Siria denunció en su día que este ataque había sido llevado a cabo por los grupos terroristas. Se ha demostrado ahora que tenía razón.
El gobierno de Bashar al Assad es inocente de aquel crimen que los gobiernos y medios occidentales le imputaron, afirma un antiguo diputado francés del Parlamento Europeo, Michael Pinton, según el sitio Comité Valmy. Él extrae su veredicto de las conclusiones finales de un informe realizado por la Organización para la Protección de las Armas Químicas (OPAQ).
Resultó que esta entidad internacional, que agrupa a la práctica totalidad de los estados del mundo, se ha ocupado de investigar el caso en los pasados dos años. Sus expertos han analizado la naturaleza del gas que mató a tantos inocentes, especialmente por medio de investigaciones sobre los cuerpos de las víctimas. Su conclusión es determinante: “La composición de aquel gas es diferente a la que se encuentra en los stocks del Ejército sirio”.
El informe no se detiene en este punto, indica este antiguo secretario general del partido francés Unión por la Democracia Francesa (UDF). El documento menciona las armas químicas que el coronel Gadafi había fabricado y tenía almacenadas en depósitos situados en el desierto libio.
Una parte importante de ese stock fue vendido, después de su muerte, a los “grupos anti-Assad” y fue transportado en barco hacia puertos turcos y luego encaminado hacia los feudos rebeldes en Siria. La composición del sarin libio es la misma que la del sarin arrojado en la Guta Oriental.
En el sitio oficial de la OPAQ no se ha publicado el informe al que se refiere Pinton. En los informes anuales de esta agencia se hace referencia a las acusaciones anteriores sobre ataques químicos, pero el que tuvo lugar en la Guta Oriental es totalmente ignorado. Esa ausencia no puede sino crear sospechas.
Para el diputado europeo, los dirigentes occidentales se encuentran en una posición moralmente insostenible. “Si en verdad la utilización de las armas químicas constituye un crimen contra la humanidad y si en realidad los responsables de la utilización de las mismas cruzaron la línea roja del castigo, como dijo en su día Obama, ¿a qué esperan los dirigentes occidentales entonces para castigar a los rebeldes sirios? ¿Acaso su responsabilidad de atacar a una población que estaba bajo su control no se agrava teniendo en cuenta su cínico objetivo de arrastrarnos a todos a una guerra en su beneficio?”, señaló.
Estaba claro para todos los que han seguido este tema de cerca que el momento de la masacre fue cuidadosamente elegido, ya que coincidió con la llegada de una comisión de la ONU encargada de investigar anteriores ataques químicos, de los que el gobierno sirio acusó a los rebeldes.
La campaña de demonización del gobierno sirio lanzada por los medios y políticos occidentales no buscaba investigar esta masacre sino justificar una intervención militar occidental en Siria.
Hay que señalar que un crimen horrible de este tipo no habría podido ser cometido por los rebeldes sirios sin la luz verde de sus patrocinadores regionales e internacionales.
Esta conclusión se ve corroborada por el silencio de los dirigentes occidentales frente a las recientes conclusiones de la OPAQ y por la no publicación de este último informe de la organización sobre el ataque químico en la Guta Oriental.