¿Cuántas veces has sentido que la tristeza parece el fin del mundo? Recuerda esos momentos en los que crees que tu vida es un profundo túnel oscuro en el que eres incapaz de atisbar una salida. Sin embargo, siempre hay algún motivo para no perder la fe y la esperanza. Solo hay que saber encontrarlo.
Porque es cierto, la tristeza no es el fin del mundo. En realidad, todo está en nuestra mente. De nosotros depende caer en estados pesimistas y melancólicos que hagan que todo cuanto nos rodea se vuelva tétrico y anodino.
¿Cómo comienza la tristeza?
La tristeza es una emoción que, de no estar preparados, ser precavidos y fuertes, puede apoderarse de nuestro ser. Para ello requiere de muy poco esfuerzo, pero sí que acaba siendo muy adictiva, como insinuaba Flaubert.
“La tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada necesita menos esfuerzo que estar triste.”
-Séneca-
Un proceso duro, como la pérdida de un ser querido, puede provocar una profunda tristeza. El desamor, un trabajo poco satisfactorio, situaciones familiares complejas, desencuentros ydesengaños… Hay decenas de motivos que pueden desencadenar situaciones depresivas difíciles de superar.
La tristeza no es intrínsecamente negativa. Tras una situación complicada, es un estado de ánimo totalmente natural y aceptable. No seríamos seres humanos con sentimientos si tras la pérdida de un ser querido no sufriéramos el poso de vacío nos deja.
Sin embargo, no es bueno abandonar el timón de nuestra mente a los caprichos de cualquier emoción, incluida la tristeza. Es lógico guardar el luto temporal, pero no lo es hacerlo eterno.
Superando los estados de tristeza
Nuestra propia razón será la encargada de informar cuál es el tiempo de duelo que necesitamos. Una vez pasado el trauma, nada impide que, de manera progresiva, nos reintegremos en una vida que no tiene por qué estar invadida por la tristeza y la decepción.
“No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera.”
Jamás hemos de cerrarnos en banda y decir no a la superación de los problemas. En nuestra mente reside la capacidad de avanzar, de ser optimistas, de actuar de forma positiva y tratar de ser felices.
No hay un botón en el cerebro que active y desactive la tristeza. Pero sí que sabemos qué es lo que nos alegra, nos divierte e ilumina. Ahí es hacia donde hay que mirar para superar la tristeza.
La tristeza jamás debe ser el fin del mundo. Más bien al contrario. Ha de ser el comienzo de una nueva vida en la que valoremos más cuanto tenemos a nuestro alrededor. Disfruta de todo lo que has conseguido, porque nada justifica estar el resto de tu existencia sufriendo un estado depresivo.
Razones para seguir adelante
Sal a la calle y mira cuanto has conseguido. Amigos, familia, trabajo… Todos tenemos logros por los que alegrarnos, que nos permiten ser positivos y vivir el presente con felicidad, mientras miramos al futuro con esperanza.
Siempre hay una luz al final del túnel. Al principio será lejana y tenue, pero con esfuerzo y tesón, nos acercaremos a ella haciéndola cada día más grande, logrando que brille tanto como una estrella del firmamento.
Busca los motivos que te hacen feliz. Piensa que el amigo que se fue no te quiere triste, confía en las personas que te quieren, haz actividades que te agradan y divierten, busca lo positivo que hay en ti y exprímelo hasta la última gota… en definitiva, disfruta de cada segundo de vida, porque es único y no se volverá a repetir.
Una emoción, como la tristeza, no representa el fin del mundo. En realidad, existen muchas razones por lo que merece la pena seguir adelante y no dejarse avasallar por un sentimiento que nos empuja a la melancolía.
Habla con tu corazón, en conversación directa y sincera. Busca en él todo cuanto te gusta, te ilusiona y te hace feliz. Practica cada día el amor propio y el cariño a los demás y piensa en todo momento que la tristeza no es el fin del mundo, sino una situación que te fuerza a seguir adelante con más ansias de ser feliz cada día.
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