«Hace centenares de años, un pastor en la montaña, se entretuvo en abrir con su bastón un pequeño surco en el suelo. ¿Y qué es un pequeño surco?… Pero después llegó la lluvia, la nieve, el hielo, el viento, el sol… y poco a poco este pequeño surco se fue ahondando, se fue ensanchando hasta convertirse en el lecho de un torrente. Esto tan sólo es una imagen, pero nos enseña que el mismo fenómeno se produce en el ser humano. Cada pensamiento, cada sentimiento es como un surco que trazamos en nuestra tierra interior y todas las fuerzas psíquicas y espirituales que circulan en el espacio contribuyen también a ahondarla y ensancharla.
Ahora empieza un nuevo año… ¿No sería éste el momento de trazar conscientemente un surco en vuestra alma? Concentraos en un pensamiento divino, formulad un deseo divino y vivid toda esta jornada de tal manera que se grabe en vosotros. Los poderes celestiales serán alertados y vendrán a sosteneros en vuestros esfuerzos. Cada día estarán ahí para deciros: «Acuérdate que el primer día del año abriste un surco, continúa ahondándolo » y si los escucháis, si continuáis pacientemente vuestro trabajo, un día os sentiréis atravesados por un río de luz.»
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