Excavado cerca de Belfast (Irlanda) en 1855, este cráneo había permanecido en una cámara de una tumba neolítica de hace 5.000 años. Su ADN ha sido ahora secuenciado. Fotografía: Daniel Bradley, el Trinity College de Dublín.
Fuente: Trinity College Dublin | 28 de diciembre de 2015 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Un equipo de genetistas del Trinity College de Dublín y arqueólogos de la Queen’s University, en Belfast, ha secuenciado los primeros genomas existentes de seres humanos irlandeses, y la información encontrada ya está respondiendo a preguntas fundamentales sobre el origen de los irlandeses y su cultura.
El equipo secuenció el genoma de una de las primeras granjeras, la cual vivió cerca de Belfast hace unos 5.200 años, y el de de tres hombres de un período posterior, alrededor de 4.000 años atrás, durante la Edad del Bronce, después de la introducción de la elaboración del metal. Sus relevantes resultados han sido publicados en la revista científica internacional Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Foto: Una reconstrucción del cráneo femenino, del periodo neolítico, hallado en Ballynahatty (Belfast, Irlanda) realizada por Elizabeth Black. Sus genes nos dicen que tenía el pelo negro y ojos marrones. Fotografía: Barrie Hartwell
La genética irlandesa es intrigante. Se encuentra al margen de muchos gradientes genéticos europeos, con máximos en el mundo como las variantes que codifican la tolerancia a la lactosa, el tipo de cromosoma Y de Europa occidental, y varias enfermedades genéticas importantes, entre las que se incluye una de excesiva retención de hierro, llamada hemocromatosis.
Sin embargo, los origenes de esta herencia son desconocidos. La única manera de descubrir nuestro pasado genético es secuenciar genomas directamente de gentes antiguas, es decir, embarcarse en una especie de viaje genético en el tiempo.
La migración ha sido un tema candente en arqueología. La opinión se ha dividido sobre si las grandes transiciones en las islas británicas, desde un estilo de vida cazador-recolector a otro con base en la agricultura, se debieron a una adaptación local a las nuevas formas de subsistencia o si estas influencias fueron derivadas por la afluencia de gente nueva.
Estos primeros genomas irlandeses muestran evidencias inequívocas de una migración masiva. Los primeros agricultores tienen en su mayoría ascendencia de origen en el Medio Oriente, donde la agricultura fue inventada. Los genomas de la Edad del Bronce son igualmente diferentes, con aproximadamente un tercio de su ascendencia proveniente de fuentes antiguas de la estepa póntica.
«Hubo una gran ola de cambio genético que se extendió por Europa desde norte del Mar Negro durante la Edad de Bronce y ahora sabemos que lavó todo el camino hasta las costas de la isla más occidental», dice el profesor de Genética de Poblaciones en el Trinity College de Dublín, Dan Bradley (izquierda), quien dirigió el estudio, «y este grado de cambio genético invita a la posibilidad de otros cambios asociados, tal vez incluso con la introducción de una lengua ancestral en las lenguas celtas occidentales».
«Está claro que este proyecto ha demostrado cómo una poderosa herramienta de análisis de ADN antiguo puede proporcionar respuestas a la hora de responder preguntas que tienen desde hace tiempo a los académicos perplejos respecto a los orígenes de los irlandeses«, afirma la Dra. Eileen Murphy (derecha), profesora titular de Osteoarqueología en la Queen’s University de Belfast.
Mientras que los primeros agricultores tenían el pelo negro, ojos marrones y más parecido con los europeos del sur, las variantes genéticas que ostentan los tres hombres de la Edad de Bronce procedentes de Rathlin Island tenían el tipo más común en Irlanda de cromosoma Y, alelos de ojos azules y la variante más importante de una enfermedad genética, la hemocromatosis.
La última mutación C282Y es tan frecuente en las gentes de ascendencia irlandesa que a veces se la considera como una enfermedad celta. Por tanto, este descubrimiento marca la primera identificación de una importante variante sobre tal enfermedad en la prehistoria.
«La afinidad genética es más fuerte entre los genomas de la Edad de Bronce y los actuales irlandeses, escoceses y galeses, lo que sugiere el establecimiento de atributos centrales del genoma celta insular hace unos 4.000 años», añadió la investigadora y doctora en Genética delTrinity College, Lara Cassidy (izquierda).
Terrae Antiqvae