Salvador Dali representa, de manera contundente, la extravagancia propia del surrealismo. Y por surrealismo no nos referimos solo a la corriente artística, sino a un estilo de vida determinado, que raya entre lo lúdico y lo desquiciado, y que con frecuencia accede a una estética por lo menos intrigante.
Este afán por transgredir las normas de la “realidad”, tan característico en la personalidad del artista español, quedó plasmado no solo obviamente en su obra, también en su hogar. Enclavada en Portlligat, en la Costa Brava del norte de España, yace la que fuera la choza de un pescador y que Dalí fue acondicionando a lo largo de cuatro décadas. Abrazada por un exquisito horizonte marino, la peculiar residencia es una suerte de vitrina que exhibe la mitología personal de sus habitantes (Dalí y Gala), obsesivamente entretejida en base a objetos y estilos de radical extravagancia.
La ubicación de este inusual hábitat dificulta su visita, ya que hay que no tiene cerca destino turístico alguno, así que generalmente los que llegan hasta ahí son verdaderos apasionados de la figura dalisesca. Afortunadamente este breve documental nos permite recorrer la casa y así adentrarnos a la obra más cotidiana de todas las que creó Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech.