Texto publicado por la pediatra Claudia Gold en la web Mad in America, titulado “Beyond ADHD: Moving Past the DSM Paradigm of Mental Illness”.
“Un paradigma es una forma de pensar sobre las cosas. Durante los últimos 60 años, más o menos, nuestra forma de pensar acerca de la salud y la enfermedad mental ha estado dominada por el “paradigma DSM”. Lo que esto significa es que cuando un niño es referido a mi consulta de pediatría conductual por ansiedad, las preguntas que los padres, los médicos que me lo han derivado o los maestros me hacen son: “¿Tiene un trastorno por ansiedad?”, seguido de “¿Cómo vamos a controlar su comportamiento?” y “¿Necesita medicación?”
El paradigma DSM ha sido útil como una forma de organizar nuestro pensamiento. Pero es importante reconocer que estos “trastornos” -ansiedad, depresión oTDAH– son simplemente listas de síntomas que tienden a ir de la mano. No se corresponden con ningún proceso biológico conocido como, por ejemplo, la diabetes con la falta de insulina.
Cuando se creó el primer DSM, no teníamos las aseguradoras ni las poderosas farmacéuticas que tenemos hoy en día. Debido a estas organizaciones, entre otras cosas, hemos acabado por tener una visión muy estrecha de la salud y la enfermedad mental.
El paradigma DSM es un sistema en blanco y negro con sólo dos posibilidades: “normal” o “alterado.” De acuerdo con el paradigma del DSM, si la respuesta a la primera pregunta acerca de mi paciente ansioso es “no” y, por tanto, no hay un diagnóstico, entonces no hay cobertura del seguro y no hay ayuda. Pero está claro que esa familia tiene un problema.
Necesitamos un cambio de paradigma: un cambio fundamental en el enfoque y sus supuestos subyacentes. Se necesita un nuevo paradigma que refleje la complejidad que sabemos existe gracias a la abundante investigación desarrollada en la interfase entre psicología, neurociencias y epigenética.
El niño antes citado puede tener un importante historial familiar de rasgos de ansiedad. Puede tener una gran vulnerabilidad genética para desarrollar ansiedad. Sin embargo, si uno de los padres que comparte estos rasgos recibió una bofetada por su “comportamiento difícil” cuando era un niño, puede llegar a estar tan abrumado por los desafíos de su hijo que sea incapaz de ayudarle a manejar su ansiedad. Un conflicto matrimonial, tal vez exacerbado por el estrés de un niño que está luchando, puede añadir más complejidad. El entorno en el que este niño crezca y se desarrolle determinará la forma en que se acabe expresando su vulnerabilidad genética.
Como describí en una entrada anterior, la emergente disciplina de Salud Mental Infantil ofrece un nuevo paradigma. Esta disciplina se caracteriza por cuatro componentes clave. En primer lugar, es relacional, reconociendo que los seres humanos (y eso incluye sus genes y cerebros) se desarrollan en el contexto de relaciones de cuidado. En segundo lugar, es multidisciplinar. Expertos en salud mental infantil ofrecen diferentes perspectivas. Vienen de muchos campos, incluyendo, la psicología del desarrollo, pediatría, enfermería y terapia ocupacional. En tercer lugar, abarca la investigación, el trabajo clínico y las políticas públicas. El campo atiende la salud mental en el contexto de la cultura y la sociedad. Y por último, es reflexivo, mirando el significado de la conducta, y no simplemente la conducta misma. La capacidad de atribuir motivaciones e intenciones a los comportamiento es únicamente humana, y la investigación ha demostrado que esta capacidad está estrechamente relacionada con la salud mental.
Este nuevo paradigma nos da una manera de organizar nuestro pensamiento acerca de los problemas de la familia que describo arriba. Ofrece un camino para el tratamiento, es decir, apoya los esfuerzos de los padres del niño en reconocer el complejo significado de su comportamiento. Una vez que los padres se sientan escuchados y comprendidos, y tengan la oportunidad de dar sentido a la conducta de sus hijos, estarán en mejores condiciones de ayudar a manejar su ansiedad. Ellos lo podrán involucrar en actividades físicas o creativas que le ayuden a sentirse tranquilo en su cuerpo. Ellos podrán obtener ayuda para su propia relación. Ellos podrán trabajar conjuntamente con los maestros del niño para crear una estrategia sobre cómo apoyarlo en el entorno escolar.
Hace varios años, gracias a mi primer libro, Keeping Your Child in Mind, tuve el honor de ser invitada a dar la Paul A. Dewald lecture en el Instituto Psicoanalítico de San Luis. Mi libro trata de la idea de que en lugar de ir directamente al “qué hacer” con el comportamiento de un niño, es importante simplemente “estar” con ese niño; pensar en ese niño. Mientras me preparaba la charla llegué a reconocer que ocurre lo mismo con nuestro sistema de atención a la salud mental. Antes de que podamos planificar el “qué hacer” aplicando la riqueza de la investigación con la que contamos, primero deberíamos reconocer que tenemos que “pensar” de manera diferente. Tenemos que adoptar un cambio de paradigma. Un primer paso importante es nombrarlo como tal”.
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Fuentes: nogracias.eu