¿Qué tienen en común Bono, James Joyce, Roy Keane y la cerveza Guiness? Todos provienen de la isla de Irlanda, conocida por muchos como uno de los bastiones de la cultura celta.
Esta última es, probablemente, una de las culturas europeas más reconocibles y celebradas, pero los celtas no siempre habitaron esta isla. Los expertos llevan ya un tiempo intentando determinar el origen de los celtas irlandeses y, gracias a nuevos análisis de ADN, finalmente lo habrían logrado.
La pista del ADN
Para realizar esta investigación, los expertos seleccionaron dos grupos de restos encontrados en la isla de Irlanda. El primero, una mujer granjera del período neolítico que habría muerto hace unos 5200 años y el segundo, tres hombres de la Edad de Bronce que habrían vivido hace 4000 años.
Los resultados sugirieron que los primeros granjeros de Irlanda se parecían bastante a los habitantes del sur de Europa, pero, durante la Edad de Bronce, las cosas habrían cambiado gracias a una importante migración de las zonas más periféricas del este europeo.
La mujer del neolítico se parecía a los habitantes de España y la isla de Cerdeña, pero también presentaba claros rastros de ascendencia en Medio Oriente. Los hombres de la Edad de Bronce mostraban señales de una considerable ola migratoria proveniente de regiones en lo que actualmente se conoce como Rusia y Ucrania. Todos estos orígenes son los que dieron lugar a lo que hoy conocemos como celtas.
Vientos de cambio
Lo interesante es que el ADN no fue lo único que cambió producto de estas olas migratorias. Los científicos llevaban un largo tiempo discutiendo si la transición de la caza a la agricultura que se vio en las islas británicas fue algo local o la consecuencia de costumbres «importadas» con la llegada de otras poblaciones. Estos nuevos estudios parecerían apoyar la segunda hipótesis.
Además, los análisis de ADN confirman que la tolerancia a la lactosa en la adultez, un factor característico de las poblaciones irlandesas, se habría desarrollado de forma más reciente, ya que estaba presente en los hombres de la Edad de Bronce, pero no en la mujer del neolítico.
Por otro lado, otro factor característico de estas poblaciones, una enfermedad genética que que provoca la retención en exceso del hierro ingerido, estaba presente en ambos grupos de restos, lo cual indicaría que se desarrolló con anterioridad.
Es increíble que podamos saber todo esto a partir de un análisis de ADN, algo que hace no tanto tiempo habría parecido imposible. ¿Qué otras cosas podremos rastrear en el futuro?
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