El caso Aeromar ha estado en boca de numerosos investigadores brasileños desde hace años por las curiosas particularidades relacionadas con la visión de un humanoide de características digamos… especiales. En ufopolis ya hemos tratado en ocasiones el enigma de los encuentros del tercer tipo desde esa perspectiva pero sin duda este es un caso que se sale de lo corriente por la presencia de extraños hombres de negro amedrentando al testigo protagonista de todo el incidente. Gracias a las pesquisas de los investigadores Antonio Hunneus y Osni Schwartz, viajamos hoy en la máquina del tiempo a Victoria, capital de Espirit Santo, en Brasil. Estamos a principios de 1980. Allí en la playa tenemos a un hombre llamado Aeromar en un pequeño puesto de refrescos donde se gana la vida.
Este hombre había presenciado un encuentro ovni en los días anteriores en la misma localidad en donde había podido ver una serie de objetos lenticulares desde una posición realmente cercana. Bueno, allí estaba aquel hombre cuando de pronto se presentan tres hombres vestidos de traje y corbata. Hacía demasiado calor para ir tan vestido y eso le extrañó. Se pensó que eran policías secretos y le iban a meter en problemas acusándole de algún delito. Le increparon al respecto de las luces y le hicieron preguntas de todo tipo. La impresión de Aeromar fue tan brutal que directamente se quitó de en medio durante unos días y no apareció por su lugar de trabajo.
A los pocos días perdió el miedo y volvió a su puesto de trabajo. La normalidad de su vida. Lo cierto es que aquellos hombres de negro volvieron a por él. Le increpaban. Hablaban raro. Llegaban a seguirle y a perseguirle. El bueno de Aeromar ya no sabía qué hacer y llegó a preocuparse tanto que se marchó a Río de Janeiro huyendo de la improvisada pesadilla que parecía perseguirle desde que había tenido el incidente de las luces. Allí también los vio. Estaban obsesionados con él. ¿Por qué yo?
Se preguntaba. Aeromar, desesperado acudió a la policía poniendo una denuncia por acoso y lo hizo con su jefe delante para que constara en acta. La policía no se tomó muy en serio su reclamación. Pero los seguimientos siguieron. Era desesperante. Decidió de nuevo cambiar de ciudad ante la insistente presión de aquellos tipos que no le dejaban en paz. Fue hacia Sao Paulo en donde residían algunos familiares. Estamos a principios de 1980 y su vida había cambiado radicalmente en solo unas pocas semanas. Allí en la ciudad paulista también le estaban esperando y de hecho pasaron a un siguiente nivel. En uno de sus episodios de acoso llegaron a subirlo en un coche y lo desplazaron hasta un paraje en donde relató que se encontraron ante una nave con un anillo exterior lleno de luces que flotaba sobre el terreno. Una visión espectacular la de Aeromar.
El episodio no termina aquí. A Aeromar le fuerzan a ponerse bajo la luz de aquel disco y tras la aparición de un rayo de color azulado, de repente se encontró en el interior de aquel artefacto. Miedo y estupor. Esto no podía estar pasando. El espanto le esperaba.
Allí en el interior, el pobre Aeromar experimentó una suerte de parálisis. Le sentaron sobre una camilla similar a la de los dentistas y desde allí observó cómo con horror, el máximo horror, aquellos hombres, los tres se transformaron en otra cosa. Era como si hubiesen cambiado radicalmente su aspecto, su piel, su tez e incluso su fisionomía. Sus caras eran las de unos lagartos. Humanoides reptilianos como los del caso Zanfretta.
En la desconcertante experiencia, estos seres le habrían transmitido algunas imágenes e informaciones relacionadas con el planeta tierra. Poco después de su tremenda visión, Aeromar apareció de madrugada en las calles de Sao Paulo sin saber qué había pasado ni como había llegado. Para él habían pasado 5 minutos. En la realidad, habían pasado varias horas.
Con un pánico absoluto, aquel buen señor regresó a su casa en donde le contó todo lo que había pasado a su compañero de cuarto. La historia aún podía ponerse peor para el pobre Aeromar, porque según le contó a los dos investigadores, una fuerza invisible le lanzó contra una de las paredes abriéndole casi la cabeza. Aeromar sabía que esos seres le habían hecho una advertencia velada de que no podía contar nada a nadie. Y vaya, parece que iban en serio. La historia termina con un hipnoterapeuta profesional, el doctor Berezowsky, quien gracias al periódico O´Globo se enteró del caso y trató de contactar con el tendero para realizar una regresión hipnótica cuando su caso ya había sido hecho público. No lo pudo encontrar porque Aeromar desapareció sin dejar rastro.
Esta crónica forma parte de la historia negra del fenómeno ovni y tiene ingredientes que van desde el acoso de los hombres de negro, un metamorfismo e incidentes del tipo poltergeist en casa del afectado. Unos hechos insólitos para los que a día de hoy nadie tiene una explicación. ¿Qué creéis que le pasó a Aeromar? ¿Sería posible que al menos parte del fenómeno de los hombres de negro fueran seres infiltrados? Os esperamos en los comentarios y os dejamos este vídeo de la impresionante experiencia de Fortunato Zanfretta. Esperamos que el vídeo sea de su interés.
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