«Iluminación Pánica» Alejandro Jodorowsky.

(primera parte)

Alejandro Jodorowsky: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no la pena de ser vivida es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”… Así comienza Albert Camus su libro “El Mito de Sisifo”. Yo hubiera preferido que comenzara así: “No hay más que un problema filosófico serio: la Iluminación. Lograr que la vida valga la pena de ser vivida es la tarea fundamental de la filosofía”.

Camus ve al hombre desgarrado entre su inclinación a la unidad y la visión clara de los muros que lo encierran. “De Jaspers a Heidegger, de Kierkegaard a Chestov, de los fenomenológos a Scheler…todos han partido de este Universo increíble donde reinan la contradicción, la antinomia, la angustia o la impotencia”. Heidegger encuentra que esta existencia es humillante y que la única realidad es la angustia en todos los seres, concluyendo que el mundo nada puede ofrecer al hombre angustiado: se vive en medio del aburrimiento y del terror. Jasper se desilusiona de las ontologías; cree que hemos perdido la “ingenuidad”, que no podemos llegar a nada que pueda trascender el juego mortal de las apariencias y que la meta de espíritu es el fracaso en un mundo devastado donde la imposibilidad de conocer está demostrada, donde la nada es la única realidad y la desesperación no encuentra ayuda. Kierkegaard afirma que ninguna verdad es absoluta y que nada puede volver satisfactoria una existencia imposible en sí misma. Camus concluye: “¡Cómo no sentir un parentesco profundo con esos espíritus! ¿Cómo no ver que ellos se reúnen alrededor de un sitio privilegiado y amargo donde la esperanza no tiene cabida? Quiero que todo me sea explicado o nada. El absurdo nace de esta confrontación entre la llamada humana y el silencio indescifrable del mundo.”

A pesar de que Camus declarara “Por el solo juego de la conciencia transformó en regla de vida lo que era invitación a la muerte y rechazo el suicidio… ahora se trata de vivir”, me parece que , al igual que los filósofos de quienes se declara pariente, ha escogido un sendero equivocado. “Comencemos por las cosas que son primeras” dice Aristóteles en su poética. Antes de preguntarse cuál es la solución a la incomunicación, esa barrera que hay entre razón y vida nos impide transcender las apariencias, debería comenzar por ver si esa barrera es real o aparente. Debería investigar si es cierto que la angustia sea nuestra esencia; si es verdadero que en este Universo reinan la antinomia, la contradicción y la impotencia. Korzybski decía: “El idioma es un mapa de la realidad. Hay que ver si el mapa corresponde al terreno”. Una cosa es el lenguaje  del hombre y otra la realidad en la que el hombre existe. Lo que está en crisis no es el universo sino el idioma humano. Es posible abatir la ilusoria barrera entre la razón y la vida para llegar al punto donde los contrarios se amalgaman y el mundo se constituye en unidad. (“Todo conduce a creer que existe cierto punto del espíritu donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo cesan de ser percibidos contradictoriamente. Se buscaría en vano a la actividad surrealista otro motivo que la esperanza de determinar ese punto”. Segundo manifiesto surrealista, André Breton). Si un lenguaje caduca es necesario sustituirlo por otro o por ninguno. Antes que el problema del suicidio (solución para un universo de fracaso) viene la cuestión de la iluminación.

¿Es posible la iluminación? ¿Quienes dicen haberla logrado son sabios o locos? ¿Cuáles son los métodos para lograrla? ¿Hay categorías de la iluminación? ¿Existen posibilidades para el ciudadano medio de lograr este estado sin ingerir drogas? ¿Hay algo más alude ese “desierto sin agua” que anuncia Camus cuando el pensamiento llega a sus últimos límites?

Necesitamos con urgencia abandonar el Absurdo para dedicarnos a buscar prácticamente la Iluminación. Pido esta búsqueda en forma científica fuera de toda religión o culto mágico. Basta ya de “elucubraciones acerca de elucubraciones”. El momento actual pide más que nunca una revolución orgánica, un método físico, una filosofía concreta lograda por otras vías que las del lenguaje filosófico.

Hablemos del “Extraño Resplandor”.

La fábula antigua- dice Sainte Beuve- habla de un pastor llamado Comatas que, por haber sacrificado con harta frecuencia sus cabras a las musas, fue castigado por su amo y encerrado en un cofre para que muriera de hambre. Pero acudieron las abejas y lo alimentaron con su miel. Cuando el dueño, tiempo después, abrió el cofre, encontró vivo a Comatas y rodeado de suaves resplandores.

También podemos encontrar el resplandor corporal en la descripción de la muerte de San Juan de la Cruz. “No ha habido congojas ni contorsiones de agonía. El rostro, antes trigueño, queda blanco, transparente de luminosidad”. (Declaración del hermano Diego de Jesús). Esta dignidad mortuoria se parece sorprendentemente a la de otro iluminado llamado William Blake: “Murió en 1827 después de una corta enfermedad con la serenidad entusiasta de un místico y un sabio” (Biografía de W.B. por Pierre Berger).

Veamos lo que habla la Biblia del “Resplandor”.

“Seis días después Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano y lo llevó aparte a un monte y se transfiguró delante de ellos y resplandeció su rostro como el sol y sus vestidos se hicieron blancos como la luz”. (San Mateo, 17, 5, 2). “La sabiduría del hombre ilumina su rostro…” (Ecclesiatés , 8, 1,). “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen ella; porque la gloria de Dios la ilumina”. (Apocalipsis, 1, 23). “El precepto de Jehová es puro tan que alumbra los ojos”. (Salmos 19, 8). “Por lo cual dice: Despiértate de los muertos/ y te alumbrará Cristo”. (Efesios 1, 5, 14).

Como se ve, el concepto de la iluminación no sólo pertenece a las religiones budistas. Por las citas expuestas puede notarse también hasta que punto las doctrinas de Gurdjieff sobre el hombre que duerme o está muerto en vida encuentran claramente expresadas por la Biblia.

Los griegos también incluían en su mundo este concepto. En el libro de E. R. Dodds “Los griegos y lo Irracional” (Revista de Occidente), se habla de un tipo de posesión que se encuentra ya en los héroes de Homero denominado Menos. “El Menos es un estado de mente. Cuando un hombre siente Menos en su pecho o lo siente ‘subírsele, pungente, a las narices’, es consciente de un misterioso aumento de energía; la vida en él es fuerte y se siente lleno de confianza y ardor nuevo. Para Homero, el Menos es el acto de un dios que ‘acrecienta o disminuye a voluntad la potencia de un hombre’. En ocasiones puede evitarse el Menos mediante la exhortación verbal; otras veces su acometida sólo puede explicarse diciendo que un dios ‘se lo ha inspirado e insuflado’ al héroe o transmitido por el contacto a través de un bastón”. He subrayado la última frase porque me resulta emocionante hacer un paralelo entre el bastón griego y el de los maestros budistas zen que consideran que su báculo está cargado de su fluido espiritual cual un acumulador y que tocando con él pueden iluminar a un discípulo y las palabras de Willian Blake que él nunca quiso interpretar: “¿El cielo? lo he tocado con mi bastón. ¿Jesucristo? Yo soy Jesucristo y ustedes también si así lo quieren”. Continúa Dodds: “La posesión pasajera de un Menos intensificado es un estado anormal que requiere una explicación supranormal. Los hombres de Homero pueden reconocer su acometida que va acompañada de una sensación peculiar en las piernas. “Las plantas de mis pies y las palmas de mis manos se sienten ardorosas” dice uno que describe este poder. Debo hacer notar que los sitios neurálgicos corporales del Menos griego tienen mucha relación con las heridas en las palmas y en los pies de Cristo. “El término Menos se emplea también analógicamente para describir la energía devoradora del fuego”. Dodds nos remite, agracias a esta analogía establece similitud entre iluminación y fuego.

Leyendo “Pascal para lui-meme” de Albert Beguin (Editions du seuil) encontramos lo siguiente: “La tarde del lunes 23 de noviembre de 1654 desde las diez y media de la noche hasta las doce y media- Pascal anota escrupulosamente estas precisiones de tiempo como hacen a menudo los místicos- tiene una experiencia tan conmovedora que ningún lenguaje puede describirla y no encuentra, para resumirla, más que una sola palabra fuego, escrita con grandes  letras sobre una hoja de papel que llevará desde ese momento cosida para siempre en el forro de su vestimenta, “El pergamino sobre el que había escrito Fuego lleva tres líneas más agregadas probablemente al día siguiente o poco más tarde:

RENUNCIACIÓN TOTAL Y DULCE: SUMISIÓN TOTAL A CRISTO Y A MI DIRECTOR; JÚBILO ETERNO POR UN DÍA DE EJERCICIO EN LA TIERRA”

El derivar el poder creativo de Dios, logrado mediante renunciación total del Yo, sumisión y júbilo, podemos encontrarlo como base de la inspiración de los juglares. Chadwick, en “Growth of Literature”, cita las declaraciones del juglar Kighiz: “Yo puedo cantar cualquier canto, porque Dios ha plantado este don del canto en mi corazón; Él pone las palabras en mi lengua sin que yo tenga que buscarlas. No he aprendido ninguno de mis cantos. Todos brotan de mi yo interior”.

Las palabras del juglar retratan exactamente el caso de Jacob Boheme. Este filósofo alemán de fines de la Edad Media ha sido clasificado por Berdiaeff como “uno de los más grandes gnósticos cristianos”. Este gran hombre que influyó en la historia de la filosofía, plantea un problema que no ha sido resuelto; no se sabe de donde sacó su información. No era ni un sabio ni un hombre de letras ni un escolástico. Era simplemente un humilde zapatero. Se decía visionario y creador de mitos. Acerca de la fuente de su saber decía: “No me interesan sus métodos ni sus fórmulas porque no es con ellos con quienes estudié, tengo otro maestro que es la naturaleza entera. De toda esta Naturaleza y su fuerza creadora estudio yo y aprendo mi filosofía, mi astrología y no por intermedio de los hombres”. “Por mis propias fuerzas yo soy un hombre tan ciego como otro y no puedo nada, pero por el espíritu de Dios mi espíritu innato penetra todo…” “Cuando el espíritu del amor divino atraviesa mi espíritu, entonces la criatura animal y la divinidad no formas más que un solo ser, una sola concepción y una sola luz”.

Sammtliche Werke de Jacob Böhme ​(​Edición de Schiebler Leipzig).

Volvamo a William Blake. Este poeta genial dice: “Es preciso desprendernos de prejuicios y no creer más que una cosa indiscutible: la visión interior, la intuición, la imaginación, que son la comunicación directa entre el hombre y Dios. ¿Esto nos llevará a lo que llamamos el Absurdo? ¿Qué importa? Si lo llamamos así es porque estamos ciegos y juzgamos como tales”. Los imaginativos como Blake están en la luz. Confiesa que si no creemos, no hay medio de que nos crean. “debemos sentir la verdad como sentimos el fuego y la luz”. La que declaró que sus libros le eran dictados por espíritus, que él sólo repetía sus palabras y que escribía gracias a ellos. Lo despertaban en la noche: entonces se levantaba y escribía, a veces durante horas, sin sentirse con derecho a cambiar nada de lo que había oído.

(segunda parte)

Alejandro Jodorowsky: Santa Teresa de Jesús, en su libro, “Camino de Perfección”, termina así el capítulo segundo: “No sé lo que había comenzado a decir que me era divertido; creo lo ha querido el Señor, porque nunca pensé escribir lo que aquí he dicho”.

El escritor Raymond Russel, uno de los principales precursores del surrealismo, cuenta en “Cómo escribí algunos de mis libros” la más importante experiencia de su vida. Fue tal conmoción que le causó que tuvo que tratarse con el doctor Pierre Janet quien, en “De la angustia al éxtasis”, narra el caso de este genial escritor. A los 19 años, Raymond Russel cae en un periodo de éxtasis y escribe una novela en alejandrinos llamada “La Doublure”. “Durante algunos meses experimenté una sensación de gloria universal de una intensidad extraordinaria. Esta gloria era un hecho, una constatación, una sensación: yo tenía la gloria… Lo que yo escribía estaba rodeada de rayos; cerraba ventanas y cortinas porque tenía miedo que la más pequeña abertura dejara salir los rayos luminosos que emergían de mi pluma… Dejar sueltos esos papeles hubiera producido rayos de luz que habrían llegado hasta China… Pero de nada servirían mis precauciones, llevaba el Sol dentro de mí mismo. Sin dudas, cuando apareciera el volumen, esta hoguera enceguecedora se revelaría más aún e iluminaría el universo; sin crearlo puesto que yo lo llevaba ya en mi interior… Estaba en ese momento en un estado de felicidad increíble…”

(Comparo estas últimas palabras con otras de Pascal cuando cayó en éxtasis: “Alegría, alegría, alegría, llanto de alegría”). “Viví más en ese momento que en toda mi existencia”. Pero al salir la novela no fue comprendida. “El fracaso me causó un shock de una violencia terrible. Tuve la impresión de ser precipitado hacia la Tierra desde lo alto de una prodigiosa cima de gloria.”. Necesitó varios años para salir de esta crisis y volver al trabajo, pero conservó siempre la obsesión de encontrar nuevamente la sensación de gloria: “Ah, esa sensación de Sol moral… Nunca he vuelto a encontrarla. La busco y la buscaré siempre. Daría todos los años que me quedan por vivir a cambio de sentir un solo instante otra vez esa gloria”. Se sumerge en la literatura, en el ajedrez, en la droga y por último, en su búsqueda desesperada, termina suicidándose.

Otro escritor genial, Alfred Rubin, bastante ignorado y a quien André Bretón sacó del olvido otorgándole igual categoría literaria o más que a Kafka, padeció fenómenos de iluminación. Los narra en su autobiografía que precede a su novela “L´Autre Coté” publicada por Pauvert. Los fenómenos comienzan así: “Con el corazón desbordante, yo vagaba por la ciudad. En la tarde entré en un teatro de variedades buscando un ambiente diferente y, sin embargo, ruidoso, que compensara la ansiedad que sentía y que se iba haciendo cada vez más violenta. Entonces se produjo un fenómeno psíquico notable y para mí, decisivo, que aún hoy no comprendo, a pesar de que haya pensado mucho tiempo en él. Mientras la pequeña orquesta comenzaba a tocar, todo lo que me rodeaba se me dio más clara y distintamente, como bajo otra luz. En los rostros de los espectadores vi de pronto imágenes de la bestialidad humana. Todos los ruidos eran extrañamente exóticos, cortados de su fuente de origen. El sonido resonaba en mí como un lenguaje universal, sarcástico, gimiente, zumbante, al que yo no podía comprender, pero que me parecía tener un significado oculto absolutamente fantasmagórico. Me sentí triste a pesar de que un extraño sentimiento de bienestar me recorría. Y de pronto fui sumergido en una tormenta de imágenes en negro y blanco – es imposible representarse las millares de riquezas que mi imaginación hacía vibrar ante mis ojos. Huí del teatro y vagué por las calles sombrías, dominado, literalmente violado, por una fuerza obscena que, por un efecto mágico hacía nacer en mi espíritu visiones de animales extraños, de casa, paisajes y situaciones grotescas y terroríficas. En mi mundo maldito yo me sentía increíblemente bien y estaba transportado por la exaltación; cuando me cansé de caminar entré en un pequeño salón de té. Ahí también todo era absolutamente extraordinario. Desde que entré me pareció que las sirvientas eran muñecas de cera animadas quién sabe por qué mecanismo”. (Me veo obligado a citar estas palabras de Gurdjieff de “En busca de lo milagroso” anotadas por Ouspensky: “Hay una mecanización muy peligrosa: ser uno mismo una máquina. Todos los hombres son máquinas). “Era como si acabara de sorprender a los pocos clientes que había -que me parecían tan irreales como sombras- librándose a operaciones diabólicas… El estado que me habitaba duró todo el tiempo que demoré en llegar a mi casa. La calle me pareció retorcerse por voluntad propia y una montaña pareció elevarse y formar un inmenso anillo alrededor de la ciudad”.

Esta montaña que se eleva es comparable a la de Wou Men. Cuando este monje se iluminó (en el siglo trece) compuso este poema:

Un rugido de trueno en el cielo azul
de medio día
la multitud de hombres en la Tierra
abre sus ojos
todos los fenómenos del universo
se prosternan de un solo movimiento
el monte Sumerú salta y danza.

Más tarde, Kubin cuenta que “En 1903, mi conciencia alcanzó de pronto un grado tal de insólita luz interior, que sentí, quizás solamente algunos segundos, una indescriptible sensación de paz y me sentí como una entidad en la cual mi cuerpo, la pieza donde estaba, mis experiencias cotidianas, formaban un todo confundido. Esta extraordinaria sensación, que llega bruscamente y desaparece sin dejar huellas, es por sí misma tan convincente que me resulta incomunicable a los otros. Desde el momento en que me sucedió esta experiencia se transformó en la fuente principal de mi vida”. Después de muchos años de sufrimientos tratando de encontrar sentido a su vida, Kubin cree llegar a una paz interior. “Nosotros, ese ser misterioso que es el nuestro, somos el poeta, el director y el actor de esta obra”. “Un rayo de Sol se prende, como por azar, en el espejo. Acariciando por este estallido de luz, levanto los ojos y veo en el espejo mi rostro iluminado.

El rostro sonríe”.

Hablaré brevemente del gran poeta Milocz, quien padece un fenómeno de levitación en el mercado de las flores de la Madeleine en 1914 y que escribe después “Ars Magna” y otros libros esotéricos. Para presentar una carta del poeta Fernando Pessoa fechada el 13 de  enero de 1935. (Ver “Fernando Pessoa” por Armand Guilbert, Seghers). De la que se dice que “es uno de los documentos más conmovedores de toda la literatura”: “Un día en el que finalmente yo había renunciado, – era el 8 de marzo de 1914- me acerqué a una cómoda alta y, tomando un papel, me puse a escribir, de pie, como lo hago todas las veces que me es posible. Y escribí sin parar treinta y tantos poemas en una especie de éxtasis cuya naturaleza no sabría definir. Fue el día triunfal de mi vida y jamás podré conocer otro igual. Comencé con un título “El guardián de rebaños” y lo que siguió fue la aparición de alguien en mí al que no tardé en nombrar Alberto Caeiro. Perdone lo absurdo de la expresión, me había aparecido mi maestro. Ésa fue la sensación que experimenté. A tal punto que, inmediatamente escritos esos treinta y tantos poemas, tomé otro papel y escribí, al hilo igualmente, los seis poemas que constituyen Lluvia Oblicua, de Fernando Pessoa. Inmediatamente e integralmente… fue el retorno de Fernando Pessoa_Alberto Caeiro a Fernando Pessoa solo. O, mejor aún, fue la recreación de Fernando Pessoa contra su inexistencia en tanto que Alberto Caeiro…”

Gerardo de Nerval describe lo que él llama “su enfermedad” en Aurelia: “Me creía un héroe viviente vigilado por los dioses. Todo vive, todo actúa, todo se corresponde: los rayos magnéticos que emanan de mí mismo o de otros atraviesan sin obstáculo la cadena infinita de las cosas creadas; es una red transparente que cubre al mundo, cuyos hilos desplegados se comunican con los planetas y las estrellas. Cautivo en estos momentos sobre la Tierra, me entretengo con el coro de los astros que participan de mis alegrías y dolores”.

Nijinsky describe un un estado de ánimo que también es estudiado por los psiquiatras como una “enfermedad”. “Mi locura es mi amor por la humanidad. He elegido el Amor Universal. Habiendo alcanzado una altura de dos mil metros, permanecí allí durante largo tiempo. Luego una voz resonó en mí y grité en francés “¡Parole!”. Hubiera querido hablar, pero era tan potente la voz que nacía en mí, que no pude hacer otra cosa que clamar: “¡Os amo a todos! ¡Os amo y quiero que seáis felices! ¡Rechazado por el mal, atraído por el amor, llevo el mundo entero en mi corazón!”.

Sigue Nijinsky escribiendo en su diario: “Siento las cosas sólo por la carne sin la intervención de la inteligencia. Soy carne y sentimiento. Mis facultades están de tal manera desarrolladas que llego a hacerme comprender por la gente sin siquiera dirigirles la palabra. Las veo moverse e inmediatamente todo se me hace claro. Veo sin mirar, nada más ayudándome con mi sentimiento. Los ciegos comprenderán muy bien si digo que los ojos no son necesarios para percibir las cosas. ¿Qué necesidad tengo de consejos? Fiándome de mi sola intuición estoy seguro de no equivocarme. Los hombres, para mí, son transparentes y los oigo sin que les sea necesario hablarme… Yo no estudié geología, pero poseído por el espíritu de la Tierra, la siento viva”. (El budismo dice que la montaña, el río las hierbas y los árboles, todos los fenómenos, en la iluminación, se convierten en el Buda).

Otro “enfermo” que se entregó en manos de los psiquiatras fue Federico Nietzche, en 1889. De este filósofo se ha dicho: “Nietzche, ateo a fuerza de religión” (Du Bos)… “El escritor era el Anticristo, el hombre era San Francisco de Asís” (Charles Lalo)… “Un cristiano ateo que reinventó la ternura franciscana” (Charles Andler) … En su peregrinaje en busca de lo absoluto, Nietzche llegó a intuiciones que alcanzaban lo super-lúcido. “Percibo físicamente la cercanía de un alma: ¿Qué digo?, no sólo la cercanía sino su fondo, sus entrañas mismas. La olfateo: (Ecce Homo)”. “Ah, amigo mío por momentos digo que me entrego a fondo a una vida muy peligrosa, porque soy una de esas máquinas que pueden estallar. La intensidad de mis sentimientos me hace temblar y reír a la vez.” (Carta a Peter Gast, 1881)… “Un eterno deseo me empuja hacia las cimas /Y mi alma también es un canto de amor…” (Poesías completas. Editions du Seuil)”… “Todo el tiempo he escrito mis obras con mi cuerpo y mi vida entera, yo no sé lo que son los problemas intelectuales. (La voluntad de poder)”… Elie Faure en “Los Constructores”, cuenta que Nietzche a los 25 años, volviendo a ver a sus amigos de Nápoles, habló de fundar un convento laico y que en Génova la gente del pueblo amaba a Nietzche por su dulzura y lo llamaban “El Santo”. “El hombre se comporta notablemente sin quererlo, cuando se acostumbra a no querer nada de los hombres y a darles todo”. (Humano, demasiado humano). “No terminaría nunca de predicar la supresión completa del alcohol a la raza de `espirituales´. El agua basta”. (Ecce Homo)

(tercera parte)

Alejandro Jodorowsky: Antonin Artaud, poeta genial, renovador del teatro, ex surrealista y más surrealista que todos, termina asesinado por los médicos, so pretexto de que está loco. Veamos lo que dijo en el “Pesa-Nervios”: “Ciertamente la inspiración existe. Y hay un punto fosforoso donde la realidad se recupera, pero cambiada, transformada – ¿y en virtud de qué?-, un punto de mágico empleo de las cosas. Y creo en los aerolitos mentales, en cosmogonías individuales”.

¿Locura?

A Pierre Janet que, en “De la angustia al éxtasis”, considera el éxtasis como una manifestación psicasténica, le responde Bergson en “Las dos fuentes de la moral y la religión”: “Hay estados mórbidos que son imitaciones de los estados santos: no por estos son menos santos y los otros menos mórbidos”… Y reconoce, sin embargo, que es difícil hasta para los santos delimitar si un éxtasis es mórbido o iluminatorio. Dice que los santos mismos previenen a sus discípulos contra las alucinaciones.

En fin, ¿qué otra cosa buscan los consumidores de drogas si no es la iluminación? Timothy Leary en su ensayo “La experiencia psicodélica” dice:

“Una experiencia psicodélica es un viaje a nuevos reinos de la conciencia. La extensión y el contenido de la conciencia no tiene límites, pero sus rasgos característicos son LA TRASCENDENCIA DE LOS CONCEPTOS ORALES, DE LAS DIMENSIONES DEL ESPACIO-TIEMPO, DEL EGO O DE LA IDENTIDAD. Tales experiencias tienen por fin el de amplificar la conciencia. Claro que también existen otras diferentes maneras de lograrlo: pérdida de los sentidos, ejercicios de Yoga, meditaciones disciplinadas, éxtasis religiosos, estéticos o espontáneos. Recientemente estos reinos se revelaron accesibles a cada uno de nosotros gracias a la ingestión de drogas psicodélicas como el LSD, la psilocibina, la mescalina oel DMT. ES EVIDENTE QUE LA DROGA NO PRODUCE LA EXPERIENCIA TRASCENDENTAL. Ella es la llave química, ella abre el Espíritu, ella libera el sistema nervioso de sus estructuras ordinarias.”

Como se ve, el rey de la experiencia psicodélica reconoce que el fin de sus prácticas es encontrar la iluminación. Iluminación que la droga no otorga. La droga sólo facilita el camino. Como lo facilita la meditación, la oración y el ayuno.

Yo opino que la meditación, la oración y otras prácticas religiosas no dañan el organismo del hombre que las practica, en tanto que las diferentes drogas lo aniquilan.

El Libro de los muertos tibetano describe así la iluminación, al darle consejos a un hombre en el momento de la muerte:

(Pondré mi nombre en los espacios donde se debe citar el nombre del sujeto que padece la experiencia).

Alexandro: Ha llegado el momento de que busques un nuevo nivel de la realidad. Tu Ego y el juego de Alexandro van a cesar. Vas a encontrarte frente a la Clara Luz. Vas a tener la experiencia de su realidad. Llegarás al estado de liberación del EGO donde todas las cosas son como el cielo, vacío y sin nubes, y donde el intelecto está desnudo e inmaculado como el vacío transparente. En este instante, conócete y permanece en aquel estado.

Alexandro: Lo que se llama muerte del Ego, viene a ti. Recuerda: Ahora es la hora de la muerte y la Resurrección. Usa esta muerte temporaria para alcanzar el estado perfecto, La iluminación. Concéntrate sobre la Unidad de todos Clara Luz. Sírvete de ella para alcanzar la comprensión y el amor. Si no puedes mantenerte en la beatitud de la iluminación y si caes en contacto con el mundo exterior, recuérdate a ti mismo. Las alucinaciones, las visiones y las penetraciones psíquicas interiores te enseñarán mucho lo que eres tú y el mundo. El velo de la percepción cotidiana será destrozado y arrancado de tus ojos. Recuerda la Unidad de todos los seres vivientes. Recuerda la felicidad de la Clara Luz. Déjate guiar por esa luz a través de las visiones de esta experiencia. Déjala que te guíe a través de la nueva vida que vas a tener. Si te sientes conmovido, invoca la memoria de tus amigos y el poder de la persona que más admiras.

Alexandro: Trata de alcanzar la experiencia de la Clara Luz y de permanecer en ella. Recuerda. La luz es la energía de la vida; la llama sin fin de la vida. Un río tumultuoso de colores siempre cambiantes puede venir a tragarse tus visiones. Es la transformación incesante de la energía. El proceso vital. No le temas. Entrégate a él. Alcánzalo. Recuerda también. Más allá de la ola agitada de la electricidad vital se encuentra la última realidad. El vacío. Tu propio conocimiento, no formado en lo que cualquier cosa que posea forma o color, está vacía, natural. La Realidad Final. El Bien entero. La Calma Total. La Luz. Lo irradian. El movimiento es el fuego de la vida de donde venimos todos. Alcánzalo: Forma parte de ti. Más de la Luz de Vida se encuentra el silencio apacible del Vacío. La calma beatitud más allá de todas la transformaciones. La sonrisa de Buda. El Vacío no es Nada. El vacío es comienzo y fin en el mismo. Sin obstáculo, brillante, conmovedor, bienhechor y silencioso. Ése es el estado de la perfecta iluminación. Tu propia conciencia brillante, vacía e inseparable del gran cuerpo irradian no tiene nacimiento ni muerte. Ella es la Luz Inmutable. El conocimiento del comienzo sin forma. Saber esto basta. Reconoce el vacío de tu propia conciencia como estado de Buda. Conserva este conocimiento en ti y te mantendrás en el estado divino de Buda.

***

La experiencia de la Iluminación va más allá del lenguaje oral. Es imposible traducirla en palabras. Precisamente se alcanza cuando el hombre se libera de las palabras. Es por esto que todos los textos que se refieren a ella son casi incomprensibles para los hombres que no han imaginado esta clase de experiencias. Quien no haya meditado, quien no haya pasado varias horas sentado, con la columna vertebral recta, vaciando la mente, tratando de no pensar, de crear el vacío interior, no puede comprender este fragmento de poema de Allen Ginsberg:

“Me ruega ser lo Uno y o lo otro, decir que soy los dos y no ser ni lo uno ni lo otro.
Aquello puede ocuparse de sí mismo sin mí.
Es Doble Sin Respuesta (Aquello no tiene ese nombre)
Aquello vibra sobre mi máquina de escribir eléctrica
Aquello imprime una palabras fragmentaria.
Que es una palabra fragmentaria”

***

En fin, leyendo la historia de las religiones desde el cristianismo, Budismo, Taoísmo, pasando por los éxtasis de los ceviches de los judíos jazidicos y también por el chamanismo y todos los cultos primitivos…

Examinando la filosofía platónica, neo-platónica. el gnosticismo, el romanticismo, el surrealismo, la action-ainting, etc…

Llega uno a darse cuenta que desde siempre, todas las actividades humanas han buscado la ILUMINACIÓN.

¡Es hora de que esa búsqueda se acepte como una aspiración normal! Es hora de que se reúna un grupo de místicos y científicos para codificar una “guía práctica de la iluminación”. Y que la enseñanza de la iluminación se implante desde las escuelas primarias.

¡Pido que se inaugure en la universidades de México un curso obligatorio de meditación budista Zen!

La enseñanza ha sido demasiado “cultural”. Hemos atiborrado a los estudiantes de palabras, fechas y conocimientos imprácticos. El hombre debe alcanzarse. El hombre debe meditar e iluminarse.

En las grandes salas de meditación deben reunirse humildemente ministros, presidentes, obreros y estudiantes. Urge que la raza humana despierte y entre en el único camino que la sacará de la enfermedad social que está padeciendo. Urge que la humanidad MEDITE Y SE ILUMINE.

Nota: Alejandro Jodorowsky nos envía estos artículos de una revista mexicana sin importancia -un pasquin uiversitario- publicado “hace siglos” y que nadie pareció leer. Son tres partes sobre la ILUMINACIÓN.


Carmen Guerrero
planosinfin.com

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.