Ilie Cioara fue un místico iluminado que vivió toda su vida en Bucarest, Rumania. Sus escritos, reunidos en dieciséis libros, describen la experiencia de la meditación y la iluminación, así como la práctica del “conocerse a sí mismo” utilizando una atención global. Como en el caso de Ramana Maharshi, Krishnamurti, Vicente Beltrán Anglada o Eckhart Tolle, el suyo es un mensaje sencillo, que habla de descubrir nuestra naturaleza divina en el silencio de la mente..
5. La Intuición
La intuición es una sorpresa…, es pureza absoluta:
en un instante percibimos la Realidad obvia;
la Realidad se refleja en el espejo de nuestra conciencia
y la comprensión envuelve todo nuestro ser.
El misterio evidente no se apoya en el proceso de pensamiento.
Se revela a través de sí mismo y por sí
mismo, sin ninguna preparación;
espontáneamente revela experiencias directas
que están más allá del tiempo…, reveladoras certezas.
No se puede buscar la intuición,
ni la puede cultivar la mente con sus deseos y esfuerzos.
A fin de crear la atmósfera apropiada para tan maravilloso regalo,
la paz y el silencio son el secreto.
Un sólo obstáculo nos impide lograr ese estado,
y es el ego junto con sus residuos,
que irrumpen en el presente y distorsionan la percepción.
Lo viejo jamás podrá encontrarse con lo real,
que es perpetua frescura revelándose y expandiéndose en el presente.
Si lo vemos como lo que es –un obstáculo disfuncional-
y lo ponemos en evidencia a cada momento,
desaparece; estar alerta lo disuelve.
Cada vez que lo viejo aparezca, lo acompañaremos, atentos,
libres de cualquier prejuicio o ideal.
Ese simple encuentro frontal lo disipa al instante.
Queda entonces el “vacío psicológico”, en comunión con el silencio,
que, sobre Su pantalla de luz, se manifiesta como Realidad.
La intuición es testigo de esta realización.
Empleamos palabras sólo a fin de comunicarlo,
de explicar el fenómeno de la integración.
Sólo podemos anticipar que, si hay otras
experiencias, serán también indescriptibles
y se revelarán en un estado de soledad.
La intuición es esa capacidad que tiene la Divinidad en nuestro ser de advertirnos o dirigirnos prodigiosamente, mediante impulsos súbitos y fugaces como el rayo. Es una sorpresa y un misterio instantáneo. No tiene conexión con la mente condicionada; al contrario, se nos revela sólo en ausencia del pensamiento. Jamás, de ninguna manera, podemos predecir su aparición. No se puede cultivar ni invocar con la ayuda de una fórmula determinada.
Nuestro único deber es crear un clima favorable donde la intuición pueda revelarse por sí sola. El único obstáculo que obstruye su misteriosa presencia es el ego, con su gran bagaje de recuerdos, una entidad ficticia. Cuando lo vemos como lo que es –con la ayuda de una lúcida Atención–, el ego desaparece espontáneamente.
El “vacío psicológico” sobreviene con naturalidad; todo nuestro ser, en perfecta armonía e íntima sencillez, trasciende entonces el mundo finito y se funde con lo Ilimitado.
En un estado de “Conciencia Pura”, las respuestas intuitivas se reflejan en la luminosa pantalla de la conciencia.
Estos impulsos intuitivos o bien pueden revelarnos peligros momentáneos que amenazan nuestras vidas o verdades ocultas o bien pueden darnos una instantánea comprensión de aspectos de nuestra existencia cotidiana.
Feliz aquel que, desapegado de sí mismo, se abandona a la voluntad de la Divinidad, ofreciéndose como un instrumento a través del cual lo Divino afirma Su Sagrada guía.
Sólo en este nivel de existencia conoce y experimenta el ser humano seguridad verdadera, algo que todos los habitantes del planeta Tierra buscan continuamente.
20. LA INTUICIÓN
Una capacidad innata de contemplación profunda
que existe en todo ser humano y que se revela en silencio.
A través de ella, tenemos acceso a la Realidad sagrada,
vemos la Verdad Absoluta tal como es.
A través de la intuición, el Espíritu se afirma.
¡No cabe la posibilidad de que cometa ningún error!,
pues no tiene conexión con la mente conocedora,
basada en acumulaciones y experiencias pasadas.
La intuición se afirma como impulso relampagueante,
como un rayo, que nos guía y nos invita
a seguir cierto camino y resolver los conflictos
que no pueden resolverse con medios comunes.
Irrumpe en la conciencia en un momento de silencio,
e inmediatamente desaparece –sin dejar ningún eco–.
No nos hacemos ninguna pregunta, no analizamos,
pues tanto lo uno como lo otro es inútil, no
hace sino incrementar la confusión.
La mente, condicionada por el tiempo de modo inherente,
nos desvía del camino que el Espíritu nos ha revelado
y que a menudo parece irracional.
Al confiar en los argumentos, el individuo cae en una trampa,
ya que la mente, con sus razones, es siempre vieja y anticuada,
mientras que las sorpresas de la Vida son novedad perpetua.
La única manera de entender y resolver los conflictos
es escuchando al Alma, que está en contacto constante con ella.
Entremos, pues, en su ámbito.
Perfectamente atentos, observamos la pobreza de la mente,
en silenciosa humildad. Escuchemos, de un modo total,
las sutiles intuiciones –que nos ahorrarán disgustos–
y sigamos su guía.
La intuición es una cualidad del Alma accesible a todo ser humano, independientemente de su capacidad intelectual. Una larga experiencia ha demostrado un hecho lógico, racional: cuando la mente está sobrecargada de acumulaciones de recuerdos, éstas impiden que aparezca la intuición. Como la intuición aparece sólo en el “vacío” de la mente, es difícil que aparezca cuando la facultad intelectual nos domina en exceso, ya que el conocimiento invade el presente vivo y activo del movimiento de la Vida.
Sólo cuando la mente está en silencio, nos proporciona el Alma la solución sin par, que resuelve cualquier problema relacionado con nuestra existencia de la manera más afortunada.
¿Se queda la mente en silencio por el mero hecho de que deseemos o le ordenemos que guarde silencio? ¡De ninguna manera! Si, a pesar de todo, intentamos acallarla haciendo uso de la concentración, no lograremos paz verdadera, sino sólo un estado de tensión, que es, de hecho, también un estado de la mente y no una experiencia de armonía, relajación interior o independencia total.
Para conseguir ese silencio, utilizamos la llama de la Atención, que, con tan sólo alumbrar las reacciones de la mente, las hace desaparecer de modo espontáneo. En el “vacío psicológico” que sigue, lo único que queda es la Esencia de nuestro ser, la Chispa Divina como estado de Conciencia Pura. En ese momento de profunda armonía, el Espíritu nos comunica directamente lo que es necesario hacer.
El destello de intuición desaparece al instante sin dejar ningún eco ni reacción. No hacemos ningún comentario respecto a su indicación, sino que la aplicamos de inmediato.
Estate atento, no obstante, porque casi a continuación recibiremos una nueva sugerencia, pero esta vez quien la hace es el ego. Su consejo llega con más lentitud y el detalle curioso es que lo hace respaldado por razonamientos, que nos inducen a error. Presos una vez más en las trampas del ego o la mente conocedora, nos daremos cuenta al instante de que hemos pasado por alto la guía divina; en otras palabras, traicionamos lo Divino y prestamos oído a la verborragia, confusa y aberrante, de la mente obtusa, mezquina y tramposa.
Así que, para encontrarnos con la permanente novedad de la Vida, así como con su sabio consejo, tenemos que ser seres humanos completos, guiados por el Alma y no por la mente docta, que es, por su misma naturaleza, vieja y está basada en experiencias previas, cuya incursión en el presente eclipsa la visión clara y el contacto directo con la Vitalidad y su revelador desarrollo.
Mantengámonos, así pues, en las profundidades de nuestro ser, en el ámbito Divino, en contacto con la Esencia de quienes somos, tanto como sea posible, atentos por entero a la pobreza y humildad de la mente. Escuchemos los impulsos intuitivos sin titubeos. Si lo hacemos, no erraremos jamás y un estado de dicha permanente impregnará todo nuestro ser.
Video sobre La Intuición del programa de radio «Sirviendo a la Humanidad»
(desde el minuto 30)
La intuición es el susurro del Alma (Krishnamurti). No hay que buscarla, se presenta de improviso cuando las condiciones de atención y silencio están dadas. La mente no capta las verdades eternas, el corazón sí a través de la intuición. El corazón es sabio, recibe intuiciones y nunca se equivoca. La intuición es conocimiento con certeza de la Realidad superior. Cuando hay dudas sobre un pensamiento, viene o surge del mental, no es una intuición. En el Ashrama se entrena al discípulo para que desarrolle la intuición. Cuando el discípulo hace silencio y vive atento, vienen Ángeles y trabajan sutilizando vehículos y dinamizando los chacras superiores. Dios se comunica con los seres humanos a través de la intuición.
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Sirviendo a la Humanidad
www.sabiduriarcana.org