Einstein se declaró agnóstico, a la vez que rechazaba la etiqueta de ateo. Dijo que creía en el Dios panteísta de Baruch Spinoza, pero no en un dios personal, una creencia que criticó. Einstein creía en un dios que se revela en la armonía de todo lo que existe, no en un dios que se interesa en el destino y las acciones del hombre. Deseaba conocer cómo Dios había creado el mundo.
La más bella y profunda emoción que nos es dado sentir es la sensación de lo místico. Ella es la que genera toda verdadera ciencia. El hombre que desconoce esa emoción, que es incapaz de maravillarse y sentir el encanto y el asombro, está prácticamente muerto. Saber que aquello que para nosotros es impenetrable realmente existe, que se manifiesta como la más alta sabiduría y la más radiante belleza, sobre la cual nuestras embotadas facultades sólo pueden comprender en sus formas más primitivas. Ese conocimiento, esa sensación, es la verdadera religión.
Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los más pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente.
Pensamientos y Reflexiones de Albert Einstein
La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.
Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.
En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.
Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida.
Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor.
Hay dos maneras de vivir su vida: una como si nada es un milagro, la otra es como si todo es un milagro.
El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados.
No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos.
Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.
La teoría es asesinada tarde o temprano por la experiencia.
¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.
Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.
Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.
Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos.
Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos.
Estoy absolutamente convencido que ninguna riqueza del mundo puede ayudar a que progrese la humanidad. El mundo necesita paz permanente y buena voluntad perdurable.
Si siempre se hacen las cosas de la misma manera, siempre se obtienen los mismos resultados, pero si queremos que pase algo diferente, obtener otros resultados, debemos hacer las cosas de manera diferente.
No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El” w:la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
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