Sociedad de consumo, o sociedad de consumo de masas, es un término utilizado en economía y sociología, para designar al tipo de sociedad que se corresponde con una etapa avanzada de desarrollo industrial capitalista y que se caracteriza por el consumo masivo de bienes y servicios, disponibles gracias a la producción masiva de los mismos.
El concepto de sociedad de consumo está ligado al de economía de mercado y, por ende, al concepto de capitalismo, entendiendo por economía de mercado aquella que encuentra el equilibrio entre oferta y demanda a través de la libre circulación de capitales, productos y personas, sin intervención estatal.
Surgimiento
Históricamente, podríamos señalar dos momentos para la transformación de la sociedad capitalista industrial en una sociedad de consumo de masas:
Primero en las últimas décadas del siglo XIX, se combinó por un lado, la unificación de Italia, y sobre todo de Alemania, y por otro, el aldabonazo que supuso la Comuna de París (todo ello en 1870-1871); si lo primero disparó el crecimiento mercantil, industrial y científico técnico (Segunda Revolución Industrial), lo segundo contribuyó a que se establecieran legislaciones que hicieron aumentar los salarios, y ya con la conciencia de que el desarrollo de la demanda interna permitía el crecimiento del beneficio… Quizá es más frecuente señalar como hito la aplicación de la cadena de montaje a la fabricación de automóviles, por Henry Ford en 1901
Crítica
Si por un lado, hay quien afirma que la discusión sobre la bondad o maldad de la sociedad de consumo es más de carácter ético o ideológico que estrictamente económico, en cuanto que la sociedad de consumo no sería sino un estadio avanzado de las sociedades industrializadas con el objeto de cubrir las necesidades y deseos de los consumidores; por otro hay quien señala que si la economía es la ciencia encargada de satisfacer las necesidades humanas con los recursos disponibles, es un problema económico de primer orden plantear en qué medida la sociedad de consumo cubre nuestras necesidades, o bien destina muchos recursos valiosos a satisfacer deseos fútiles, y a stocks invendibles, mientras deja sin cubrir necesidades fundamentales.
Una de las críticas más comunes sobre la sociedad de consumo es la que afirma que se trata de un tipo de sociedad que se ha «rendido» frente a las fuerzas del sistema capitalista y que, por tanto, sus criterios y bases culturales están sometidos a las creaciones puestas al alcance del consumidor. En este sentido, los consumidores finales perderían las características de ser personas humanas e individuales para pasar a ser considerados como una masa de consumidores a quienes se puede influir a través de técnicas de marketing, incluso llegando a la creación de «falsas» necesidades entre ellos.
Desde el campo ambientalista, la sociedad de consumo se ve como insostenible, puesto que implica un aumento constante de la extracción de recursos naturales, y del vertido de residuos, hasta el punto de amenazar la capacidad de regeneración por la naturaleza de esos mismos recursos imprescindibles para la supervivencia humana.
Desde el punto de vista de la desigualdad de riqueza internacional, se ha señalado también que el modelo consumista ha conducido a que las economías de los países pobres se vuelquen en la satisfacción del enorme consumo de las sociedades más industrializadas, mientras pueden dejar de satisfacer necesidades tan fundamentales como la alimentación de sus propias poblaciones, pues el mercado hace que se destinen los recursos a satisfacer a quienes pagan más dinero.
Los dos enfoques anteriores se combinan a la hora de señalar que, si la mayoría de la población mundial alcanzara un nivel de consumo similar al de los países industrializados, recursos de primer orden se agotarían en poco tiempo, lo que plantea serios problemas económicos, éticos y políticos.
La sociedad de consumo no sólo se refiere al consumo de bienes sino también al de servicios, dado que cada vez tiene más importancia en las sociedades desarrolladas el consumo de servicios; fruto, fundamentalmente, de la mayor disponibilidad de renta y tiempo libre. En este sentido, la crítica a este tipo de sociedades viene dada por el efecto de manipulación de la información, al objeto de «moldear» al consumidor para convertirlo en el «consumidor ideal» que pretenden las empresas que tienen el poder de hacerlo.
Por último, una de las mayores críticas a la sociedad de consumo viene de quienes afirman que ésta convierte a las personas en simples consumidores y que el sistema lo que propicia no es un intercambio de dinero por placer, sino que el placer se encontraría en el mero hecho del consumo en sí mismo.
Defensa
Para algunos de los defensores de la sociedad de consumo, como G. Katona y W. Rostow, el consumo de masas -la sociedad de consumo- es consecuencia del alto desarrollo al que han llegado determinadas sociedades y se manifiesta en el incremento de la renta nacional. A su vez, posibilita que un número cada vez mayor de personas adquiera bienes cada vez más diversificados. De esta forma, facilitando el acceso a una mayor cantidad y calidad de productos por una parte cada vez mayor de la sociedad, se estaría produciendo una mayor igualdad social.
Sociología y consumo
Desde el punto de vista de la sociología, el consumo queda definido como “el conjunto de procesos socioculturales en que se realiza la apropiación y los usos de los productos o servicios”. Productos o servicios que pueden estar a disposición del consumidor en cualquier parte y que pueden ser consumidos de distintas maneras. El simple hecho de la existencia de los productos o servicios los transforma en potencialmente consumibles y da a todos los consumidores el derecho legítimo de aspirar a tenerlos.
Es el dinero el que permite el consumo, pero cada vez es necesario menos dinero, ya que la producción en masa, así como las imitaciones, han hecho posible que personas que no pertenecen a las élites puedan tener acceso a productos o servicios similares.
El consumo implica relaciones de posesión, de dominación, pero también de imitación, siendo el mimetismo cultural un móvil importante para el consumo aún cuando el consumo es una elección consciente de cada persona y depende de su cultura. Y aunque la persona no pueda comprar los bienes, la sola ilusión de que puede llegar a hacerlo, el simple consumo visual, proporciona placer y hacen que la persona se sienta partícipe de este mundo.
La sociedad de consumo es un estadio del proceso de industrialización que acorta la vida de los productos, convirtiéndolos en obsoletos; el consecuente desarrollo de la tecnología los sustituye por otros más avanzados o con más y mejores prestaciones.
En este sentido, el modo de vida postindustrial y la adquisición progresiva de bienes de consumo, que otorgan lo que se denomina “confort“, conduce a que los objetos aceleran su ciclo de vida a medida que avanza el siglo. Lo que antes era sinónimo de prestigio, el paradigma de tener objetos que duran toda la vida, dio paso a un sistema donde los objetos son casi desechables.
Esta transición, donde los objetos se hacen cicladores rápidos cuyo valor es el prestigio inmediato, está sustentada en la creación de necesidades, que sostiene el actual nivel de producción de bienes.
Para Jean Baudrillard bajo la dimensión económica del consumo subyacen factores intrínsecos del individuo combinados con imperativos sociales, por lo que el académico francés plantea que este es un fenómeno que depende cada vez más del deseo que de la necesidad.
El autor inglés Robert Borock recalca que el consumo es una práctica social que surge con la sociedad moderna y cuya función principal es proporcionar al individuo formas de distinguirse de otros grupos de distinto nivel social.
Este planteamiento implica la existencia de una jerarquía social, de unos códigos no verbales y materiales que expresan la posición de un individuo en esta escala y remarca la constante tensión por la promoción social. Así mismo es destacable el nivel de subyacente que implica que el acto de comprar tiene una función identitaria y que se basa en las operaciones de diferenciación del resto.
Esta nueva situación es denominada por George Katona la sociedad de consumo de masas y tiene como principales características la afluencia, el poder del consumidor y la psicología del individuo que compra.
Este estudioso del fenómeno recalca la importancia del consumidor en la economía y destaca que es este sistema las necesidades no son creadas artificialmente de una forma aleatoria sino que son producto de un comportamiento aprendido y que esto es un proceso de intercomunicación entre un sujeto y un estimulo. Katona habla de que distinguir necesidades básicas de necesidades supuestamente creadas artificialmente no tiene sentido puesto que en nuestra cultura la socialización se produce en un contexto que condiciona las elecciones de consumo posteriores. Así su planteamiento se puede resumir que todas las necesidades, que trascienden a los imperativos biológicos, son sociales en su naturaleza.
Boroch denomina a esta situación el capitalismo de consumo y apunta que se trata de un fenómeno que determina al sistema económico mediante valores culturales. Este sociólogo inglés esta realidad es una ideología activa que otorga sentido a la vida del individuo a través de la adquisición de productos y experiencias organizadas.
Este catedrático de la Open University afirma que esta ideología legitima el sistema vigente, el orden social y organiza la vida de los consumidores. Además el consumo articula un sistema orientado a que el individuo trabaje para que pueda comprar pero sobre todo satisfacer las constantes fantasías impuestas socialmente que llegan a adquirir continuamente bienes y experiencias prefabricadas y codificadas.
El análisis de los factores de producción desde un punto de vista contable, con una Matriz de contabilidad social, completa más el estudio de la sociedad de consumo. pt
Bibliografía
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