«En general, los pesimistas se creen grandes filósofos, grandes sabios y lo que es extraordinario, es que consiguen persuadir a los demás. En realidad, son grandes ambiciosos que desean cosas imposibles y que, al no poderlas realizar, se dejan llevar por la pena y la misantropía. De ahí extraen una concepción decepcionante de la vida y de los humanos que exponen por todas partes imaginándose que demuestran tener una gran profundidad y una gran lucidez. En absoluto, incluso es todo lo contrario: su visión está completamente enturbiada por sus humores negros.
Sentirse apenado está permitido, pero solamente por las dificultades o las desgracias de los demás, no por nuestros deseos y ambiciones insatisfechas. Aquel que cae frecuentemente en este estado no está muy evolucionado, porque este pesimismo está inspirado generalmente por su naturaleza inferior siempre insatisfecha. Así pues, que haga esfuerzos para salir de ahí, porque si no, nunca sabrá lo que es la verdadera vida.»
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Es de suponer que quien escribe ésto sabe muy bien lo que es la verdadera vida.