Cuando apareció la pastilla anticonceptiva, tras varios años de estudios. Esta se vendía en farmacias y bajo prescripción medica solamente a mujeres casadas. Eran tiempos en que las mujeres además de parir y de dedicarnos al hogar teníamos pocas posibilidades de salir adelante de manera independiente.
Gracias a la juventud, las guerras y tensiones mundiales, la experimentación sexual y las drogas la mujeres fuimos gestando nuestro nacimiento total, sacudiéndonos la laca del pelo y dejando atrás a aquella mujer florero que vivía encerrada en su casa perfecta.
Las campañas de marketing de los laboratorios de antaño se enfocaron en “la nueva mujer”. Una mujer segura, empoderada de su sexualidad, independiente y luchadora…Nuevamente el mercado paternalista utilizaba el feminismo como vehículo canalizador para “liberar” a las mujeres con la falsa promesa de la libertad sexual y maternal.
Los laboratorios sin duda habían descubierto maneras de sintetizar hormonas e inhibir ovulaciones, también una mina de oro.
Pero ¿era realmente esta pastilla la liberación que nosotras anhelábamos?, ¿nuestras necesidades eran esas?, ¿tuvimos como consumidoras la información clara de costo-beneficio para nuestro organismo?
4 años después de su aparición en el mercado, se dió el primer caso de trombosis por el uso de anticonceptivo oral, se tardaron otros años y muchas protestas feministas para que apareciera en el prospecto las contraindicaciones de padecer coágulos, accidentes cerebro vasculares e infartos agudos. Una vez conseguido que los efectos secundarios aparezcan en el prospecto los laboratorios entienden que existe un consentimiento informado.
Hoy en día las pastillas anticonceptivas producen : aumentan el riesgo de cáncer mamario, cáncer cervical y de hígado, disminuyen la corteza cerebral, depresión, aumento de peso, problemas respiratorios, cardiacos, sexuales, embolias, trombosis y problemas reproductivos.
Estos efectos, han sido comprobados en en diferentes estudios. Aún así no se informa de manera correcta y se incentiva su utilización. Recomendandolé a chicas adolescentes su consumo para mejorar el acné y aliviar los dolores prementruales.
No protege de ninguna enfermedad de transmisión sexual y su eficacia ronda entre el 95 y el 98%.
Sin embargo su uso aumenta, y como “mujeres liberadas”, deberíamos exigir una pastilla segura en su función de regular la maternidad y también segura en nuestro organismo.
¿Que pasó con el condón femenino?¿ los anticonceptivos masculinos?
¿Porqué el mundo occidental a diferencia de Japón aumenta la utilización de pastillas que claramente tienen efectos negativos en la salud de las mujeres?
Seamos inteligentes y volvamos a otros métodos de anticoncepción!, no caigamos en este claro chollo de laboratorios que nos dañan para seguir empastillándonos de por vida.
La única alternativa fiable, segura y confiable hoy en día es el preservativo. Nos protege a ambos y es ecológico 😉