Corporate Europe Observatory (CEO) es una de las organizaciones civiles más activas de laUnión Europea en la denuncia de las prácticas de lobby. En esta ocasión, la periodista independiente Stéphane Horel nos ofrece un informe sobre cómo la industria química tóxicay destacadas compañías como Bayer o BASF han bloqueado la posibilidad de que se adopten medidas para regular los disruptores endocrinos (EDC). Éstas son sustancias muy peligrosas para la salud que podemos encontrar en diferentes plásticos, cosméticos, ordenadores o plaguicidas.
Los impactos en el medio ambiente y en la salud de las personas y animales povocados por los llamados disruptores endocrinos están bien documentados. Estas sustancias una vez en nuestro organismo imitan la actividad de las hormonas y el sistema endocrino y por ello los daños más conocidos son los relacionados con la sexualidad y la fertilidad y también con el debilitamiento del sistema inmunitario y los retrasos en el aprendizaje infantil.
Las dosis dañinas pueden ser muy muy bajas y solemos estar expuestos a ellos durante muchos años por lo que una de las características principales de este tipo de intoxicaciones es que las consecuencias aparecen muy tarde.
NO hay niveles seguros de este tipo de sustancias. En la UE cuando se detectan se prohíben.
Así ha ocurrido en los últimos años con varios productos, lo que ha enfadado a la industria para la que medidas favorables a la salud públicas suponen una bajada de sus ingresos económicos. Por eso, porque les importa más la rentabilidad de sus empresas que la salud ambiental y de las personas han emprendido una campaña de lobby destinada a evitar que se regulen los disruptores.
Las estrategias desarrolladas las cuenta bien Horel:
Intentos de minar y desacreditar la ciencia sobre independiente EDC, mientras promovían los estudios de la industria como la única ‘ciencia fiable’; presionar a otras Direcciones Generales en la Comisión Europea para que se enfrentaran a la DG de Medio Ambiente [que es quien impulsaba la regulación]; crear alarma sobre el daño económico que la industria sufriría; retrasar el proceso; y utilizar lanegociación entre la UE y EEUU sobre el TTIP de palanca para prevenir cualquier ‘barrera comercial’”.
¿Cómo está el asunto? La industria ha conseguido convencer a la Dirección General de Medio Ambiente europea de que hay que hacer un estudio de impacto de los EDC, vieja táctica dilatoria pues el mejor escenario posible prevé que los criterios finales para identificar disruptores endocrinos se presenten en 2017. Por supuesto, mientras se obvia le principio de precaución y continúan comercializándose.
El informe del CEO cuenta la historia de como una destacada iniciativa de salud pública de la UE ha sido bloqueda por grupos de lobby corporativo alaidos con funcionarios de la Comisión Europea, que es el gobierno de facto de Europa. Demuestra una vez más cómo las estrategias de lobby suspenden la democracia en favor de minorías industriales.
Quizá convenga citar quienes son estas últimas. Pues bien, el Consejo Europeo de la Industria Química (CEFIC) y dos de sus entidades derivadas, la Asociación Europea de protección de cultivos (ECPA) y las Asociaciones de productores europeos de plásticos (PlasticEurope) y cosméticos (Cosmetics Europe).
El presidente de ECPA es Martin Dawkinsde Bayer. El equipo directivo de CEFIC está integrado por (actuales y antiguos) empleados de BASF. El presidente de PlasticEurope, Patrick Thomas, es el CEO de Bayer MaterialScience.
También existen plataformas de lobby industrial cuyo objetivo es la defensa de los intereses empresariales en debates y foros científicos, como el Centro Europeo de Ecotoxicología y Toxicología de Químicos (ECETOC). ECETOC en su sitio web se describe como un “grupo de expertos sin fines de lucro patrocinado por la industria”. Bayer, BASF, Dow, DuPont y Syngenta son algunas de las muchas grandes compañías que integran ECETOC.
El lobby de la industria de los pesticidas también se apoya en el fenómeno de las “puertas giratorias” o traspaso de cargos del sector público al privado y viceversa. Si observamos el personal actual de ECPA: Stuart Rutherford solía trabajar en la DG de Medio Ambiente yAgatha Pietrasiuk en el área pesticidas de la DG de Salud y consumidores, mientras Jess O’Flynn, Michal Kicinsky y Anna Gatt Seretny son antiguos asistentes de europarlamentarios.
La lobbista de CEFIC Lena Perenius trabajó antes en la DG de Empresa, en la normativa sobre sustancias químicas REACH. En cuanto a Ralf Burgstahler, comenzó en BASF, pasó a trabajar en la Comisión Europea en REACH (registro de sustancias tóxicas que BASF pretendía socavar hoy en vigor), luego ocupó un cargo en el Ministerio de Asuntos Económicos alemán y ahora ha vuelto a trabajar en BASF como lobbista para las sustancias plastificantes (como los ftalatos, conocidos disruptores endocrinos).
En fin, no dejéis de leer el informe. No os perdáis cómo científicos a sueldo de las multinacionales de la toxicidad publican artículos pretendidamente científicos paradesacreditar a los verdaderos científicosindependientes que trabajan por la salud pública.
Su propósito es sembrar dudas sobre la verdadera Ciencia.
Me da cierto morbo, he de reconocerlo, acudir de vez en cuando a las webs de empresas como Bayer y leer cosas como su lema Science for a better life (ciencia para una vida mejor):
El objetivo de Bayer es la investigación, desarrollo, producción y comercialización de productos innovadores con el fin de mejorar la salud de los seres humanos de todo el mundo”.
Un poco más y me lo creo.
Bayer y BASF a la cabeza del lobby para que no se regulen peligrosos tóxicos domésticos