Cuando entré por primera vez a una clase de yoga fue de kundalini.
Mi maestro, Jai Dev Singh, llevaba turbante y barba. Mostraba las posturas y después nos observaba y controlaba el tiempo de cada asana. Daba unas explicaciones excelentes sobre los beneficios de cada ejercicio y la verdad es que era muy buen maestro. No me cabe la menor duda de que lo sigue siendo.
Yo me enamoré del kundalini yoga especialmente por los mantras, en mi familia somos muy cantarines, hay varios músicos y cuando mi madre me llevó al centro cultural de mi barrio para que conociera ese tipo de yoga la verdad es que aluciné. Yo solo tenía quince años, y el hacer ciertas posturas no me costaba tanto, lo que más me suponía una dificultad era meditar, pero con el tiempo y la práctica lo fui consiguiendo y lo noté muchísimo en mi vida diaria.
Después de hacerme profesora de kundalini, y llevar once años dando clases, aprendes muchas cosas en la práctica. Tampoco he dejado de estudiar más a cerca del yoga en general. Mi segunda maestra, Hari Simran Kaur siempre me insistía y me insiste en que nunca deje de estudiar, aprender, descubrir, y esto me ha ayudado a darme cuenta de muchas cosas dentro del camino del yoga, entre ellas, que el kundalini yoga es tan específico, avanzado y especial que no todo el mundo está preparado para practicarlo y entender su filosofía.
El propio maestro Yogui Bhajan (Har Bhajan Singh Kalsha), practicó hata yoga durante doce años antes de adentrarse en el mundo del kundalini.
El hata yoga es importante que lo practiquen las personas que les cuesta concentrarse, que viven de manera más terrenal, que necesitan preparar su cuerpo antes de empezar a despertar energías y practicar pranayamas (respiraciones) avanzados. Esto no quiere decir que no puedas ir introduciéndoles poco a poco en las técnicas de kundalini.
Durante todo este tiempo, me he encontrado a algunas personas que renegaban del kundalini porque ya estaban cómodas haciendo hata y no les gustaba nada la meditación. Les sorprendía también que los ejercicios fueran en movimiento, a diferencia de las asanas del hata, que son estáticas. Bueno, todo tiene su porqué.
El hata es estático, precisamente porque al tiempo que estiras y fortaleces tus músculos, permaneces en una quietud física para transmitirla también a tu mente y llegar a concentrarte solo en ti mismo, sumergiéndote en un estado de concentración absoluta donde los pensamientos paran de golpe. ¿Has probado a hacer la postura del árbol? ¡Es prácticamente imposible pensar en nada! Tienes que estar pendiente en todo momento de no caerte y mantener tu equilibrio sobre un pie. Si no eres capaz de dominar tu cuerpo en equilibrio ¿Cómo vas a ser capaz de dominar tu mente?
Una vez que aprendes poco a poco a dominar todas esas asanas y llegar a meditar en cada una de ellas, dominando tu respiración, puedes seguir avanzando con pranayamas más energéticos y finalmente con kriyas de kundalini yoga, en las que te moverás como nunca lo has hecho haciendo que tu prana circule por tus nadis, desbloqueándolos y preparandolos para poder despertar la kundalini.
En kundalini yoga se le da mucha importancia a los ejercicios de espalda, pues hay que preparar a la columna vertebral y a la médula espinal para el despertar de la energía. Se practican ejercicios para los tres nadis principales que recorren la espalda, Ida, Pingala y Sushumna.
Quizás lo que más echa para atrás a la gente cuando hacen por primera vez kundalini yoga son los mantras que se cantan al principio y al final de la clase, e incluso durante.
Si es cierto que la estructura de una clase de kundalini es muy ritualista, pero es necesario pues tras el canto inicial dejas todos tus problemas fuera de ti y tras el canto final, te despides de ese momento que has disfrutado para estar contigo mismo y enfrentarte a lo que te queda de día.
Es un poco como la ceremonia del té y sus diferentes fases, al principio recorren un jardín por un caminito empedrado hasta entrar en la sala de ceremonias, dejando atrás todo lo que uno es, y finalmente saliendo de nuevo, al mundo real, tras haber compartido el té con todos los invitados, de una misma taza, para unirte con ellos, y después tomar un té individual en la fase final, para reconocer que seguimos siendo seres individuales de cara al exterior.
Con esto quiero decir que al principio yo me agobiaba mucho dando kundalini yoga porque pretendía que le gustara a todo el mundo y que entendieran lo que era realmente. Pero también hay que comprender, que hay gente que no está preparada y hay que enseñarles poco a poco, desde el principio, una técnica más sencilla para que logren entender la avanzada. Es como si quisieras enseñar a multiplicar antes que a sumar.
Así es como he entendido que todo tiene su momento y sus ritmos, no hay que agobiar a nadie con nada ni volverse un maestro filosófico cuando en realidad la gente acude a una clase de yoga a evadirse, a que le corrijas, le alientes, de digas «sigue así, lo estás consiguiendo» y finalmente «relájate y vete a casa». Cuando su curiosidad hacia el yoga despierte, preguntarán y entonces sabrás que es el momento de que tus alumnos sigan avanzando por el camino del yoga.
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