Las leyendas sobre gigantes cohabitando en el mundo con la raza humana no son únicamente propias de las mitologías euroasiáticas sino que están presentes por todo el mundo.
En este caso vamos a estudiar una leyenda del continente americano sobre la raza de los Si-Te-Cah. Los transmisores de esta leyenda, los Paiute, son un conjunto de tribus indígenas de Norte Américaque se sitúan en la zona Oeste de los Estados Unidos que comprende un territorio que incluye a los estados de California, Nevada, Utah, Oregón y Arizona.
Estos pueblos acostumbraban a transmitir sus relatos de manera oral y, según la tradición, los Si-Te-Cah eran una raza de gigantes que ya ocupaban esa región cuando los Paiutes llegaron hacia el año 1000 A.C. Relatan que esta raza de gigantes, que medían más de 3’5 metros, eran de piel blanca, pelirrojos y caníbales además de muy violentos.
Las historias de los Paiutes que han pasado de generación en generación describen cómo estos seres les aterrorizaban pues era frecuente que capturaran a algún nativo para alimentarse.
En la contienda, y después de dar muerte a la mayoría de los gigantes, los pocos supervivientes que quedaban hallaron refugio en una cueva de la zona. Los Paiute los instaron a salir pero, ante su negativa, acabaron prendiendo fuego en la boca de la cueva para obligarles a salir. Aquellos que permanecieron en el interior murieron asfixiados por el humo y los que se aventuraron a salir fueron sorprendidos por oleadas de flechas. De esta forma, se aniquiló a la raza de los Si-Te-Cah.
Parece que esta leyenda tuvo, al cabo de los siglos, confirmación científica gracias a ciertos descubrimientos arqueológicos en la zona, o eso es lo que parecen sugerir.
Muchos años después del evento, el área donde se encuentra la cueva sufrió un terremoto que provocó un desprendimiento que bloqueó la entrada a la misma lo que favoreció la conservación de los restos arqueológicos y la convirtió en un lugar atractivo para los murciélagos lo que, tiempo más tarde, despertaría el interés de los buscadores de guano, que era utilizado para fabricar pólvora y que encontraron los restos.
En el interior de la cueva, ahora conocida con el nombre de Lovelock, en el estado de Nevada dos mineros en busca guano: James H. Hart y David Pugh, en 1911 descubrieron varios restos arqueológicos bajo las capas de guano.
Estos mineros dijeron haber encontrados varias momias dentro de la cueva de gran estatura con cabello rojizo además de una multitud de objetos, algunos de ellos, de tamaño desproporcionado.
Resulta intrigante el hecho de que el descubrimiento no se hiciera oficial hasta el año siguiente, tiempo suficiente para que los objetos más ‘’comprometedores’’ pertinentemente desaparecieran o se destruyeran, incluyendo el que hubiera sido el descubrimiento principal, las momias. Y es que se dice que los investigadores a cargo, no le dieron mayor importancia al evento e incluso, algunos de estos restos volvieron a enterrarse.
Entre la gran cantidad de objetos encontrados y finalmente documentados se encuentran herramientas, piedras con grabados, vasijas, cestas y un calendario en una piedra de forma circular con un orifico en su centro que cuenta con 365 marcas en el anillo exterior que corresponderían a la cuenta de los días y 52 marcas en el anillo interior para la cuenta de las semanas.
Además de estos objetos, datados hacia el año 1500 A.C. aparecieron puntas de flecha y restos que indican que tuvo lugar un incendio en esta cueva y que coinciden con la historia narrada por los Paiute.
Asimismo se conservan calaveras y fragmentos de estas que llegan a duplicar el tamaño de la calavera de un hombre adulto promedio.
No se sabe qué fue de las momias encontradas aunque los habitantes locales claman que están guardadas lejos de miradas indiscretas en los almacenes de algún museo o institución.
No mucho más tarde, en el año 1931, dos esqueletos gigantes más fueron encontrados en una zona próxima a la cueva.
Y, para hacer más interesante el caso, los Paiutes afirman que esta raza de gigantes construyó en esa región una estructura rocosa de forma piramidal. Desafortunadamente, toda la zona se ha visto asediada, a lo largo de los años, por incontables terremotos que si no hubieran destruido todo resto de la construcción, sí que habrían hecho extremadamente difícil el acceso a cualquier resto de la misma.
Este es sólo uno de los tantísimos casos en los que aparecen pruebas arqueológicas de que existieron gigantes en el mundo. Lamentablemente, parece que cualquier tipo de prueba es escondida o destruida dejándonos siempre a la espera de la prueba definitiva que nunca llega, tal vez porque llegó hace mucho y hace mucho que está escondida.
Lo especial de este suceso es que viene a confirmar lo que las leyendas que cuentan los Paiutes puedan ser reales y tal vez las haga dejar de ser leyendas.
Concluiremos con las palabras que Sarah Winnemucca, hija de un jefe Paiute, escribió en su libro ‘’Life among the Piutes’’ en 1883 acerca de esta raza:
‘’Entre las tradiciones de mi gente hay una de una pequeña tribu de bárbaros que solían vivir cerca del río Humboldt. Fue hace cientos de años. Solían acechar a mi pueblo, matarlos y comerlos. Cavaban grandes agujeros en nuestros caminos durante la noche y, si alguno de nosotros viajaba de noche, cosa que se hacía, ya que tenían temor a esas gentes bárbaras, de vez en cuando, caían en esos hoyos. Esa tribu incluso se comía a sus propios muertos-sí, también venían y desenterraban a nuestros muertos después de ser enterrados, se los llevaban y se los comían. Cada cierto tiempo venían y le hacían la guerra a mi gente’’.
http://www.ufopolis.com/2015/10/ciclo-gigantes-mitologicos-iv-los-si-te-cah-de-la-leyenda-paiute/