Artículo escrito por Ignacio Pi, responsable global de Mediapost Group y publicado en el número 7 de la revista Ideas Imprescindibles
Sí, claro que la vida es dura. Pero sin embargo es mucho más fácil cuando hacemos que las cosas sigan siendo sencillas. En ocasiones se nos ofrece la posibilidad de elegir entre una manera sencilla y otra difícil de hacer las cosas y en muchas de ellas elegimos la manera más difícil y hasta invertimos tiempo inventando una situación difícil cuando no existe alguna otra que esté disponible. En ciertos momentos de nuestra respectiva existencia, todos tenemos la tendencia de hacer que nuestras vidas sean increíblemente difíciles y complicadas. Nos enterramos prácticamente en la basura y el desorden de nuestras posesiones materiales, actividades relacionadas con el trabajo, asuntos familiares, pensamientos o emociones. El motivo que seamos incapaces de conseguir todo lo que nos gustaría es porque traemos demasiadas distracciones a nuestras vidas.
Simplificar nuestro día a día es una cuestión de sentido común. Y si esto es así, ¿por qué lo hace tan poca gente? La respuesta está en el archiconocido proverbio latino que dice “El sentido común es el menos común de los sentidos”. Es muy importante que, de forma periódica, identifiquemos aquello que no tiene un propósito útil, tanto en los aspectos personales como en los profesionales,de nuestras vidas. Se trata de eliminar el exceso de equipaje tal y como decía Séneca: ”Ningún ser humano puede nadar hasta la playa y llevar consigo su equipaje”. En el viaje llamado VIDA, el exceso de equipaje cuesta mucho más que el dinero. El precio también lo pagaremos en tiempo y en energía. No perdamos ni un instante para librarnos de esas cargas que se han convertido una auténtica sangría de espacio, tiempo, energía o dinero. Cada día es un buen momento para librarnos de aquellas cosas que ya no necesitamos y que seguimos teniendo sin un buen motivo. Hagamos algo todos los días para que nuestras vidas sean menos complicadas. Rehusemos perder el tiempo con gente o cosas que son irrelevantes para llevar una vida plena. Hagamos una lista de cosas que se han convertido en exceso de equipaje y pidamos a nuestros amigos y familiares que nos propongan sugerencias sobre cómo podemos reducir el peso de las mochilas. Ellos verán alguna posibilidad donde quizá nosotros mismos no las encontremos. Realmente no hay motivo alguno para que hagamos nuestras vidas más difíciles; ya habrá muchas personas de nuestro entorno que, si les damos la oportunidad, lo intentarán por nosotros. Concentrémonos en las 4 ó 5 cosas que importan de verdad y dejemos que las otras 10 ó 20 que no tienen la misma importancia, se cuiden de sí mismas. Y esto es válido tanto para personas como a cosas que, sin querer o queriendo, nos contaminan. Eliminemos cosas, personas y actividades que no añaden valor alguno a nuestras vidas y disfrutemos realmente de las que merece la pena. Todos nosotros tenemos la conciencia para saber cuáles son unas y otras.
Simplificar, como Miguel Angel. La obra de arte ya está en la piedra: sólo saquemos lo que sobra.