Un artículo que abrirá los ojos de muchos que todavía creen que la pobreza mundial es debido al libre comercio. Lean y aprendan…bienvenidos a la verdad.
¡Jallalla Bolivia capitalista!
Las respuestas a por qué unos países son ricos y otros pobres son tan variadas como grados de desarrollo hay en el mundo. Algunos opinan que la riqueza está en los recursos naturales. Así, si Argentina y Venezuela son pobres, a pesar de ser inmensamente ricos en materias primas o combustibles, la culpa ?según esa tesis? la tendría el imperialismo económico. La pobreza y el atraso económico no serían causados por errores propios sino la consecuencia de «perversos intereses económicos» extranacionales. Eso es lo que afirman los textos con que se educan la casi totalidad de los latinoamericanos.
Adam Smith sostiene que la riqueza de las naciones reside en el trabajo productivo de cada colectividad. Y que la única manera de optimizar los beneficios para la totalidad de la población es impidiendo que el Estado dirija a la economía.
Carlos Marx, por su parte, señala que para comprender a una sociedad es vital analizar su «infraestructura». Justamente en ese punto radica el más grueso error de su teoría. Lo realmente trascendente para interpretar a una colectividad es el estudio detenido de lo que Marx llamó la «ideología» (ideas, leyes y organización estatal). Su «infraestructura», es decir, su forma de crear riqueza y las relaciones que se dan entre los hombres con relación a esa producción está absolutamente condicionada por la «superestructura». Y no a la inversa, como equivocadamente pregonaba Marx.
No obstante, coincidimos con la doctrina marxista en que la clase «dominante» (dirigente) es la gran sustentadora de la «ideología» en cada pueblo. También lo tienen claro los aspirantes a totalitarios. De ahí, las luchas sordas que se dan en los países, aún en los democráticos, por el control del sistema educativo.
Recientemente, un consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el estadounidense Allen Schick, profesor de la Universidad de Maryland, que prepara un informe sobre la reforma del Estado en Uruguay, opinó que las dificultades para modernizar la gestión pública responden «a un problema de la clase dirigente» uruguaya.
Schick considera que Uruguay «está preparado» para adoptar técnicas de gestión que perfeccionen la administración de los dineros públicos. El consultor considera que las dificultades para continuar con las reformas están en los cuadros gerenciales estatales, tanto como en los parlamentarios. Además dice que estos últimos tienen «poca capacidad técnica».
Para Shick, los ejecutivos del sector privado «se quejan sobre generalidades ?como bajar el peso del Estado- pero cuando se les pide que indiquen qué es lo que hay que hacer para superar problemas, no tienen respuestas».
Hay una idea generalizada que sostiene que los empresarios son los principales defensores del «liberalismo económico». Nada más lejos de la verdad. Ya Adam Smith observó que no hay gremio más proclive a establecer alianzas mercantilistas (político-económicas) que los industriales, con el objetivo de favorecer sus propios intereses a costa de los consumidores.
Adam Smith se refería exclusivamente a los industriales, mientras tenía en muy alta estima a los productores agropecuarios. Sin embargo, actualmente vemos en la Comunidad Europea altos subsidios e impenetrables trabas a las importaciones agrícolas, por lo que no hay sector económico cuyos conductores no presionen a sus respectivos gobiernos para imponer un moderno proteccionismo a lo Jean-Baptiste Colbert, el ministro de Luis XIV.
A la vez, estados benefactores con sus recetas populistas, se encargan de soldar este «neomercantilismo productivista» en una intrincada interconexión de intereses sindicales, burocráticos, patronales y políticos.
En realidad no deberíamos hablar de países del «primer» o del «tercer» mundo. Lo apropiado es referirnos a clases dirigentes de «calidad» o de «tercera» categoría.
Hana Fischer-Analista uruguaya
http://qollasuyu.indymedia.org
La diferenciación social entre los prósperos norte y centro de Europa y los países del sur y oeste del continente aumenta «dramáticamente», según la Comisión Europea.
Esta tendencia se agravó “dramáticamente en los últimos cinco años”, dijo el comisario europeo de Empleo y Asuntos Sociales, László Andor, citado por la cadena alemana ‘Deutsche Welle’.
Los expertos explican que los países del sur y del este de Europa eran más débiles al momento de entrar en la UE y sus problemas solo aumentan en condiciones de competencia.
“La Unión Europea resultó ser una trampa para la Europa sureña y oriental. En lugar del gran mercado común y la política de estimulación del consumo, se están apretando el cinturón en nombre de la estabilidad financiera”, sostiene Vasili Koltashov, especialista del Instituto de la Globalización y Movimientos Sociales, citado por el periódico ruso ‘Vzgliad’.
El tonto sistema de organización social no utiliza el mejor instrumento para generar bienestar social, el talento colectivo, lo inhibe al concentrarlo en elites, gobernantes y privilegiados, con los consabidos resultados expresados en los deficientes indicadores sociales.
La naturaleza aprovisiona de ingentes recursos y maravillas, entre las que destaca el inagotable talento, talento que el sistema segrega, siendo inimaginable la cantidad que se desperdicia por vanalidades, mezquindad, dogmas, etc.
El talento colectivo es inherente al bienestar social y debe fluir por todos los canales naturales habidos para tal efecto, dinámica que abona y realimenta el sistema que habrá de satisfacer las progresivas necesidades sociales.