¿Tienes un problema? ¡Soluciónalo!
La palabra problema viene asociada, indisolublemente, a la palabra solución. Y para buscar esa solución a veces pasas noches en vela. Te devanas los sesos. Te obsesionas. No piensas en otra cosa. Y, como no puede ser de otra manera, terminas sintiéndote mal.
Sin embargo, no todos los problemas necesitan ser solucionados. Algunos problemas solo necesitan tiempo.
El mayor error que cometemos al intentar solucionar los problemas
Solemos entender los problemas como una cuestión que se debe aclarar o un obstáculo que nos impide alcanzar determinados objetivos. Desde esa perspectiva, es normal que solo se nos ocurra un camino: “solucionarlos”.
Pero cuando intentamos buscar esa solución corremos el riesgo de caer en un bucle tóxico. Comenzamos a darle vueltas al problema. Le damos más vueltas. Y más. Y luego más… Si no podemos encontrar la solución inmediatamente porque no está en nuestras manos, caemos en una espiral de pensamientos rumiativos que terminarán afectando nuestro bienestar.
Nos desesperamos. Comenzamos a imaginar los peores escenarios posibles. Nos preguntamos cómo es posible que no podamos solucionarlo. Empezamos a dudar de nosotros. Nos deprimimos. Volvemos a la carga. Gastamos energía. Tocamos fondo emocionalmente…
¿Y sabes qué es lo peor de todo? Que la mayoría de los problemas realmente importantes en la vida no dependen exclusivamente de nosotros. Si sospechas que tienes una enfermedad, tendrás que esperar el diagnóstico. Si tienes un conflicto interpersonal, tendrás que esperar hasta que la otra persona también esté dispuesta a solucionarlo. Si quieres mudarte de país, tendrás que esperar a que la burocracia siga su curso. Si has perdido a una persona querida, tendrás que atravesar el duelo…
Muchos problemas no necesitan una solución inmediatamente, sino tan solo paciencia. Muchos problemas se resuelven con el paso del tiempo, cuando los vientos cambian y generan condiciones más propicias o simplemente va desenredando su entramado.
El tiempo no lo soluciona todo, pero a veces es un ingrediente imprescindible
Si comprendemos el verdadero significado de la palabra problema, podremos afrontar estas situaciones con una actitud completamente diferente.
El vocablo problema contiene el prefijo πρό (prá), que significa “delante” y προβάλλω (probállō), que implica “arrojar” o “lanzar con fuerza”. Por consiguiente, los problemas no son simplemente obstáculos, sino más bien situaciones que nos empujan más allá de nuestros límites y nos animan a proyectarnos hacia el futuro.
¿Y eso qué significa?
Significa que muchos problemas no se resuelven, se superan con el tiempo. Es una pequeña gran diferencia.
Por supuesto, eso no significa que debamos quedarnos de brazos cruzados esperando que todos los problemas se esfumen como por arte de magia. Eso no pasará. Pero debemos asegurarnos de que una vez que hayamos reflexionado lo suficiente sobre la situación y hayamos trazado un plan de acción, ese problema no siga rondando nuestra mente porque en ese caso solo generará una preocupación completamente inútil y consumirá unos recursos y una energía valiosos.
¿A qué me refiero?
Al hecho de que una vez que hayas reservado la cita con el médico, hayas dado el primer paso para solucionar el conflicto con otra persona o hayas presentado los documentos, necesitas aprender a fluir – o lo que es lo mismo, practicar el wu-wei. Seguir preocupándote no te ayudará. Puedes elaborar un plan B, por supuesto, pero no te obsesiones trazando planes alternativos hasta la Z porque a la larga, el intento de controlarlo todo te hará sentir peor que el propio problema.
Vale, decirlo es fácil, pero ¿cómo lograrlo?
Cuando esas preocupaciones vuelvan a la carga, toma nota de ellas pero no les prestes demasiada atención. Simplemente dite: “este no es el momento de preocuparme, debo dejar que pase el tiempo” y ocupa tu mente con otras cosas. El tiempo no lo cura todo – tampoco lo soluciona todo – pero algunas veces es imprescindible para sanar las heridas y encontrar la vía en lo que ahora se nos presenta como un callejón sin salida.
A veces creemos que la vida nos niega lo que deseamos, cuando en realidad solo nos está diciendo: “espera un poco”. El obstáculo que hoy puede parecernos insalvable, mañana puede convertirse en un escollo más fácil de gestionar. A veces, solo necesitamos dejar de obsesionarnos e intentar resolverlo todo inmediatamente para comenzar a fluir más con la vida.