Una colaboración de Adriana Babè
Como norma general, el comportamiento más sano es simplemente el más auténtico. Sin embargo, como hemos crecido en una sociedad que mata la autenticidad, también hemos aprendido a reprimir nuestras emociones y reacciones más genuinas, pensando que no son positivas e incluso nos avergonzamos de ellas.
Lo que no sabemos es que a menudo nuestro cuerpo y nuestro inconsciente saben perfectamente qué necesitamos en cada momento. El problema es que no solemos prestarles atención, de manera que terminamos considerando algunos comportamientos y emociones como dañinos, negativos e inapropiados, cuando en realidad pueden ser positivos e incluso saludables.
1. Expresar la ira
La ira tiene una connotación negativa en la mayoría de las culturas e incluso está mal visto que una persona no sea capaz de reprimir su enfado. Sin embargo, lo cierto es que expresar la ira tiene un enorme poder catártico. Estar enojados y poder expresarlo es saludable porque nos ayuda a liberarnos de esa emoción.
La ira es simplemente una respuesta que surge cuando alguien nos ha hecho daño o ha cruzado una de nuestras líneas rojas. Ese enfado se activa para defendernos de la agresión. No obstante, no es más que una reacción, una energía que podemos canalizar de forma positiva. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Utrecht descubrió que cuando las personas se enfadan, se muestran más decididas a alcanzar sus objetivos y luchan más por conseguirlos.
Por supuesto, no se trata de hacer de la ira una forma de respuesta porque, a la larga, puede ser una emoción dañina que reporte problemas tanto a nivel psicológico como físico, pero es importante no reprimirla sino usarla de forma positiva.
2. Sentirse perdidos
Todos, en algún momento, nos hemos sentido perdidos, hemos tenido esa sensación de no saber hacia dónde vamos. Es probable que incluso hayamos tenido miedo o hayamos sufrido ansiedad ya que en nuestra cultura, es obligatorio saber siempre hacia dónde nos dirigimos. Sin embargo, estar perdidos, ya sea en el sentido literal o psicológico, no es algo negativo.
De hecho, al sentirnos perdidos, nos vemos obligados a prestar más atención y a escuchar a nuestros instintos y emociones más profundas. Cuando sabemos hacia adónde vamos, es como si nos desconectaramos de la realidad ya que seguimos el camino por inercia. Cuando nos perdemos, nos vemos obligados a volver a conectar con el mundo y a hacernos preguntas. Esas preguntas pueden llevarnos a descubrimientos asombrosos que nos permitan cambiar nuestra vida, en aras de lograr una mayor satisfacción.
Recuerda que a veces es necesario perderse para reencontrarse.
3. Llorar
En nuestra cultura, llorar es símbolo de debilidad, sobre todo en el caso de los hombres. Por eso, la mayoría de nosotros hemos aprendido a reprimir las lágrimas. Y hemos aprendido a hacerlo tan bien que no solo logramos evitar el llanto en público sino también en la intimidad. Sin embargo, todas las emociones que se reprimen, terminan enquistándose, para salir después con una fuerza arrolladora que termina desequilibrándonos.
El llanto triste tiene un poder liberador, nos permite despojarnos del dolor que sentimos y genera un estado de calma. De hecho, un curioso estudio realizado en la Universidad de Tilburg ha analizado el llanto, llegando a la conclusión de que solo cuando le damos rienda suelta, tiene un poder liberador. Esto se debe a que en un primer momento, el llanto tiene una acción activadora, aumentando el ritmo cardíaco. Si nos detenemos en este punto, nos sentiremos peor. Sin embargo, si dejamos que las lágrimas corran libremente, nos sentiremos mejor ya que en la segunda fase del llanto, se produce una reducción de la frecuencia respiratoria y esto hace que nos sintamos más tranquilos y que mejore nuestro estado de ánimo.
4. No escuchar
Escuchar es una habilidad, y resulta fundamental para nuestro día a día. Sin embargo, no se trata simplemente de escuchar sino también, de saber a quién escuchar. Por eso, en ocasiones, no escuchar puede ser una virtud. Cuando la persona solo nos transmite miedo, inseguridad y desconfianza, es mejor que sus palabras no tengan una resonancia en nuestra decisión. Hay momentos en que es mejor seguir nuestro instinto e incluso cometer nuestros propios errores, antes que emprender un camino solo porque los demás nos han presionado.
No escuchar no significa cerrarse a las opiniones y consejos de los otros sino saber hasta qué punto estos pueden ser válidos y constructivos para ti. No escuchar significa no dejar que las palabras hirientes terminen afectando tu autoestima. No escuchar significa también ser prudentes, saber marcar los límites y no dejar que la presión social decida por nosotros.
5. No adaptarse
No encajar en un sitio o en un grupo, no solo es incómodo sino que incluso puede llegar a ser doloroso. De hecho, un estudio particularmente interesante realizado en la Universidad de Michigan descubrió que el rechazo social duele tanto como el dolor físico, porque comparten los mismos circuitos neuronales. Quizás por eso, los científicos siempre han alabado la capacidad de las personas para adaptarse a los diferentes ambientes.
Sin embargo, el dolor también es un poderoso aliciente para el cambio, sentir que no pertenecemos a un sitio o a un grupo nos impide acomodarnos en una zona de confort y nos impulsa a buscar más allá. No adaptarnos a una situación insatisfactoria, puede ser positivo e incluso desarrollador porque en esa búsqueda no solo encontramos nuestro verdadero “yo” sino que también nos hacemos más fuertes. Recuerda que las grandes personas han sido aquellas que se han atrevido a cambiar lo que no les gustaba, las que no se han plegado ante las normas. De hecho, el mundo no hubiese cambiado si personas como Martin Luther King o Nelson Mandela simplemente se hubiesen adaptado a las normas impuestas por la sociedad.
Fuentes:
Kross, E. et. Al. (2011) Social rejection shares somatosensory representations with physical pain. PNAS; 108(15): 6270–6275.
Aarts, H. eT. Al. (2010) The Art of Anger. Reward Context Turns Avoidance Responses to Anger-Related Objects Into Approach. Psychological Science; 21(10): 1406-1410.
Hendriks, M.C.; Rottenberg, J. & Vingerhoets, J.J. (2007) Can the distress-signal and arousal-reduction views of crying be reconciled? Evidence from the cardiovascular system. Emotion; 7: 458–463.
http://www.rinconpsicologia.com/2015/05/5-comportamientos-catalogados-como.html