«¿Por qué me alegro de veros cada día? Porque veo el futuro magnífico que os espera y quiero ayudaros a crear este futuro.
Todavía no lo sospecháis, pero yo lo veo. Si me fijase únicamente en lo que hoy sois, ¿podría acaso soportaros? No es seguro. Y vosotros, si no os soportáis los unos a los otros, es porque no sabéis cómo miraros proyectándoos en este futuro.
Yo siempre estoy contento de veros, porque más allá de vuestro presente, veo vuestro futuro. Dónde están vuestros pensamientos, vuestros sentimientos, en torno a qué giran, lo que deseáis ahora, evidentemente lo veo también un poco. Pero es sobre todo vuestro futuro lejano lo que preveo, cómo llegaréis un día a identificaros con vuestra naturaleza divina y es por eso que nunca dejaré de querer ayudaros. »
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