Un día me descubrí jugando.
Jugaba con otros y quería ganar:
Ser más.
Solo veía las cartas que tenía yo
y no entendía nada del juego.
Luego me di cuenta…
Ya no quería formar parte de aquello,
pero no sabía cómo dejar la partida.
Pensé en dejarme ganar…
Pero eso tampoco era solución.
Si perdía la partida
seguía formando parte del juego… y no quería.
Otra vez la incomprensión…
¿Por qué no quieres ganar?,
oí a mis espaldas
Verás…
Este juego no me interesa.
No me da paz, sólo me inquieta.
Enseñé mis cartas…
Luego las tiré, con la mirada perdida.
Si yo no jugaba, el juego tampoco tenía sentido para los demás.
Abandoné y otros me siguieron.
No sabían por qué,
pero me lo agradecieron:
aquello también les había hastiado.
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Autora: María Ferrer
Publicado por Emilio Carrillo