La introducción de especies invasoras en medios acuáticos desencadena importantes cambios que se propagan a través de la cadena alimentaria y causan una reducción de la abundancia y diversidad de especies.
Esto es lo que constata un estudio realizado por investigadores de la Estación Biológica de Doñana (España), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que se ha publicado en la revista Global Change Biology.
“Las introducción de peces depredadores como el alburno o el rutilo en embalses españoles, por ejemplo, causan el declive de poblaciones de zooplancton, lo que a su vez favorece aumentos explosivos de fitoplancton, que se ve libre de sus depredadores habituales”, explica Belinda Gallardo, investigadora de Doñana.
“Filtradores como el mejillón cebra, establecido en cuencas de la Península Ibérica, reducen la cantidad de algas y por tanto la disponibilidad de alimento para niveles superiores de la cadena alimentaria, como pequeños crustáceos y peces”, añade la experta.
El trabajo recoge información acerca de diferentes tipos de organismos invasores, comunidades acuáticas residentes y hábitats. Los impactos de las especies invasoras se deben tanto a interacciones directas con las poblaciones nativas, como a través de cambios en las condiciones del hábitat.
“Esta revisión supone un importante paso adelante para desentrañar los complejos impactos derivados de las invasiones biológicas”, indica la investigadora.
El estudio integra resultados de centenares de estudios previos e identifica el impacto negativo a gran escala que las especies invasoras ejercen sobre la abundancia de comunidades nativas, en especial de plantas acuáticas, zooplancton y peces.
“Sin embargo, los resultados son menos claros cuando se analiza la diversidad de especies”, indica Gallardo. “La introducción de especies invasoras puede desencadenar desajustes en los ecosistemas que pueden tardar mucho en traducirse en cambios en la diversidad de especies”, apunta.
“Todo parece indicar que alteraciones como la introducción de especies provocarán extinciones que aún no somos capaces de detectar”, subraya Gallardo.
Uno de los aspectos novedosos del estudio es la relación entre el tipo de alimentación del organismo invasor y sus impactos. Plantas invasoras como el carrizo o algas como la caulerpa, son capaces de modificar las condiciones hidrodinámicas de su entorno.
La introducción de herbívoros como el caracol manzana, o de omnívoros como el cangrejo rojo de las marismas, causa pérdidas masivas de cobertura vegetal. Finalmente, la introducción de predadores conlleva la disminución drástica de sus presas.
“Este efecto es especialmente notable allí donde no existían depredadores similares a los introducidos, ante los que las comunidades nativas no saben cómo refugiarse o defenderse”, comenta la experta.
Los autores proponen un marco conceptual de impactos en la cadena alimentaria que puede ser de gran ayuda tanto para el desarrollo de hipótesis, como para los gestores del medioambiente, de cara priorizar la gestión de especies cuyos impactos se propagan a lo largo de múltiples eslabones de la cadena alimentaria. (Fuente: CSIC)
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