«Se dice que la fe hace milagros. ¿Por qué?… Porque tener fe es abrir dentro de uno mismo una puerta a las fuerzas espirituales. Aquello que emprendéis sólo con vuestras capacidades, sólo con vuestra voluntad, obedece a un mecanismo natural y se encuentra sometido por tanto a la ley de causas y consecuencias. Mientras que en el momento que hacéis intervenir la fe, abrís una puerta a las potencias celestiales; estas potencias penetran en vosotros y reparan, purifican, curan, aunque vosotros no lo merecieseis en absoluto.
Podemos decir pues que la fe fuerza la gracia. Abre la puerta a través de la cual la gracia se ve obligada a entrar, pero solamente con la condición, por supuesto, si la habéis invitado previamente. Como el enfermo que le pedía a Jesús que le curase. Con su petición atraía la atención de Jesús hacia él y con su fe permitía que la potencia divina se manifestase en él. Éste es el sentido de la respuesta de Jesús a los que le pedían ayuda: «Que te sea hecho según tu fe», o «Tu fe te ha salvado.» »
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