Hace unos días, el gobierno de Estados Unidos reveló una lista de los libros que supuestamente encontraron los Navy Seals que irrumpieron en la casa de Abbotabad, Pakistán, en la que se escondía Osama Bin Laden. Cuatro años después de este suceso, que fue tan oportuno para Barack Obama en su campaña de reelección, se montó un micrositio dentro del sitio web del Departamento Nacional de Inteligencia en el que se nos permite mirar “el anaquel” de libros de Bin Laden, como si el gobierno estuviera complaciendo nuestra curiosidad inocentemente.
La lista de lectura de Osama Bin Laden se caracteriza por una franca predilección por lo que podemos llamar la narrativa de la conspiración mundial, tanto en el aspecto del atentado del 9-11 como del nuevo orden mundial y la supuesta existencia de un control monolítico de la humanidad. Podemos ver entre sus libros de cabecera los Illuminati Bloodlines de Fritz Sprimgmaier, un libro que documenta la supuesta existencia de 13 familias que controlan el planeta como una especie de despiadada realeza transnacional. Llama la atención también el libro New Pearl Harbor, que sostiene que los ataques de 11 de septiembre ocurrieron con la complicidad del gobierno de George W. Bush, algo que podría generar cierta disonancia cognitiva si no fuera carnada para fanáticos. Podemos destacar también un libro del ex policía Michael Ruppert, quien denunció a la CIA de controlar el negocio de las drogas, algo en el mismo tono a lo que el periodista Gary Webb reveló en el San Jose Mercury News, recientemente llevado al cine en la película Kill the Messenger; un libro sobre la Reserva Federal de Estados Unidos, que maneja la tesis de que esta organización es privada (controlada por algo similar a las 13 familias Iluminati, ¿quién más si no?); un texto sobre el programa de control mental de la CIA MK-Ultra (otra posible disonancia cognitiva ya que Bin Laden parece haber estado vinculado a otra operación encubierta de la CIA, la Operación Ciclón en Afganistán a principios de los 80); un libro de Chomsky sobre la política hegemónica de Estados Unidos; libros sobre la historia de la guerra, Al-Qaeda y en general sobre estrategia militar. El más extraño de todos o al menos el que más contrasta es el Secret Teachings of All Ages, de Manly. P. Hall (más sobre este libro después). La lista es todo lo que podemos esperar de un terrorista obsesionado, insanamante aislado del mundo, buscando justificar sus actos bajo una lógica delirante, pero con cierta cultura; tiene un poco de todo dentro de una cierta zona periférica y dentro del perfil del individuo que por todos lados se ve escorado por una gigantesca conspiración.
El New York Times escribe sobre la selección literaria de Bin Laden que parece ser el resultado de “su necesidad de confirmar sus propias creencias sobre la rapacidad y la corrupción (para tal vez justificar sus ataques terroristas)”. The Guardian no tardó en mofarse de la respuesta de incredulidad de los llamados “9-11 truthers” quienes, dice el diario inglés, “obviamente desestimaron la lista” porque Bin Laden “ha estado muerto por casi 14 años”. No nos meteremos aquí en ese debate bizantino y caliginoso sobre la autoría de los ataques del 11 de septiembre y la supuesta muerte previa de Bin Laden (cuyas imagen fue, al menos en una ocasión, víctima del mal photoshop de las agencias de inteligencia de EU). La Web es un pantano muy fértil para quien quiera atreverse a desentrañar esta madeja de desinformación, manipulación, conspiranoia, fanatismo, pareidolia política y religiosa y demás alucinaciones cognitivas. Lo que nos interesa aquí son los hechos recientes, si es que pueden ser analizados sin tener que remitirse al insoluble hilo laberíntico que ciertamente anula cualquier conclusión final.
La publicación del “librero de Osama Bin Laden” podría parecer un poco intempestiva, sino fuera porque hace un par de semanas el periodista ganador del Premio Pullitzer, Seymour Hersh, dio a conocer su investigación sobre la muerte de Bin Laden. Hersh cuestiona seriamente la versión oficial y sugiere que el heroico asesinato de Bin Laden por los Navy Seals no fue tal; Bin Laden habría sido delatado por un miembro de ISI en Pakistán que quería cobrar la recompensa. Según Hersh no se recabo información de la casa de Abbotabad (como la famosa colección de porno de Bin Laden, la cual, lamentablemente para los porno(herme)nautas, el gobierno de Estados Unidos se ha negado a revelar). Básicamente lo que Hersh dice es que se trató de un montaje dramatizado que benefició electoralmente a Obama y que luego, por supuesto, fue llevado al cine contribuyendo al aparato de entretenimento militar que alimenta la cultura estadounidense. Claro que podemos dudar también de la versión de Hersh en un regressus ad infinitum y enfrentarnos con otra nueva muñeca matryoshka en el centro de una conspiración interminable (y es que lo único cierto parece ser que en este caso la certidumbre es escasa o nula). Hay quien podría pensar que el gobierno filtró la lista de lecturas de Bin Laden en respuesta a este controversial trabajo periodístico. La estrategia en todo caso parece ser entre más desinformación mejor; a estas alturas desenredar los hilos de la telaraña fractal parece casi imposible.
En esta maraña de confusión y manipulación, no me atrevería a afirmar nada concluyente. Pero si tuviera que decir mi opinión (acaso obligado por un Navy Seal holográfico), me inclinaría a pensar que la lista de de Osama Bin Laden ha sido editada, es quizás un proyecto de curaduría de la CIA. Algo como esa nueva corriente de arte hoax o como ese viejo recurso de adoctrinamiento cultural (la propaganda al estilo americano: disfrazada de democracia y transparencia). Tenemos ejemplos de black ops similares. Las filtraciones de Snowden muestran que agencias de inteligencia suelen infiltrar blogs y foros en Internet para difundir teorías de la conspiración y promover desinformación estratégica. Tenemos también el caso del agente Richard Doty, quien aceptó haber infiltrado el mundo de la ufología y sembrado información falsa para que los entusiastas del fenómeno OVNI creyeran que el gobierno de Estados Unidos tenía conocimiento de la existencia de seres extraterrestres en el planeta. En un principio esto parece contraintuitivo, ¿para que querría el gobierno de Estados Unidos hacer pensar a los ciudadanos que ocultan información sobre OVNIs y extraterrestres? Algunas personas consideran que es una forma de proteger operaciones militares secretas; otras consideran que es una forma de mantener a las personas distraídas, una versión del viejo pan y circo. Quizás algo similar ocurre con el circo mediático de Bin Laden, que es usado como la cortina de humo favorita de las agencia de inteligencia de Estados Unidos. Quizás la conspiración más poderosa que existe es la de hacernos creer que existe una conspiración tan poderosa e intrincada que apenas podemos concebir el nivel de su alcance e interpenetración… y por lo tanto nos abruma y nos hace pensar que no tenemos control de nuestras vidas. Aunque tal vez vemos causas secretas y conexiones ocultas donde sólo hay caos y confusión interna y como diría Terence Mckenna “nadie tiene el control”. No creo que vayamos a saberlo pronto y seguramente es mejor dedicar nuestra energía a otras cosas, puesto que tal vez estén en lo cierto estosinvestigadores que señalan que las teoría de la conspiración actúan como agentes infecciosos.
…Y, sin embargo, si tuviera que leer una motivación, un metamensaje, en la selección de lecturas de Osama Bin Laden, es la asociación simplista y visceral entre la teoría de la conspiración y el terrorismo. Un silogismo muy sencillo que se desprende de la facilidad con la que nuestra sociedad tipifica y vincula ciertos hábitos o conductas con un perfil determinado (en este caso el de terrorista-consipracionista), esto aunado a numerosos casos recientes en los que varios terroristas y asesinos psicópatas han sido expuestos como asiduos lectores de teorías de la conspiración, y a nuestra fascinación por la mente de estos individuos, que quiere encontrar sus motivaciones para mantener la coherencia de nuestro mundo. De alguna manera lo que nos está diciendo el gobierno de Estados Unidos, o mejor dicho, lo que el gobierno de Estados Unidos le está diciendo a los ciudadanos que viven enojados y atemorizados por el terrorismo (que es probablemente a quienes su micrositio va dirigido) es que consumir teoría de la conspiración es una luz roja que podría alertar sobre la presencia de un terrorista potencial, quizás como también un rostro árabe y una piel oscura se ha llegado a asociar con el terrorismo y el crimen.
Por último quiero hacer eco de la preocupación de Mitch Horowitz, quien escribe en Slate un artículoen defensa de The Secret Teachings of All Ages, el libro de Manly P. Hall, que se encuentra en la lista (¿negra?). Horowitz manifiesta su inquietud de que este libro sea estigmatizado como literatura para terroristas o incluso de conspiracionistas, siendo una obra erudita de la historia del ocultismo y las sociedades secretas. Esperemos que escribir sobre sociedades secretas y misticismo no vaya a ser también etiquetado como una actividad peligrosa. Dice Horowitz:
Como pueden haber leído, este estudio místico enciclopédico, publicado en 1928 por el erudito Manly P. Hall (1901-1990) apareció en los estantes de Bin Laden)… el volumen analiza todo desde las matemáticas pitagóricas hasta el esoterismo de los dramas de Shakespeare. Hall también teoriza que las llamadas sociedades secretas, desde los misterios griegos hasta las logias masónicas, ayudaron a moldear la vida occidental. Este material presumiblemente era del interés del líder terrorista de mente conspiracionista.
Horowitz duda que Bin Laden haya leído este libro y agrega que los valores de “ecumenismo y libertad religiosa” que Hall transmite, así como su celebración de una “búsqueda espiritual universal” entran en conflicto con las ideas que tenemos sobre Bin Laden como terrorista. Personalmente no he leído ningún otro libro de la lista, sólo el libro de Manly Hall y considero que es una obra invaluable, increíblemente erudita, especialmente porque Hall la escribió a los 27 años de edad, algo quizás comparable con las 900 tesis de Pico della Mirandola. Me sumó a la opinión de Horowitz porque creo que Manly Hall no recibe el reconocimiento que debería. Entiendo que el misticismo y la filosofía esotérica son temas complicados y no muy respetados en la actualidad; de cualquier manera creo que Hall, a quien se ha llamado “el maestro de los misterios”, en el futuro, si logra sortear campañas de desinformación, será valorado como uno de los grandes historiadores y divulgadores del hermetismo, la magia, el gnosticismo, la alquimia y demás corrientes de pensamiento esotérico que han sido importantes en la consolidación de la filosofía y la ciencia moderna. Hall es uno de los eslabones que ha preservado este conocimiento que corre el riesgo de perderse, principalmente ante la confusión y la desinformación tan propia de nuestros tiempos. Leer sus libros es una forma de evitar esta confusión, regresando a las fuentes: a Platón, a Pitágoras, a Plotino, a Buda, a Lao-zi y a otros de los grandes sabios que siguen siendo luces en el camino para cualquier persona interesada en el autoconocimiento y en el crecimiento individual.
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