El ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, considera que una reforma de la Constitución es «posible y deseable» y que el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, está «dispuesto» a hablar de ello, pero ha dejado claro que para acometer la reforma que «España necesita» sólo puede hacerse con una gran coalición.
Durante su discurso en la presentación del libro ‘Historia de la política exterior española en el siglo XX y XXI’, Margallo ha asegurado que Rajoy «está dispuesto a hablar de una reforma constitucional, siempre y cuando se cumplan determinadas condiciones o bien no se pisen líneas rojas» como la soberanía nacional.
Para el jefe de la diplomacia española, esa reforma es «posible y deseable» porque la Carta Magna tiene «algunos defectos de diseño» como el reparto de competencias o la financiación autonómica y «defectos de funcionamiento» como la «falta de coordinación entre administraciones».
Pero eso sí, el ministro ha advertido de que cualquier reforma requiere de una serie de requisitos, empezando por el procedimiento a seguir, que viene marcado en la propia Constitución, así como «definir con toda claridad el contenido, los principios que se quieren modificar y cuáles no se deben modificar».
Además, ha dejado claro que también tiene que evitarse que la reforma pueda ser «interpretada como una cesión ante las presiones separatistas» y sólo ser vista como «una actualización del pacto de convivencia» que representa la Constitución de 1978.
Tras la reforma de la Carta Magna, según Margallo, debe ir una «reforma del modelo productivo», y todo ello debe ser abordado por «aquellas fuerzas políticas que participen de los principios y valores que inspiran la democracia sin adjetivos, que asuman las obligaciones que implica nuestra pertenencia a la comunidad económica y monetaria».
«Si esos son los principios, la fórmula está clara y es la única que puede dar el paso siguiente», ha remarcado el ministro haciendo una referencia directa a la gran coalición que ha propuesto Rajoy entre PP, PSOE y Ciudadanos.
«Sólo una coalición con esa legitimidad, con ese apoyo parlamentario, puede hacer un llamamiento a la sociedad para que participe en ese esfuerzo de actualización de los pactos que nos dimos en el 78», ha explicado.
En esa situación, Margallo considera que «ha llegado el momento de preguntarnos qué clase de nación somos y en qué dirección queremos movernos». A su juicio, el próximo gobierno que se forme va a ser «el gobierno del cambio» porque ese es el «mandato» que dieron las urnas el pasado 20 de diciembre.
«Pero no se trata de un cambio como el de la Transición de 1977. En aquel momento tuvimos que desmantelar una dictadura y ahora no es así. Se trata de actualizar los pactos de la convivencia que nos dimos en 1978, que siguen vigentes y que nos han dado una época de libertad no conocida desde la Guerra de la Independencia», ha afirmado.
«No es un asalto de los cielos», ha dicho, antes de afirmar que no son posibles aquellos cambios que intenten alterar la soberanía del pueblo español, ni preceptos de la unidad, ni desconocer que se trata de una nación de ciudadanos iguales en derechos y obligaciones y, por tanto, de «fórmulas de federalismo asimétrico o que consagren privilegios de unas comunidades sobre otras».
Ha asegurado que en su opinión esa reforma «es hoy posible e incluso deseable» y se ha referido a algunos «defectos de diseño», en relación a la sucesión de la Corona, la delimitación de competencias, la falta de previsión sobre principios básicos de financiación autonómica o de multiplicación de los órganos administrativos, entre otros.
A su juicio, esa reforma debe hacerse por el procedimiento establecido en la propia Carta Magna, con consenso y delimitando con claridad el objeto, contenido, principios y preceptos que se quieren modificar y cuáles no, porque de lo contrario, ha avisado, sería abrir un proceso «de consecuencias incalculables no necesario».
«La reforma debe evitar ser interpretada como una cesión ante las presiones separatistas de distintas partes de España», ha advertido el ministro de Exteriores, antes de apostillar: «De esa actualización puede resultar la solución de la cuestión catalana».
Asimismo, García-Margallo ha hablado también de la reforma del modelo económico para que los beneficios de la recuperación se extiendan a toda la sociedad española, especialmente a los más vulnerables, y ha citado por ejemplo una ley de compensación social. Se ha mostrado además partidario de un gran pacto por la educación y ha apostado por un sistema que perdure en el tiempo con independencia de la alternancia de gobierno.
La reforma fiscal es otro tema que debería ser pactado entre todos, ha continuado, antes de señalar que ésta debería no sólo resolver el problema de la financiación de las comunidades sino adaptar el sistema tributario a la nueva realidad económica.
En la lucha contra la corrupción y por la transparencia, el ministro ha apostado por crear una comisión independiente, formada por expertos, que digan qué se puede hacer para acabar con «una lacra que ha arruinado el prestigio de la clase política».
Para llevar a cabo estas reformas, García-Margallo cree que se debe contar con el impulso de los partidos que participen de los principios y valores que inspiran ese texto, que apuesten por la lealtad constitucional, con la colaboración de toda la sociedad y sin que haya «vetos ni exclusiones» de dirigentes políticos.
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