«¡Cuántos acontecimientos pueden cada día hacer que la vida os parezca pesada, sombría y sobre todo, prosaica! Pero vosotros no debéis permitir que estos acontecimientos os influyan. ¡Hay tantas posibilidades para evitar que os volváis pesados y sombríos!
Pensad en este magnífico jardín que es el Paraíso y decíos que vosotros sois una flor en este jardín divino, una flor con unos colores magníficos, con un perfume delicioso… ¿Qué es una flor? No sabe hablar, ni cantar, ni bailar, ni tocar ningún instrumento, solamente está ahí, con sus formas, con sus colores, con su perfume y los más grandes artistas se extasían ante ella… Y si vosotros sabéis ser como flores, ¿por qué no iban a venir también los espíritus celestiales a maravillarse ante vosotros? Dirán: «¡Ah! ¡qué bonita flor!» y se inclinarán ante vosotros para añadir aún algún otro matiz a vuestros colores, a vuestro perfume. ¿Verdad que esta imagen puede ayudaros a resistir las cargas, las tinieblas y a vivir una vida poética?»
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