Lo describen como «un juego de ping pong humano» en el Océano Índico: cientos de migrantes de Bangladesh y Birmania están varados en el mar porque Tailandia, Malasia e Indonesia se rehúsan a dejarlos desembarcar.
El viernes, unos 700 migrantes fueron rescatados cerca de la costa de Indonesia cuando la embarcación en que viajaban comenzó a hundirse.
Pero se informó que otras dos embarcaciones con cientos de personas a bordo están a la deriva en esa región del Mar de Andamán.
Una fue devuelta por la marina indonesia. La otra fue remolcada por las autoridades tailandesas para sacarla de sus aguas.
La organización Human Rights Watch (HRW) está pidiendo poner fin a este «juego letal» y permitir a los navegantes que desembarquen para ofrecerles ayuda «que necesitan desesperadamente».
HRW asegura que puede haber hasta 8.000 personas a la deriva en esa zona del mar de Andamán, luchando por desembarcar.
La mayoría de ellos, según se informa, son musulmanes rohingyas que están huyendo de Birmania y que no pueden regresar a ese país porque no son reconocidos como ciudadanos.
¿Por qué estalló la crisis?
«Hay una sola razón» le explicó a la BBC el analista Chris Lewa. «Los musulmanes (rohingya) del estado de Rakhine, en el occidente de Birmania, enfrentan una opresión tan extrema que sienten que no tienen otra opción más que salir del país. En muchos casos tienen que hacerlo por cualquier medio».
La discriminación se remonta a la independencia de Birmania de Reino Unido, dicen los corresponsales. Pero está más generalizada en Rakhine, donde cerca de un millón de rohingyas dicen que están enfrentando una intensa hostilidad de la mayoría budista.
Los rohinhyas aseguran que son víctimas de una política oficial de segregación que los ha forzado al margen de una región que ya es pobre.
Los gobiernos sucesivos de Birmania, incluidos los más reformistas de años de recientes, argumentan que los rehingyas no son un grupo étnico genuino y que en realidad son migrantes bangladesis que quedaron de los tiempos coloniales.
En los últimos tres años, más de 120.000 rohingyas han abordado barcos para huir a otros países, según la agencia de refugiados de la ONU.
Debido a que muchos no han logrado encontrar un país dispuesto a aceptarlos, se han visto envueltos en un «juego de ping-pong» en el sureste de Asia sin poder encontrar un hogar permanente.
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¿Cuál es la actitud de los países de la región hacia los rohingyas?
«Extremadamente desagradable», dice el analista Chris Lewa.
«A diferencia de países europeos, que al menos están haciendo un esfuerzo para evitar que los migrantes norafricanos se ahoguen en el Mediterráneo, los vecinos de Birmania son renuentes a ofrecer ayuda».
- Tailandia: La Marina de este país asegura que ha ayudado a las embarcaciones con migrantes que están en sus aguas, e indicó que podría estar dispuesta a permitir el establecimiento de campamentos de refugiados en sus costas. Pero no desea colonos permanentes. Y pocos rohingyas quieren establecerse en el país, incluso si la alternativa es permanecer en barcos abarrotados.
- Malasia: Este es el destino favorito de la mayoría de los migrantes rohingyas, especialmente porque es predominantemente musulmana y le hacen falta trabajadores no calificados. Pero Malasia ha dejado en claro que no aceptará barcos llenos de migrantes y ordenó a su Marina regresarlos.
- Bangladesh: Durante los pasados 20 años este país se ha visto sometido a un influjo de rohingyas, en ocasiones les ha permitido vivir en campamentos en su frontera del sureste y otras veces los ha regresado a Birmania. Se calcula que actualmente hay 200.000 rohingyas viviendo en campamentos de refugiados, muchos en condiciones miserables.
- Indonesia: Igual que Malasia, este es un país musulmán e igual que Malasia ha dejado en claro que los rohingyas no son bienvenidos. Su Marina ha rechazado embarcaciones cargadas de migrantes. El gobierno advirtió que un grupo de ellos que llegaron a la costa a principios de mayo podrían ser expulsados.
¿De quién es responsabilidad asegurarse de que los refugiados están alimentados?
La mayoría de las agencias de ayuda y ONGs están de acuerdo en que países como Tailandia, Malasia e Indonesia tienen un imperativo moral -si no es que un requisito legal- de hacerse responsables si los refugiados están en sus aguas territoriales.
Aunque estos países han hecho esfuerzos para ofrecer ayuda a los rohingyas, Chris Lewa argumenta que ninguno se ha comprometido activamente en operaciones de búsqueda y rescate en las áreas más cercanas a sus litorales.
Expertos legales aseguran que algunos países no están dispuestos a actuar porque al hacerlo incrementan las probabilidades de que exponerse al principio de no devolución, con el cual los refugiados no pueden ser regresados a la fuerza a lugares donde su vida y libertad podrían verse amenazadas.
Este mes el secretario general de la ONU Ban Ki Moon urgió a los gobiernos en la región a recordar su obligación de mantener sus fronteras y puertos abiertos a la gente abandonada en el mar para asegurar que «se mantiene la prohibición de la devolución».
¿Puede resolverse el problema de los rohingyas?
Según Chris Lewa, esto no ocurrirá «hasta que, o a menos que, la comunidad internacional presione a Birmania para que mejorar la vida de la comunidad rohingya».
«Porque eventualmente es sólo Birmania la que puede resolver este problema», agrega.
Los críticos aseguran que lo que está ocurriendo ahora es, de muchas formas, el resultado de que los países del sureste asiático no han actuado decisivamente.
Argumentan que durante años estos países han ignorado silenciosamente la lucha de los rohingyas y el resultado es que ahora se encuentran a sí mismas envueltas en una crisis humanitaria cada vez más profunda.
Además, dicen los críticos, los países de la región han evitado discutir el asunto en conferencias regionales por temor a perturbar a Birmania.