Hace algunos meses, en el fervor veraniego del hemisferio sur, emergió la pregunta sobre la relación entre los aumentos de la temperatura y las ascendentes tasas de violencia. La repuesta la dio un grupo de investigadores norteamericanos: cuando el termómetro sube algunos grados por encima de la temperatura esperable en una región, las posibilidades de violencia interpersonal son hasta un 14 por ciento mayores.
Pero el calor no es el único culpable de este tipo de hechos. El frío también puede engrosar las agresiones en las estadísticas. Así es como lo muestra Bajo Cero, la serie de ID que analiza cómo algunos crímenes ocurren en hermosos lugares donde el termómetro marca temperaturas poco agradables para el ser humano.
Si quieres conocer esas historias, sigue de cerca la segunda temporada de la intrigante producción desde el 3 de septiembre, todos los miércoles a las 9PM en México; y a partir del 25, todos los jueves a las 11PM, en Colombia.
CÓMO NOS MOLDEAN LOS FACTORES NATURALES
El día puede estar soleado, nublado, despejado o lluvioso; podemos hacerle caso al refrán y ‘ponerle buena cara al mal tiempo’, de acuerdo a cuál sea nuestra preferencia, pero las condiciones climáticas terminarán afectando nuestro estado de ánimo o personalidad. Así es como lo ven los adeptos a la geopsicología, una disciplina incipiente, y aún informal, que analiza el comportamiento de las personas en función de las características de su entorno.
En un plano poco alegre, hay quienes sostienen que los índices de suicidios tienen relación directa con las estaciones del año. ¿Cómo es esto? Según datos ofrecidos por el Annanberg Public Policy Center de San Francisco, el pico de este tipo de casos se registra en el paso de la primavera al verano, porque la actividad laboral -y por lo tanto el estrés- tiende a aumentar con la vuelta del calor. Durante el otoño y el invierno, cuando el frío y la merma en los ritmos de vida pasan a primer plano, no priman los suicidios, pero sí ganan presencia la tristeza y el aislamiento.
EL LADO POSITIVO
Un equipo de la Universidad de Hamburgo encontró una posible relación entre el clima templado o moderado y el buen estado de ánimo. Su investigación apunta que las temperaturas templadas -ni muy frías ni muy calientes; tanto en invierno como en verano- promueven la realización de actividad física y la inversión del tiempo al aire libre, condiciones asociadas con el bienestar y bajos niveles de estrés.
Por otro lado, se considera que los climas extremos -en los que aparecen fenómenos meteorológicos como tormentas intensas, vendavales o sudestadas- pueden aumentar la empatía entre las personas. “Aunque existe la creencia de que los desastres naturales alientan la competencia y el egocentrismo, la realidad demuestra que las personas actúan con mayor altruismo en estas situaciones”, explicó la especialista en neurociencia Maia Szalavitz.
Así, nuestro instinto nos llevaría a responder ante situaciones de adversidad de forma empática con, por ejemplo, mayores propinas en restaurantes y bares, o donaciones para aquellos que menos tienen.
Si ves que tu humor o estado de ánimo dejan mucho que desear, revisa qué pasa en el cielo o cuánto mide el termómetro: ya sabes, puedes echarle la culpa al clima.
¿Cómo te afecta el clima? ¿Sientes que la temperatura modifica tu personalidad?