«El velo de Isis que menciona la tradición iniciática representa los misterios de la Naturaleza viviente que únicamente el Iniciado puede penetrar. Y el ser humano, puesto que forma parte de la naturaleza, está también envuelto por un velo. Por eso tiene tantas dificultades para conocerse. Para llegar al verdadero conocimiento de sí mismo, no debe verse a través de las gafas deformantes de sus cuerpos opacos, sino elevarse hasta las regiones sublimes del espíritu.
Enterrada bajo capas de materia, una chispa habita el espíritu del hombre; esta entidad es de una belleza indescriptible, omnisciente, todopoderosa. Y aquel que, gracias a la ascesis, la oración, la renuncia, es capaz de obedecer a las exigencias del espíritu, ve aparecer ante él a Isis, la Naturaleza, despojada de sus velos.»
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