Hoy en ufopolis tenemos una gran ración de esos retroufos tan desconocidos y fascinantes que nos encantan y que vienen del periodo de entreguerras, en la década de los años 20 del siglo pasado. Aquí tenemos una información que parte del periodista Len Wells del diario Evansville Courier en un típico encuentro del tercer tipo ocurrido en Junio de 1923 cerca del pueblo de Mount Erie, en el estado de Illinois, una zona que a día de hoy sigue siendo protagonista de los más variopintos encuentros con lo extraño. El protagonista es un crio de 10 años llamado Norman Massie que narró un incidente en el que fue a sacar sus caballos de su establo, como era habitual cada día. Algo le esperaba ahí afuera.
Existen fascinantes fotografías de avistamientos de los años 20 del siglo XX similares a los de hoy en día.
Tras hacerlos pasar a través de la puerta de la cerca, se dio cuenta de que había un objeto con varias luces a pocas decenas de metros de su posición. Raudo y sin temor, el chico se posicionó a unos 20 metros del objeto, desde donde pudo observar a cinco seres situados en el interior del mismo. Su aspecto era similar al de los seres humanos, pero muy pequeños, de 1,20 metros y pelo rubio. El chico siguió acercándose ajeno a cualquier tipo de peligro, quizá falto de conocimiento ante lo que estaba ante él y en ese momento, según aseguró al diario Evansville Courier, “pudo escuchar cómo hablaban entre ellos”. Uno de los misteriosos hombres estaba sentado, mientras que los otros estaban de pie. El que estaba sentado era referido como “comandante” por los demás seres en un perfecto inglés, mientras que realizaban aparentes operaciones de mantenimiento en el interior del cuerpo aterrizado. De entre las conversaciones que el testigo pudo escuchar, destacó una en la que uno de los seres informaba al comandante que las reparaciones habían tenido éxito. Quizá viajeros del tiempo, en esa parte del fenómeno ovni en donde aparecen elementos como el idioma que son identificables por los testigos.
El objeto era similar al aparecido en el caso Zamora.
El objeto fue descrito como metálico y estaba sostenido por tres patas, de forma similar al observado por Lonnie Zamora a mediados de los años 60 en Socorro, Nuevo México. Tenía una cúpula con varios agujeros y la parte superior tenía una especie de vidrio derretido, según el testigo. El objeto, ante los ojos de aquel intrépido chaval despegó hacia arriba, plegándose cada una de las tres patas del tren de aterrizaje, y se dirigió hacia el oeste con una increíble velocidad. Así termina esta fascinante caso de encuentros del tercer tipo, totalmente desconocido para el gran público que estudiamos hoy en ufopolis y que recuerda a uno de los casos proporcionados por el mítico ufólogo Antonio Ribera ocurrido en la localidad de Quero, provincia de Toledo, en España. En este caso tenemos un solitario ser sin la presencia de un ovni pero con un curioso tipo de aparato que le hacía levitar.
El caso Quero es de los más especiales que hemos encontrado en la casuística ovni mundial
El testigo estaba en una iglesia rural cercana a la mencionada localidad y al salir de ella pudo observar la figura de un curioso ser de similar altura a los del caso anterior, de 1.20 metros, que llevaba un traje ajustado de color verde que dejaba entrever brazos y piernas totalmente rígidas. Se movía por la zona y de hecho llegó a acercarse a solo dos metros del testigo. Llevaba los pies juntos sobre una plataforma circular que aparentemente levitaba unos centímetros del suelo. En sus manos llevaba un objeto que parecía un panel de control que parecía dirigir los movimientos de su plataforma voladora. El humanoide, de características humanas llegó a desaparecer por los terrenos adyacentes a la iglesia dejando al testigo totalmente estupefacto.
El ser protegía su cabeza como la de los modernos astronautas. En la foto, el astronauta Brian Duffi de la misión STS-92. Foto: NASA.
Esto no acaba aquí. Según la publicación canadiense Cuforn Bulletin de Mayo de 1988 también se produjo un incidente de abducción en Port Burwell, Ontario, Canadá durante una noche del verano de 1925. Aquí tenemos a una niña de cinco años que se levanta de la cama y siente la necesidad imperiosa de salir al exterior de su humilde casa de campo. Allí observa un objeto con forma de tren emitiendo un fino zumbido mientras que se aproxima a su posición. Un rayo de luz la envuelve y la eleva introduciéndola en el objeto alargado en donde se encuentra con tres pequeños seres similares a los grises, esos seres que se harían famosos 40 años después después del incidente de Betty y Barney Hill de 1962. La descripción es similar: grandes cabezas, piel cerúlea y grisácea, delgados y con un traje ajustado a su cuerpo. La niña habría sido examinada con varios instrumentos al igual que en el caso de Próspera Muñoz en 1947.
La niña Próspera Muñoz, sobre las piernas de su hermana mayor.
Tras acabar los exámenes, la niña habría sido devuelta sana y salva a su casa en donde habría relatado a sus padres su episodio de abducción. Cabe destacar la falta de referentes visuales en 1925 para que la niña se inventase la historia. Durante el mismo verano, aquella niña reportó otro incidente similar en la misma localización involucrando seres de diferente morfología. La testigo, en este segundo incidente, se encontraba en el césped de su finca cuando tres seres de piel amarillenta habrían ido a su encuentro a bordo de otro objeto luminoso. Según la niña, habría sido introducida en ese objeto, el cual habría volado a gran altura y habría vuelto a casa, de igual manera, sana y salva.
Los incidentes de la ciudad de Ontario destacan por lo bizarro de sus características. Foto de la recreación de un incidente de 1975 con otro humanoide de 1.20 metros con traje de astronauta.
Este tipo de eventos trascienden fronteras, edades, épocas y características como la economía o el emplazamiento. ¿Qué hay detrás de este tipo de eventos y por qué estos humanoides se presentan en situaciones tan surrealistas? ¿Son viajeros del futuro estos seres bajitos protagonistas de estos encuentros con lo desconocido? Os esperamos en los comentarios y os dejamos con otro encuentro con niños ocurrido en Ruwa, Zimbabwe, en 1994. Esperamos que tanto el artículo como el vídeo sean de su agrado.
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