Ninguna divisa se ha salvado: el baht de Tailandia, el tenge de Kazajastán, el rand de Sudáfrica y el nuevo sol de Perú, entre otras.
En los mercados emergentes del mundo, todas las monedas han perdido valor ante los temores de que las economías en desarrollo están al borde de una crisis de grandes dimensiones.
El peso chileno, en tanto, perdió la semana pasada terreno frente al dólar, la que llegó a venderse a casi 700 pesos. Desde el 2011 el precio del dólar ha aumentado un 45 por ciento en su valor respecto al peso.
Las economías emergentes consideradas historias de éxito hasta hace poco, ahora son vistas como víctimas de la desaceleración del crecimiento en China, la caída de los precios de las materias primas, como el petróleo y el mineral de hierro, las perspectivas de un alza de las tasas de interés en Estados Unidos y las debilidades nacionales.
Los daños se han desbordado hacia todas las latitudes y la agitación ha causado nerviosismo entre los inversionistas en Nueva York, Tokio y Europa. A los inversionistas les preocupa que China y otras economías emergentes importantes reduzcan sus importaciones.
También temen que una guerra cambiaria altere el comercio a medida que algunas naciones bajan desesperadamente el valor de sus monedas para hacerse de una ventaja competitiva.
El índice industrial Dow Jones perdió 530 puntos, más de 3 por ciento, tras un retroceso de 358 unidades la jornada anterior. El índice Nikkei de Tokio bajó 3 por ciento.
A pesar del nerviosismo en todos los mercados, muchos economistas afirman que mantienen la confianza en que la economía de Estados Unidos tiene la resistencia suficiente para soportar una desaceleración en el mundo en desarrollo. Y la economía de Europa parece emerger de su prolongada recesión.
Aun así, los problemas en los mercados emergentes suponen un retroceso sorpresivo y perturbador.
Es notable lo rápido que cambian las cosas, expreso el economista Neil Shearing, de la firma Capital Economics y exfuncionario de la tesorería británica.
Tomemos por ejemplo a Perú. Hace tres años, su capital, Lima, fue elegida anfitriona de una reunión del Fondo Monetario Internacional para funcionarios de Finanzas de todo el orbe en lo que se consideró una celebración de la llegada de América Latina a las grandes ligas de la economía.
Sin embargo, a seis semanas de que se realice el foro, el panorama pasó de positivo a sombrío. La economía de Perú se ha desacelerado de manera constante, y su moneda, el nuevo sol, ha perdido 2.5 por ciento de su valor frente al dólar en un mes.
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