Los gráficos que representan la esperanza de vida de un país son el reflejo perfecto de su historia. Si miramos el pasado siglo en Estados Unidos, en la curva de longevidad se aprecian perfectamente la gripe de 1918, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. En el último lustro, también podemos comprobar en esa curva cómo la pandemia –y otras coyunturas– han hecho mella.
En concreto, la esperanza de vida al nacer en el país norteamericano ha caído durante dos años consecutivos desde que la palabra coronavirus apareció en nuestras vidas. El retroceso en la longevidad ha sido de 2,7 años, el más brusco desde 1943, cuando cayó de 66,2 a 63,3 años en plena Segunda Guerra Mundial.
De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés), el principal causante de esta disminución en la esperanza de vida es el covid-19, que fue el responsable de casi la mitad de los fallecimientos en el país. Una de las características más preocupantes del coronavirus fue su capacidad para afectar a todos los grupos demográficos, desde los más jóvenes hasta los más mayores. Si bien los adultos mayores y aquellos con condiciones de salud subyacentes corrieron un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves o fatales por el covid, también se han registrado casos de personas jóvenes y aparentemente sanas que sucumbieron a la enfermedad.
La esperanza de vida en Estados Unidos ha sufrido el retroceso más brusco desde 1943
Además de las víctimas directas del virus, la pandemia ha exacerbado otros problemas de salud y socioeconómicos, como la interrupción de los servicios de salud, el aumento del desempleo y el estrés psicológico generalizado. Estos factores han contribuido a un aumento en la mortalidad y, por lo tanto, a una disminución en la esperanza de vida en Estados Unidos.
Otras patologías y longevidad
La covid-19 no fue la única enfermedad causante de esta reducción de la longevidad, también contribuyeron patologías que han afectado a la población desde hace años: enfermedades cardiovasculares, hepáticas, obesidad, etc. La salud mental jugó un papel importante en la disminución de la longevidad por su relación con los suicidios, habiendo fallecido por este motivo en 2022 más personas que en cualquier otro año registrado desde 1941.
Asimismo, hay que tener en cuenta la crisis de opioides que lleva atravesando el país norteamericano en los últimos años. Según los CDC, más de 150 personas mueren de media cada día por sobredosis relacionadas con estas drogas de la familia del fentanilo. Las muertes por sustancias sintéticas distintas de la metadona aumentaron un 22% en 2021, siendo el mercado ilegal la principal fuente de abastecimiento.
No debemos olvidar la falta de acceso a la atención médica, una preocupación persistente en Estados Unidos, ya que allí una parte considerable de la población carece de seguro de salud o enfrenta barreras financieras para recibir atención médica adecuada. Esta disparidad en el acceso a la atención médica puede resultar en una detección y tratamiento tardíos de enfermedades, lo que a su vez puede afectar negativamente la esperanza de vida de la población.
A todo ello hay que sumar las altas tasas de homicidios, que contribuyen a una mayor mortalidad prematura. La violencia armada y otros tipos de violencia interpersonal son fenómenos que afectan a muchas comunidades en todo el país, y las consecuencias de estas tragedias se reflejan en las estadísticas de la esperanza de vida.
Sobre esta reducción de la esperanza, el jefe de estadísticas de mortalidad del Centro Nacional de Estadísticas de la Salud de EE. UU., Robert Anderson, destacó: «Incluso pequeñas disminuciones en la esperanza de vida de una décima o dos décimas de año significan que, a nivel de población, muchas más personas mueren prematuramente. Esto indica un gran impacto en la población en términos de aumento de la mortalidad».
Covid, suicidio y fentanilo: por qué ha caído la longevidad en Estados Unidos