A Asunción no le quedaban muchos días de vida, quince o veinte a lo sumo, pero el cáncer avanzaba sin remisión, y sus dolores cada vez eran más insoportables. Su cuñado, Pedro, se informó a través de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), que dirige el doctor Luis Montes, de la posibilidad de pedir a los médicos que le aplicaran una sedación paliativa en la agonía: un procedimiento que, tal como lo define la Organización Médica Colegial “se utiliza cuando el enfermo se encuentra en sus últimos días u horas de vida para aliviar un sufrimiento intenso”, y “es continua y tan profunda como sea necesario para aliviar dicho sufrimiento”.
Pero cuando Asunción pidió a los oncólogos de cuidados paliativos que le aplicaran este tratamiento, se negaron. “Le dijeron que podían darle orfidal, y si quería levantarse, anfetaminas, pero no iban a sedarla”, explica Pedro. “Lo único que le ofrecieron fue un psicólogo”.
La familia de Asunción pidió entonces ayuda a la asociación del doctor Montes.Un médico acudió a su casa, habló con ella, y le dijo que no se preocupara de nada. “Le preguntó si estaba segura y lo que hizo fue darle una sedación, para dormirla”, cuenta Pedro. “Le puso un émbolo que, por vena intravenosa, te va suministrando poco a poco una dosis que hace que te duermas y que tu vida se vaya apagando poco a poco y sosegadamente. Es un proceso que dura unas 11 o 12 horas. No nos cobró nada, ni nos pidió nada. Conocimos a una buena persona”.
Aunque la sedación paliativa es un tratamiento reconocido como tal por la Organización Médica Colegial, y la ley obliga a que esta se ofrezca siempre que sea necesario, en España gran parte de la población sigue sin poder acceder a ella y muchas personas acaban muriendo con un dolor tremendo y una agonía de semanas.
Como reconoce el doctor Marcos Gómez, presidente de la Comisión Central de Deontología de la OMC, el caso de Asunción no es excepcional. Según ha explicado el médico a El Confidencial, “por lo menos la mitad de los enfermos avanzados o terminales no tiene disponible un servicio de cuidados paliativos que le preste una atención adecuada”.
La disciplina de cuidados paliativos no está considerada una especialización ni un área de capacitación específica y ni siquiera se enseña en muchas universidades
Según Gómez hay varias deficiencias del sistema sanitario español que llevan a esta “gravísima” situación. En primer lugar, faltan profesionales con la capacitación para ofrecer cuidados paliativos, ya que la disciplina no está considerada una especialización ni un área de capacitación específica (algo que la OMC está reclamado con insistencia al Gobierno) y ni siquiera se enseña en muchas universidades.
“Ahora mismo un gerente de un hospital que quiera poner en marcha una unidad de cuidados paliativos no sabe a quién contratar, porque no existe ninguna titulación que demuestre que un profesional está bien capacitado”, explica Gómez. “Lo que sucede siempre es que acaban contratando al primer médico amable cuyo jefe tenga mucho poder en el hospital o directamente a un enchufado de la dirección”.
Pero hay otra dificultad, quizás más grave y aún más complicada de resolver. “Todavía hay médicos que, fundamentalmente por ignorancia, confunden una cosa que es un tratamiento médico, la sedación paliativa, con algo que no tiene nada que ver, que es la eutanasia, que aparte de ser inmoral es ilegal, y va contra la deontología médica”, explica Gómez.
La delgada línea que separa una buena práctica de un homicidio
La separación entre eutanasia y sedación paliativa sigue siendo un asunto controvertido. La pasada semana, el Tribunal de lo Criminal de Pau, en el suroeste de Francia, absolvió al médico Nicolas Bonnemaison, acusado de haber acelerado la muerte de siete enfermos terminales en el hospital vascofrancés de Bayona. Los jueces consideraron que el médico, que trabaja en el servicio de urgencias y se enfrentaba a la cadena perpetua, aplicó de forma correcta la ley francesa sobre el final de vida cuando administraba potentes calmantes a pacientes terminales, que aceleraban su muerte.
El caso recuerda, casi punto por punto, a lo sucedido en 2005 en nuestro país, cuando el por entonces coordinador del servicio de urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés, Luis Montes, fue acusado de haber cometido más de 400 homicidios. La justicia le dio la razón pero, nueve años después, el médico ha asegurado aEl Confidencial que la situación no ha cambiado demasiado. “Ya no hablarían de sedaciones excesivas”, reconoce, pero la dialéctica del discurso de ciertos sectores de la jerarquía médica, explica, sigue siendo la misma: “El ciudadano no es libre de decidir su muerte y el estado tiene que tutelar para que viva lo máximo posible aunque esté sufriendo”.
El médico cree que los cuidados paliativos siguen sin llegar a la mayoría de ciudadanos por cuestiones puramente ideológicas, que impiden su desarrollo:“La mayoría de los cuidados paliativos de este país están en manos de organizaciones confesionales sin ánimo de lucro –entrecomillado, porque es la Iglesia Católica– donde no se da el medio y el fermento para un ejercicio libre por parte de los ciudadanos de su derecho a acabar con el sufrimiento. Hay ahí un conflicto grave que se suele resolver muy mal. Depende del servicio, de la sensibilidad del médico y su atrevimiento, actuar conforme a las buenas prácticas médicas y dormir al enfermo para que su tránsito al Más Allá, bueno, a la nada, sea lo más pacífico posible”.
“No debería haber ningún tipo de conflicto”
Para los defensores del derecho a morir, la sedación paliativa “terminal” (una terminología que sólo utilizan ellos en contraposición a los detractores de la eutanasia, que evitan siempre esta palabra) no es más que una forma de eutanasia indirecta, pero legal. Para sus detractores, sin embargo, es esencial y básico diferenciar ambas prácticas.
La sedación paliativa, cuando está bien indicada y está bien ejecutada, no proporciona ningún tipo de problema moral a ningún paliativista
En opinión del doctor Javier Rocafort, uno de los más reconocidos especialistas en cuidados paliativos de nuestro país, y director médico de uno de esas “organizaciones confesionales” que critica Montes, la fundación Vianorte-Laguna, asegura que la sedación paliativa en la agonía es una herramienta tan buena como cualquier otra, que necesitan entre un 20 y un 30% de los pacientes en el momento del fallecimiento para estar dormidos y no tener síntomas. Y no se debe confundir con la eutanasia.
“No debería haber ningún tipo de conflicto”, explica Rocafort, que es un enemigo acérrimo de la eutanasia. “La sedación paliativa, cuando está bien indicada y está bien ejecutada, no proporciona ningún tipo de problema moral a ningún paliativista. El enfermo muere cuando tiene que morir. Muere dormido, pero la sedación no influye en la fecha de la muerte”.
Esto, explica el médico, es algo muy importante para que desaparezcan las reticencias ideológicas hacia la práctica. Es cierto que los efectos secundarios de la sedación pueden llegar a acortar la vida de un paciente al que, en cualquier caso, le quedan pocos días de vida. Pero, según el médico, “aunque un medicamento se llame igual la intención es lo que marca la diferencia entre una sedación o una eutanasia: ¿quiero disminuir la conciencia del paciente o quiero matarle?”.
Es urgente que se apruebe una nueva ley
La mayoría de médicos que trabajan con enfermos terminales, incluidos Montes, Rocafort y Gómez, que tienen una opinión tan distinta sobre los cuidados paliativos y la eutanasia, coinciden en algo: España necesita una nueva ley que garantice una muerte digna a todos los pacientes.
Aunque el ordenamiento jurídico actual obliga a que los médicos ofrezcan cuidados paliativos, la formulación de esta obligación es tremendamente ambigua. De facto estos servicios están regulados a través de las diversas leyes autonómicas, muchas de las cuales apenas contemplan este tipo de prestaciones. El último gobierno del PSOE preparó un borrador de Ley de Muerte Digna, impulsado por el entonces ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba, que consideraba que su madre había muerto en condiciones de excesivo sufrimiento. Pero, tras la victoria del PP, acabó en un cajón, y no se ha vuelto a retomar el tema.
Hoy, con las tremendas y terribles deficiencias que hay en cuidados paliativos en España, abordar la legislación de la eutanasia sería una indecencia
Gómez explica que desde la OMC han pedido insistentemente al Gobierno actual que desarrolle una ley nacional de cuidados paliativos que dé respuesta a las necesidades de los enfermos de todo el territorio español “y no sólo a los de un sitio”. Pero, tal como asegura el médico, “la respuesta del gobierno está siendo muy pobre, por no decir escandalosamente nula. No nos han hecho ni caso”.
El doctor Montes va más allá, y pide que se despenalice la eutanasia en ciertos casos, “algo que garantizaría una muerte digna a todos los ciudadanos y una cooperación mucho más clara de los profesionales sanitarios”. En su opinión, además, son los países que han legislado la muerte a petición en los que más se han desarrollado los cuidados paliativos.
El debate sobre la despenalización de ciertos tipos de eutanasia está en la mesa de muchos parlamentos europeos, como Francia, donde François Hollande ha prometido aprobar una ley que facilite la práctica médica sobre el tratamiento de los enfermos terminales. Y en algunos países como Bélgica u Holanda la muerte a petición para enfermos avanzados es una realidad.
Pese a los movimientos de los países de nuestro entorno, para el doctor Gómez abrir el debate en este momento en España sería una insensatez. “Cuando un enfermo llega con un historial de un dolor intenso de hace diez días que no le deja dormir pidiendo que lo matemos, y yo también lo pediría, lo que hay que hacer es quitarles el dolor: en cuanto se le aplica la morfina con las dosis necesarias, es decir, generosamente, se les quita el dolor y no vuelven a solicitarlo”, explica el galeno.
“Bien es verdad que yo no soy tan ingenuo para decir que los cuidados paliativos van a suprimir de un plumazo todas las demandas de eutanasia”, puntualiza Gómez. “Quedarán algunos casos concretos en los que los cuidados paliativos no terminan de llegar y puede haber demandas puntuales, pero la discusión de esos casos habrá que hacerla desapasionadamente en su momento. Pero hoy, con las terribles deficiencias que hay en cuidados paliativos en España, abordar la legislación de la eutanasia sería una indecencia”.
El debate llegará sin duda en algún momento, pero de momento se solucionarían bastantes problemas cumpliendo las leyes actuales. Algo que está muy lejos de lograrse. Mientras, la mitad de la ciudadanía sigue muriendo con un sufrimiento intenso que sería fácilmente evitable.
Marcos Gómez, presidente de la Comisión Central de Deontología de la OMC
Tanto el proceso de nacimiento como el de la «muerte» fueron programados por nuestros «dioses creadores» (yahve/ala, etc)para que fuesen de extremo dolor. Recordemos que la emocion del dolor es una de las energías mas densas que genera el humano, casi siempre involuntariamente. Es de mucho valor y delicioso manjar para estos reptilianos. Cuando el humano toma consciencia de su Sí Mismo y se empodera, este último momento tambien es muy consciente y ya sea a traves de la sedación o de la autoprogramación, evita generar esta densa energia. Bien por aquellos humanos que consciente o inconscientemente están colaborando para que el humano «nazca o trascienda» sin dolor alguno. Una humanidad con menos violencia!!
Exijamos una nueva ley que garantice una muerte digna a TODOS los pacientes.