Nosotros quisimos Ser famosos, Nuestros Hijos Sonaran con la privacidad

social broad

Una de las razones por las cuales las redes sociales han sido tan fácilmente adoptadas por las masas es que capitalizan nuestro deseo de ser populares y de poder medir esa popularidad (o una forma de afecto estadístico: likes o followers). Nos someten a una tácita relación mercantil de la amistad o de la influencia. Ante esto, nos resulta menor tener que renunciar a nuestra privacidad.

Mark Pesce, uno de los grandes conocedores de internet y las nuevas tecnologías, pieza vital en el temprano desarrollo de la realidad virtual, cree que estamos cruzando un nuevo umbral. Se trata del social broadcasting o la transmisión masiva de videos en smartphones que, al parecer, por fin ha llegado a su masa crítica y está siendo adoptada por millones de personas.

En la famosa conferencia interactiva de SxSW el último gran ganador fue Meerkat, una app que permite que cualquiera transmita video directamente desde su smartphone (al tiempo que puedes publicar un tweet diciéndole a tus seguidores que vean tu transmisión). Twitter reaccionó instantáneamente y lanzó Periscope, una app que hace lo mismo que Meerkat. Pesce nota que ninguna de estas apps es muy diferente de lo que ya existía (cosas como Live Stream, etc.), pero las cosas han cambiado.

Tiene que ver con que ya estamos acostumbrados a ver videos en nuestros smartphones  –y probablemente, también a que cada vez se incrementa la velocidad de conexión y cada vez bajamos más la guardia sobre lo que es invasivo o atenta contra la privacidad.

Pesce cree que aunque los dueños de los conciertos de música intenten prohibir esta tecnología, a la larga no lo lograrán. Y los eventos en vivo se convertirán más en “destinos… cuya razón de ser será cumplir con las necesidades de la base de fans más fiel”.

Hay un punto importante a considerar, cuando todos estamos grabando nuestras vidas en video y compartiéndolas en tiempo real. Pesce hace la siguiente observación:

Transmitir [broadcasting] cualquier cosa cambia su calidad… la vigilancia te obliga a sobre-pensar tus actos. Te imaginas la mente del otro, juzgando y observando.

Un policía confrontado con este social broadcasting modifica su comportamiento para conformase a las expectativas del público. Un hombre de negocios se protege más, los políticos se vuelven hasta más paranoicos. Los amigos se vuelven tímidos.

Esto no es el simple miedo del micrófono. Todos hemos visto suficientes ejemplos de individuos que arruinaron sus vidas con un tuit intempestivo o con una grabación para saber que cuando alguien está grabando cerca de nosotros, todo el mundo es un escenario.

Habremos interiorizado al policía, al espía, al intruso. Pesce advierte que al principio nos parecerá un poco raro, pero poco después nos acostumbraremos y luego lo ignoraremos. Esto es algo que ya está pasando. Pero hay algo aterrador: “Eventualmente el social broadcasting podrá activarse por default en nuestros smartphones –de la misma forma que los servicios de locación ya lo hacen– y estará transmitiendo invisiblemente todo lo que sucede a nuestro alrededor hasta que le digamos que no lo haga”.

Cuando esto suceda, también se incrementará el deseo casi clandestino, en los márgenes sociales, por “espacios negros” de desconexión. “Mientras que una generación soñó con ser famosa, nuestros hijos tendrán fantasías de privacidad, mundos en los que sus propios pensamientos se mantengan felizmente desapercibidos”.

http://pijamasurf.com/2015/04/nosotros-quisimos-ser-famosos-nuestros-hijos-sonaran-con-la-privacidad/

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