Un artículo reepublicado por sugerencia de Adriana Babè
Reconozco que desconocía la “exótica” práctica activa actualmente en España, e imagino que por extensión en todo el mundo, de fumigar con herbicidas los “patrimonios de la humanidad” para favorecer su “conservación”.
Pero como ” no te acostarás sin aprender una cosas más” he recibido este video y me encantaría deciros que me he quedado ‘de piedra’ pero, en realidad, sinceramente, no sé si estoy empezando a perder esa capacidad de sorpresa en Matrix.
Este vídeo lo ha grabado y posteado la Plataforma MURALLA VIVA cuyo mensaje en el vídeo dice así:
“Estamos absolutamente consternados. Se nos había asegurado que “no había que preocuparse” “que se haría con prudencia, por la noche, y cuidando mucho dirigir el herbicida hacia las plantas”. Por el contrario en el vídeo eran las 18:30 de la tarde, había VIENTO, yo misma tuve que gritarles que había gente pasando y ellos fumigando con viento.
Sentí el GLIFOSATO (ROUNDUP) en la cara. Había Incluso niños pequeños y bebés y vi un par de mujeres embarazadas pasando justo por ahí. Como estaba grabando mandaron a dos operarios a hacer el paripé de que “estaban impidiendo que la gente cruzara el paso de peatones”.
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¿Sabemos ya lo que es esa porquería de Monsanto que están empleando para “conservar el patrimonio de la humanidad”.
Atención:
Aquí el comienzo de una entrevista a Andrés Carrasco, profesor de embriología, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y director del Laboratorio de Embriología Molecular.
Con treinta años de trabajo científico y académico, confirmó hace veinte días el efecto letal del glifosato en embriones, cuya marca comercial más famosa es Roundup, de la multinacional Monsanto. Sabía que vendría una réplica del sector, pero no esperaba que fuera de un calibre tan alto.
“No descubrí nada nuevo. Sólo confirmé lo que otros científicos descubrieron”, explica, en su oficina pequeña y luminosa. Pasaron dos semanas complejas, con una campaña de desprestigio que aún no termina. Prefirió el silencio y avanzar en nuevas pruebas. Hasta que pusieron en duda la existencia de su investigación.
“Creen que pueden ensuciar fácilmente treinta años de carrera. Son hipócritas, cipayos de las corporaciones, pero tienen miedo. Saben que no pueden tapar el sol con la mano. Hay pruebas científicas y, sobre todo, hay centenares de pueblos que son la prueba viva de la emergencia sanitaria.”