Mi pequeño niño, estoy aquí sintiendo tu alma en pena. Hoy eres tristeza porque no te encuentras en los hombres. Estás entre tantos y te sientes solo.
Pero Juan, siempre he respirado en ti ya que en tu necesidad de verte en otros está oculto el impulso del Universo.
Levanta tu vista y mira con mis ojos, no te envuelvas en la pena de la pérdida. No te transformes en soledad cuando integras el corazón de algo tan hermoso y fantástico.
Mi niño, vuela por arriba de aquello que hoy te muestra la pena. Respira, se uno conmigo y siente cómo la Unidad nos integra. Tu estas en mi y yo me muevo por tu gracia.
Juan, observar la vida desde la tristeza y la soledad es ver lo más pobre de los hombres.
Reconoce quien eres y no asimiles la creencia de miles que viven en lamento sin sentir la palabra y el verbo en la vida.
Sonríe. Vinieron aquí a ser la presencia del todo en materia. No hay espacio para confundirte en la soledad porque te alejas de la belleza que tiene tu alma. Dios se encuentra en Dios, en ti, en mí, en todo lo que tu vista puede alcanzar. Mi niño, no limites la posibilidad de que Dios vibre encerrándote en la soledad.
Veo personas que caminan sin entender al que tienen al lado…
Han elegido desde un lugar muy pequeño. No puedes permitir eso en ti. Vuela arriba de este sueño y muéstrales de dónde vienen, qué son. Se cambia, cambiándote. Se ilumina permitiendo que el brillo dentro de ti surja. Se el símbolo, se la marca de la vida transitando entre hombres.
Te abrazo con amor, ya que en tu amor vivo.
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