¿Cómo se explica que incluso en el 23 de Enero, el principal bastión chavista de Caracas, el lugar donde reposa el cuerpo de Hugo Chávez, la oposición obtuviera mayoría en las elecciones parlamentarias del pasado domingo?
Los vecinos de la urbanización, que desde fuera se ve como mayoritariamente chavista, no se lo terminan de explicar.
Unos alegan «traición», otros culpan a la «guerra económica» y muchos prefieren no opinar.
Las explicaciones son vagas, desordenadas; las conversaciones se interrumpen con la frase «ve y le preguntas a otro».
Pero la mayoría tiene una intuición para explicar la derrota: «Es el estómago».
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Lo dicen en referencia a los problemas económicos que sufren los venezolanos, que deben hacer filas durante horas para comprar productos básicos y ven cómo su sueldos y ahorros se devalúan por la inflación más alta del mundo.
«La gente está pasando hambre», dijeron varios de ellos a BBC Mundo.
Aunque muchos, a pesar de haber ejercido el voto castigo, coinciden con el presidente Nicolás Maduro en que la crisis es consecuencia de una guerra económica gestada por el sector privado, la derecha y Estados Unidos, a los que acusan de esconder los productos y generan la escasez.
En los bastiones chavistas
En las parlamentarias del domingo el oficialismo perdió por más de 15 puntos porcentuales, lo que le da a la oposición una supermayoría de 2/3 en la Asamblea Nacional.
El chavismo fue derrotado hasta en Barinas, el estado donde nació Hugo Chávez.
En total la oposición se impuso en 20 circuitos que siempre habían optado por el chavismo.
Y en la capital, Caracas, el oficialismo perdió en todas los circunscripciones, incluso donde se encuentran los más radicales de sus militantes, los barrios del oeste.
El 23 de Enero es uno de esos sectores, aunque se trata de un caso especial: allí está el Cuartel de la Montaña, la base militar que Chávez y sus compañeros usaron de comando durante el intento de golpe el 4 de febrero de 1992.
El Cuartel, sobre el que se ve una 4F gigante, es un símbolo del chavismo.
Y a su alrededor están las sedes de los círculos bolivarianos que Chávez inventó para «defender la revolución».
Los llamados colectivos dicen ser grupos de trabajo social, educativo y cultural a favor de la comunidad.
Pero sus críticos los califican como los paramilitares del chavismo, porque algunos de ellos están armados y realizan trabajos de seguridad.
Los colectivos del 23
En medio de ese conflicto de versiones, y entre extravagantes fotos de hombres armados y encapuchados con el mural del Che Guevara al fondo, los colectivos se han hecho famosos alrededor del mundo.
Y hoy muchos se preguntan qué papel tuvieron en la derrota del gobierno en las parlamentarias, sobre todo en la tierra que controlan: el 23 de Enero.
BBC Mundo habló con el dirigente de uno de ellos, que pidió no revelar su identidad ni el nombre de su colectivo porque, si no, dijo: «No van a tener problema en matarme».
«Ejercimos el voto castigo; no votamos por la oposición, pero unos se abstuvieron y otros hicimos voto nulo», dijo.
Y citó dos razones: la guerra económica y la corrupción.
«El gobierno no supo ganarle la guerra económica al sector privado, han debido arrestar a Lorenzo Mendoza», dijo, en referencia al presidente de Polar, la empresa que monopoliza la producción y distribución de alimentos básicos.
«Pero también dejaron que la corrupción se tomara todas las entidades públicas, que las leyes se dejaran de cumplir».
«Acá hay colectivos que tienen casinos, ¿eso es revolución? El poder del pueblo no se cumplió, sino que aprovecharon eso para robarse los reales (dinero)», asegura.
El activista advierte: «Nosotros no votamos ni votaríamos por la oposición, acá ni se sabe quién era el candidato de la oposición; nosotros somos chavistas, pero estamos bravos (enojados)».
«Y si el gobierno no corrige, me da mucha pena decirlo, van a acabar con la revolución», dice con una expresión de preocupación.
«Críticas susurradas»
En la plaza 4 de Febrero –a dos cuadras del Cuartel de la Montaña– hay una pequeña bodega que atiende la señora Mariela Leal, quien dice haber votado por Chávez y atribuye la derrota en «el 23» a que «la gente no supo canalizar la arrechera (rabia)».
Leal se encuentra atendiendo a Beatriz Lozada, una mujer mayor que sufre trombosis en la pierna.
«Si no fuera por Chávez, a mí ya me habrían tenido que cortar esta pierna», dice Lozada.
«El gobierno me ha dado todos los medicamentos, y gratis, para estar bien, ¿tú crees que no voy a votar por ellos hasta que me muera, así haya una guerra económica y nos toque hacer cola? No, chico».
«La gente que votó por la oposición es porque son una partida de desagradecidos, eso es lo que son», añade.
Pero por un lado llega una mujer –de 30 años– con tres niños a su lado –de 2, 4 y 6 años– a quienes les compra tres maltas frías.
Ella escucha a Mariela y a Beatriz decir que la guerra económica ganó las elecciones, y se ríe, pero no se pronuncia.
Luego habla con BBC Mundo sin que las otras se den cuenta.
«Yo voté por la oposición porque esta situación me ha hecho sufrir mucho para conseguirles la comida y los pañales a los chamos», dice en condición de anonimato.
«Porque así haya ganado la oposición en el 23 –dice– acá las críticas hay que hacerlas susurrando«.
Ganar elecciones depende del vigor de los contrarios. Incluso la precariedad económica.