Tensión se vivió en la primera jornada de Francisco en Bolivia. Es que el presidente boliviano decidió regalarle al Santo Padre una particular «cruz comunista».
El Papa acababa de llegar a La Paz. Después del gran recibimiento en el aeropuerto y de unos 10 minutos de descanso –porque la ciudad boliviana está a 3.600 metros de altura y eso desgasta la salud de cualquier visitante–, se dirigió al Palacio del Quemado para una reunión protocolar con el mandatario.
La transmisión en directo del sitio de YouTube del Vaticano mostró, aunque con sonido ambiente, la pequeña ceremonia en que el boliviano le entregaba obsequios. Aun cuando no se podía escuchar bien lo que decían, sí se entiende con claridad la frase del Papa cuando recibe el particular crucifijo: «No está bien eso».
Luego de la incomodidad papal, la jornada continuó y en una cálido mensaje a los feligreses en la catedral Nuestra señora de La Paz, Francisco pidió «un indispensable diálogo» entre Bolivia y Chile en el diferendo internacional sobre la salida al océano Pacífico.
Más tarde, las versiones sobre la tensión vivida en el Palacio del Quemado obligaron al vocero del Vaticano, Federico Lombardi, a negar cualquier problema: «El Papa no ha tenido una particular reacción a esto y ni me ha dicho que manifieste particular reacción negativa a esto».
La «cruz comunista» es una réplica de una figura tallada por el sacerdote jesuita español Luis Espinal Camps, que fue torturado y asesinado por paramilitares en La Paz en 1980 por denunciar la violencia política en el país. Lombardi explicó que «esta cruz no tenía una significación ideológica particular y un deseo de todos por el empeño por la liberación y el progreso del país».
Tras la difusión en el mundo de la fotografía de Morales entregando la cruz sobre la hoz y el martillo a Francisco, las críticas se multiplicaron en las redes sociales.
El encargado del ceremonial de Vaticano, Guillermo Karcher, se hizo eco de la frase del Papa:
#PapaFrancisco: «no está bien eso»
No creo que el Papa Francisco disienta del signo de la hoz y el martillo junto a la cruz de quien multiplicaba los panes y los peces para dar de comer a los que le seguían.