El grupo terorrista islamista concentra sus fuerzas en tomar el control de ríos y presas tanto en Siria como en Irak.
Un mapa publicado por el propio califato yihadista en julio de 2014 evidencia su intención de utilizar el agua como pie de playa para afianzar su control sobre nuevos territorios como Egipto, Etiopía o la región del Magreb.
Terrorista yihadista del Estado Islámico
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El agua se ha convertido en una de las armas más poderosas del Estado Islámico, que concentra sus fuerzas en tomar el control de ríos y presas tanto en Siria como en Irak. La eficacia de esta arma se ha multiplicado ante la incapacidad de los países árabes para llegar a acuerdos sobre cómo gestionar los periodos de escasez.
El presidente del Consejo Árabe del Agua, Mahmud Abú Zeid, ha advertido de esta utilización por parte de los yihadistas. «Es evidente que el Estado Islámico está intentando hacerse con los recursos hídricos árabes», ha afirmado en declaraciones al portal informativo y de análisis ‘Al Monitor’.
«El agua significa vida y la toma de estos recursos en los países árabes es muy grave, ya que supone un medio de presión inhumano», ha argumentado Abú Zeid.
Las regiones de Siria e Irak bajo control del Estado Islámico se abastecen fundamentalmente de los ríos Tigris y Éufrates, pero también hay un tercer actor implicado, Turquía, ya que las presas que controlan el caudal de estos dos ríos se encuentran en territorio turco.
El Estado Islámico controla la mayoría del curso alto de los ríos Tigris y Éufrates, de los que dependen la agricultura, la industria y el abastecimiento del agua potable de toda Irak y de gran parte de Siria. Por ello, Abú Zeid ha advertido de que el grupo yihadista podría provocar una grave crisis, mucho mayor que la ocasionada por el control del petróleo ya que «el agua es una cuestión de vida o muerte».
De hecho, según un informe del Centro de Estudios del Oriente Próximo, con sede en Beirut, el propio Estado Islámico considera que el control de ríos y presas es un arma más importante que el petróleo.
Más allá de Siria e Irak
Un mapa publicado por el propio califato yihadista en julio de 2014 evidencia su intención de utilizar el agua como pie de playa para afianzar su control sobre nuevos territorios como Egipto, Etiopía o la región del Magreb. El control de las fuentes del Nilo parece así fundamental para sus aspiraciones y la ‘baya’ o juramento de fidelidad del grupo nigeriano Boko Haram al califa del Estado Islámico en marzo de 2015 podría ser una herramienta clave en este sentido.
Ante esta estrategia a gran escala del Estado Islámico para hacerse con el control de los acuíferos sería necesaria una respuesta coordinada a nivel internacional. Hasta ahora, la única iniciativa similar es la puesta en marcha por la Liga Árabe en 2008 para fijar criterios sobre el uso y gestión del agua en periodos de crisis.
El proyecto ha alcanzado ya la fase definitiva, con un documento final ya redactado, pero son los propios Estados árabes los que plantean ahora reservas y dudas sobre lo pactado.
Abú Zeid ha explicado que la región árabe cuenta con menos del 7 por ciento de las reservas de agua dulce del mundo, y menos del 1 por ciento del agua de río, mientras que las lluvias están en torno al 2 por ciento de la media planetaria. Además, más del 60 por ciento del agua que se utiliza en los países árabes procede de países no árabes. De ahí la importancia de este recurso.
«El agua árabe está en grave peligro por el agravamiento de los conflictos del agua y por lo limitado de los recursos de agua potable. Sin embargo, la población sigue creciendo y la comida es cada vez más escasa, por lo que podría haber hambrunas para 2025 si no hacemos un esfuerzo coordinado», ha argumentado Abú Zeid.
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