Aida. Niños asmáticos, alérgicos e intolerantes: biodescodificación y cura a raíz

¿Quieres ayudar a un niño a sanar de asma o alergia? ¿Ya no sabes ni que darle para que se sienta mejor? ¿Es intolerante a muchos alimentos? ¿Qué es lo que realmente no tolera tu hijo?

Un niño enfermo, muy sensible, intolerante y reactivo a su medio ambiente, no puede disfrutar, y eso es lo que posiblemente más conmueva a los adultos en su entorno.

El asma y las alergias con un problema respiratorio que sin duda puede curarse, sobre todo si el padre o quien cuide al niño está dispuesto a entrar a la raíz del problema y en verdad tomar conscienca de lo que está produciendo la enfermedad.

Empezar una cura a raíz…

Siempre es importante hacer mención a la dieta, la cual debe contener el mayor número de alimentos que ayuden al sistema de defensas. Sin embargo, en un niño asmático alérgico las dietas pueden ser en verdad un problema, pues muchos niños sobre reaccionan ante cantidad de alimentos que les aumentan estornudos, catarro y otros síntomas. Por lo tanto, lo único que se sugiere aquí de forma general es que se les quite a los niños los jamones y embutidos, todas las harinas (panadería, pasteles, galletas, pastas, etc.) y sobre todo la leche de vaca (ni light, ni deslactosada, etc.), los cuales generan gran número de toxinas en el cuerpo y obstruyen la función del intestino para absorber bien los nutrientes, estorbando así al sistema de defensas.

Quitar alimentos no es todo…

Ahora bien. La dieta es un factor que debe atenderse, pero no es lo esencial. A cantidad de niños se les quitan muchos alimentos y no sólo siguen con el problema sino que mucho empeoran y cada vez se les quitan más alimentos, lo cual es en verdad frustrante para ellos. En realidad, la cura a profundidad de esto tiene que ver mucho con la sensibilidad del niño y en cómo ayudarle a que se sienta fuerte. Esta es la clave, que el niño aprenda a sentirse fuerte.

La más importante en un niño asmático sin duda es considerar la raíz: lo emocional

El cuerpo es una esponja, como hemos dicho en muchos artículos, es un lugar fértil donde crece lo que en el fondo sentimos. Si no podemos ver esto, la cura se puede hacer complicada y difícil. Y los niños, ellos absorben sobre todo lo que hay en su ambiente.

Un niño cuando está en el vientre de la madre absorbe de ahí los nutrientes y energía. Conforme va creciendo, va empezando él a alimentarse por sí mismo y a darse fuerza y energía. Entre mas crece, más se desprende de la dependencia con los demás, y aprende a ser independiente en la forma en cómo usar su energía y darse fuerza, alimento: amor.

Y justo ahí está la clave de la curación: que cuando los adultos, en especial la mamá, es demasiado absorbente o se preocupa demasiado por el niño, este se siente “asfixiado” y en el fondo debilitado, se le da todo, se le atiende en exceso, y el niño no se siente fuerte para tomar su propio aire, sus decisiones, aprender del error … a veces ni pedir se le permite, porque ya lo tiene.

Hay que entenderse como adultos en este tipo de afecto: a veces amamos demasiado y queremos dar al niño lo que él necesita aprender a desarrollar, y no nos damos cuenta que no permitimos que los pequeños hagan su esfuerzo y activen sus propias defensas, creatividad y demás para aprender a defenderse y solucionarse. Así que, sin querer, nuestro amor no le permite al niño respirar su propio aire y poner en armonía su sistema de defensas. En un niño asmático, hay una sensación de asfixia. En un niño alérgico, hay una sensación de no poder quitarse de encima lo que no le gusta, le duele o frustra, y entonces su sistema de defensas empieza a interpretar la realidad como algo agresivo, aunque esta no lo sea del todo.

Un niño asmático o alérgico también puede estar reaccionando a peleas, gritos o dolores o experiencias frustrantes de su ambiente. Lo que siente en el fondo es “no puedo hacer nada para defender a mi mamá o a mi papá, o para arreglar algo que me duele mucho, etc.,”. Esta impotencia provoca que el sistema de defensas del niño se sobre active o sensibilice de más, quiere defenderse de lo que le duele, pero no sabe cómo. Se “asfixia” con el problema, o se vuelve muy sensible. Ahora bien. Si el niño mientras atestigua una pelea, o algún fuerte dolor de impotencia, hay algún objeto cerca relacionado, entonces el cuerpo lo identificara como un factor “repulsivo” aunque sea inofensivo, y el niño generara alergias hacia esas cosas.

Por ejemplo: si un niño pierde a su perro de niño, y esto le genera un fuerte dolor y no puede entenderlo ni solucionarlo, podría generar una alegría al pelo de perro. O si, por otro lado, el niño mientras escuchaba pelear a sus padres, o se le daba una noticia que le frustró demasiado, o se le reprendía o juzgaba con severidad, y comía en ese momento chocolate, pan, etc., entonces el cuerpo relaciona el objeto a alimento con la fuerte frustración o dolor, y genera una sensibilidad en ese alimento. El cuerpo tiene memoria, y la intolerancia a los alimentos habla en lo profundo de una intolerancia hacia algo que en el momento se vivió y no se pudo solucionar, y se guardo como fuerte enojo o repulsión. No se es intolerante al alimento, sino a una persona, a un padre, a un adulto con el que se siente uno intolerante e impotente, muy sensible a una persona,  que me critica, reprende o trata de arreglar todo el día mi vida, y no puedo quitarme de encima. Se es alérgico a la experiencia contenida y no solucionada, a sentirse débil por no “poder” entenderse o solucionarse uno mismo.

Podar o quitar alimentos, como se puede ver, no es la cura, sino generar en el niño una sensación de que el puede con su dolor, con lo que le pasa en la escuela, con su tarea, con la pérdida: eso le hará sentiste fuerte, más seguro y con la capacidad de defenderse y de hacer las cosas a su modo, y entonces su sistema de defensas y respiratorio lo reflejarán: puedo “respirar por mi”, “puedo defenderme de las cosas que no me gustan”, etc.

Fortalecer a un niño

Así que la clave está en la actitud de los padres o adultos. El adulto necesita empezar a relajarse y a tener más confianza en que el niño estará bien, confiar en su capacidad de defenderse y no correr a resolverle todo, hay que dejar que el niño empiece a resolver su propia vida, que es justo del tamaño de su edad.

Hay que evitar cuidarlo demasiado y preocuparse por todo lo que dice, hace y piensa. Se le debe empezar a permitir al niño equivocarse, hacer las cosas a su modo, y ayudarle a pensar, a discernir por medio de preguntas, que consecuencia puede tener lo que hace y piensa. Pero hay que evitar el juicio, se le debe permitir expresar lo que piensa y siente sin que se le juzgue.

Una forma de empezar es dejarle sus tareas o actividades a su modo: que haga la tarea antes de las seis para que pueda gozar de otras actividades, etc., Hay que permitir que el niño haga sus tareas a su modo, que prepare su uniforme, se levante a la hora que necesita si ya tiene más de 6 años. Se debe evitar la exagerada corrección de errores todo el día. Una vez grabé a una mamá en un día entero con su hijo, y se sorprendió al ver que regañaba, corregía y reprendía a su hijo casi cada dos minutos cuando este estaba cerca: en la comida, en el coche, antes de llevarlo a la escuela, en la mañana mientras desayunaba: “Así no se come”, “Coge bien el tenedor”, “No hiciste la tarea ayer” “Así no debes de ponerte el swéter” “Eres un irresponsable”, “No te lavaste las manos” “Ya te dije que no me hables así”, “¿Por qué no te lavaste las manos?”, etc. El cajón del niño estaba lleno de cantidad de medicamentos y recetas de diversos doctores para curarle el asma y las fuertes alergias que padecía sobre todo a los alimentos, que era la hora donde más reproches había.

El niño empezó a curarse en el momento en que la mamá empezó a cambar sus actitudes. Lo primero fue jamás reprenderlo mientras comía, y darle instrucciones, no ordenes antes de iniciar las tareas de la tarde: “Mira, tienes hasta las seis para hacer tu tarea, si necesitas ayuda aquí estoy, si no la terminas a las seis, tu decides no prender la televisión o el internet hoy.”

Fue muy importante que la mamá no llegara a ver la tarea, ni a revisarla, sino esperar que el niño pidiera ayuda, esto le hacía que el pequeño primero notara como podía entender lo que era su tarea, y tratar de solucionarla a su modo y con sus propios recursos. Esto fue muy difícil para la mamá, quien no toleraba que el niño hiciera solo su tarea, no confiaba en su capacidad, le aterraba que se equivocara, que no la hiciera. En el fondo, notamos que lo que le aterraba en realidad era que en la escuela la vieran como “mala mamá”. En el fondo, ella tampoco se permitía la equivocación y era muy severa con ella misma.

Asi que puedes empezar a poner en práctica estos sencilos consejos. Si tienes mas dudas escribeme en la seccion de comentarios.

Fuente: Vivir SabiaMente

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