lugares:
1. Reformar el sistema fiscal para, a grandes rasgos, garantizar que en realidad los que tienen más, mucho más, aporten contribuciones mucho mayores (este es uno de los grandes absurdos de la actualidad, los que más dinero producen generalmente pagan muy poco).
2. Analizar la estructura básica del sistema económico para entender con claridad por que este modelo, y las leyes, favorecen la actual situación: “La forma en que funciona nuestra economía que genera tal desigualdad”. Y aquí se remite a la gobernanza corporativa, que promueve el acumulamiento de ganancias para las elites que controlan dicho corporaciones, directamente en detrimento de la inversión y los salarios.
3. Finalmente propone igualar las facilidades educativas entre los que más riquezas poseen y los más desfavorecidos. “Incluso gastamos más dinero en la escuela pública para los hijos de los ricos que en la de los pobres […] Estamos transmitiendo ventajas y desventajas a través de generaciones, y este es el principal factor en la creación de desigualdad de oportunidades”.
http://pijamasurf.com/2015/04/el-nobel-de-economia-joseph-stiglitz-propone-3-pasos-para-eliminar-la-desigualdad/
La extrema desigualdad y sus atroces efectos sociales es una más de las muchas abominaciones ante las cuales las y los ciudadanos estamos maniatados, impotentes, en democracia representativa. Solución múltiple: Participación ciudadana en la toma de decisiones de estado importantes, democracia directa.
No le dejarán poner sus ideas en práctica…