Boris Miranda BBC Mundo (@ivanbor)
«Bolivia cambia, Evo cumple», es el principal lema del gobierno de Morales, quien ya lleva 10 años en el poder.
Puede gustar o no, pero ciertamente muchas cosas cambiaron en aquel país en la década que el dirigente sindicalista cocalero lleva como presidente.
Cambios que seguramente serán evaluados este domingo por los bolivianos, que acudirán a las urnas para decidir si habilitan al mandatario para un cuarto periodo gubernamental en un referendo.
En caso de ganar en esta consulta, Morales podría llegar a gobernar hasta 2025 siempre y cuando consiga la victoria en las elecciones presidenciales de 2019.
BBC Mundo te presenta 10 aspectos en los que, para bien o para mal, Bolivia cambió entre 2006 y 2016.
1. La inclusión
Hoy Bolivia es un país gobernado por un partido compuesto por organizaciones sindicales y centrales agrarias indígenas y campesinas.
Hace 10 años que el canciller es un pensador aymara y en la Asamblea Legislativa las corbatas son menos que los ponchos originarios.
Los gobiernos anteriores a Morales tenían un ministerio llamado «de Asuntos Campesinos» y los miembros del gabinete eran en su mayoría representantes de élites empresariales y políticas.
La Constitución de Bolivia que impulsó su presidente reconoce los «usos y constumbres de los pueblos» para la elección de diputados y la administración de la justicia.
La wiphala, el emblema multicolor de los pueblos precolombinos de los Andes, flamea en el Palacio de Gobierno de La Paz al lado de la bandera de aquella nación.
Y los retratos de Túpac Katari y Bartolina Sisa, los líderes de la resistencia indígena durante la colonia, están a la par de los de los libertadores Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.
El vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, explica que para garantizár que «nunca más habrá una Bolivia sin los pueblos indígenas» ellos deben participar «en la gestión de los asuntos públicos y en el ejercicio del poder».
2. La corrupción
Viejas prácticas con nuevos protagonistas y cantidades más grandes de dinero en juego.
Así explica el columnista de medios boliviano Ilya Fortún a los presuntos malos manejos e irregularidades que se denunciaron en Bolivia en los últimos años.
A principios del año pasado se conoció de un caso que involucró a dirigentes de las principales organizaciones campesinas en indígenas que son parte del oficialismo.
El caso conocido como «Fondo Indígena» provocó la detención de una exministra, dirigentes y congresistas del partido de Evo Morales.
Fue la primera vez que un grupo numeroso de representantes de los sindicatos rurales oficialistas se vio envuelto en un escándalo de presunta corrupción.
Hasta entonces, el presidente boliviano acostumbraba decir que los pueblos indígenas eran «la reserva moral de la humanidad» y aseguraba que sus dirigentes eran «incorruptibles».
En las últimas semanas, una denuncia alcanzó por primera vez a Morales, quien nunca antes fue relacionado con alguna irregularidad.
Periodistas bolivianos denunciaron que Gabriela Zapata, exnovia del mandatario, se benefició por un supuesto tráfico de influencias con el que la emrpesa china para la que trabajaba logró contratos con el estado de cientos de millones de dólares.
El caso recién se encuentra en etapa de investigación, pero desde la denuncia que se realizó fue el tema dominante en las tres semanas previas al referendo de hoy.
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Análisis: Ilya Fortún, analista político y columnista
El cambio más significativo en términos de corrupción entre este gobierno y los anteriores tiene que ver con la magnitud de las estafas.
Las cantidades de fondos públicos que ha tenido disponible el gobierno de Evo Morales no tienen parangón en la historia económica del país, y los desfalcos han sido proporcionales.
La certeza política que la gente del partido oficialista tenía en cuanto a su permanencia en el poder durante muchas décadas, hizo que actuaran de manera muchas veces imprudente.
Muchos de los casos de corrupción, entre ellos el del Fondo Indígena, fueron perpetrados de manera grosera, con la idea de que en el fondo esos dineros públicos les pertenecían.
Hasta hace pocas semanas, una de las principales diferencias con gobiernos anteriores era que la corrupción no se había ejercido desde la presidencia.
El destape del caso Zapata y las erráticas e inconsistentes explicaciones del ejecutivo y del propio presidente, han puesto en sería duda esa percepción.
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3. La estabilidad social y política
Entre 2001 y 2005 Bolivia tuvo cinco presidentes.
La conflictividad política despachaba mandatarios y asfixiaba ciudades.
Sólo en octubre de 2003, La Paz se quedó sin gasolina y la escasez de alimentos provocó especulación y caos debido al «cerco» campesino que reclamaba la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, el presidente en aquel entonces.
Su sucesor, Carlos Mesa, apenas «aguantó» año y medio en el cargo y también tuvo que irse debido a las protestas en las calles.
El mandato de ambos debía llegar hasta 2007, pero las renuncias consecutivas obligaron a adelantar los comicios en 2005.
Así fue como, el 18 de diciembre de 2005, Evo Morales se impuso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales con el 54% de votos a su favor.
El mandatario asumió en 2006 y desde entonces atravesó conflictos políticos muy serios, sin embargo estuvo muy lejos de ser expulsado del Palacio de Gobierno como sus predecesores.
Sus mayores adversarios políticos se atrincheraron en las regiones ricas de Bolivia y desde ahí ensayaron resistencia al oficialismo, sin embargo la radicalidad de los primeros años se diluyó con el tiempo y Morales logró sus objetivos de cambiar la Constitución de Bolivia y «refundar el Estado».
La estabilidad social durante este periodo ha sido uno de los principales argumentos del oficialismo boliviano en la campaña previa al referendo de este domingo.
4. Los medios de comunicación y la libertad de expresión
«Los medios de comunicación son mi principal oposición».
La frase la repite Evo Morales constantemente y es innegable que su relación con el periodismo ha sido áspera en esta década.
La relación se deterioró a tal punto que algunos periodistas se plegaron a las campañas en contra del mandatario en el referendo de este domingo alegando que se vulnera la libertad de expresión en Bolivia.
A pesar de ello, el gobierno siempre ha negado que exista persecución al periodismo y pone como prueba las denuncias y publicaciones contra Morales que se han hecho en todos estos años.
Aunque no existen periodistas en las cárceles, estudios como los de la boliviana Fundación UNIR revelan la existencia de «autocensura» en el gremio periodístico para temas que pueden afectar al gobierno.
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Análisis: Raúl Peñaranda, periodista. Editor general de la Agencia de Noticias Fídes
El Gobierno ha logrado controlar a la mayoría de los medios en Bolivia mediante compras de empresas por parte de empresarios amigos u ofreciendo enormes contratos de publicidad estatal a los que acepten cambiar su línea informativa y ser proclives al oficialismo.
Aparte de ello han habido ataques verbales contra periodistas determinados.
Eso ha hecho que, como dijo el propio presidente Evo Morales, entre el 80 y 90% de los medios pueda considerarse a favor del gobierno.
Así es cómo el gobierno controla a los medios.
Ello se demuestra en que en las últimas tres semanas, las entrevistas de TV que se han realizado al presidente y vicepresidente con miras al referendum han sido vergonzosas.
De las que he visto, no ha habido ninguna entrevista propiamente periodística, excepto la que hizo una exMiss Bolivia, que trabaja en la red privada Unitel.
Las demás eran piezas de publicidad pasadas como periodismo. O sea que una modelo sacó la cara por el gremio.
Nunca en nuestra historia democrática habíamos tenido un periodismo tan débil. Los medios propiamente independientes son solo un puñado y las autoridades no les conceden entrevistas.
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5. Crecimiento económico
«El milagro boliviano».
Así bautizaron algunos medios especializados en economía y finanzas al crecimiento sostenido de la economía boliviana y la multiplicación de sus reservas internacionales en esta década.
«De nada hubiera servido que los precios estén altos, si no hubiese sido por la decisión del presidente de nacionalizar los hidrocarburos. A partir de la nacionalización, como punto importantísimo de partida, y de la aplicación de un nuevo modelo económico en el país, se han tenido todos los resultados que Bolivia hoy está mostrando al mundo», explica el ministro de Economía boliviano, Luis Arce Catacora, quien es uno de los llamados autores del «milagro» y que se mantiene inamovible en su cargo desde el primer día de la gestión de Morales.
Su despacho destaca que la «política redistributiva de la riqueza permitió al país mejorar la calidad de vida de sus habitantes, disminuyendo las desigualdades».
En 2006, las reservas internacionales de Bolivia alcanzaban los US$3.000 millones, cifra que llegó a US$15.000 millones en esta década.
En octubre de 2015, la agencia internacional Moody’s Investors resaltó las altas tasas de crecimiento y de inversión de Bolivia en relación a sus países vecinos, la baja vulnerabilidad externa debido a sus reservas internacionales y la deuda moderada de Bolivia, por lo que decidió confirmar la calificación de riesgo del país «Ba3» con «perspectiva estable».
6. Agenda ambiental
Un tema que todavía despierta un importante debate en Bolivia es el referido a la agenda ambiental.
En cierto momento de su gestión, Evo Morales quiso convertirse en referente mundial de la lucha ambiental, sin embargo los planteamientos de Bolivia no fueron recibidas en las cumbres sobre cambio climático entre 2009 y 2015.
Además, el discurso del mandatario boliviano fue interpelado en su país debido a los proyectos mineros e hidrocarburíferos que allí se realizan.
El Centro de Documentación e Información Bolivia señala que, por ejemplo, en esta década se ampliaron las áreas petroleras constantemente. En tan sólo siete años, de 2005 a 2012, se incrementaron de 11 a 98 las áreas reservadas a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos llegando esto a representar aproximadamente un tercio de la superficie total de aquel país.
Estos proyectos extractivos, advierte el CEDIB, se hace sin considerar los territorios originarios de poblaciones indígenas y las áreas forestales protegidas.
7. Las grandes obras
La Paz, la sede del poder político de Bolivia, ahora tiene en su horizonte cabinas que viajan de un extremo a otro de la ciudad.
El teleférico paceño no sólo es un objeto de consumo turístico como en otras capitales latinoamericanas. A partir de una inversión multimillonaria, es parte del servicio de transporte público de aquel país.
En la región cocalera del Chapare, donde Morales empezó su carrera política, mientras tanto, la gigante surcoreana Samsung ultima los detalles de su planta procesadora de amoniaco y úrea después de adjudicarse el proyecto de US$800 millones.
Hyundai, otra marca conocida de Corea Del sur, por su parte hace fila interesada en levantar plantas hidroeléctricas, según reconoció el propio embajador surcoreano en La Paz.
Tres días antes del referendo, el presidente del emporio energético ruso Gazprom estuvo en Bolvia para alcanzar convenios sobre exploración gasífera, capacitación, transferencia de tecnología y la construcción de un centro de investigaciones para el cambio de matriz energética de diésel a gas natural licuado.
«Bolivia tiene que convertirse en el centro energético de América Latina», vaticinó el empresario.
Antes de la llegada de Morales a la presidencia, difícilmente estos ambiciosos proyectos se habrían llevado a cabo en Bolivia. Basta comparar la inversión pública antes y después de la década de Morales.
El mandatario boliviano apuntó a finales del año pasado que en 2005 la inversión para toda Bolivia era de US$600 millones, mientras que la cifra alcanzó los US$7.200 millones en 2015 y crecerá a US$8.200 millones en este año.
8. La justicia
El propio gobierno de Bolivia reconoce que uno de los aspectos que no han cambiado para bien fue la justicia.
Con la implementación de su nueva Constitución, los bolivianos eligieron por voto popular en 2011 a las máximas autoridades judiciales. Aquella fue una experiencia inédita en Latinoamérica.
Casi cinco años después, el vicepresidente, Álvaro García Linera, admitió que el experimento falló y que la justicia en Bolivia «apesta».
«La justicia en Bolivia está podrida. Si tiene dinero, le va bien; si tiene tiempo, le va bien; si tiene amigos, le va bien. Lo que prima por encima de la verdad son los amigos, el dinero y la presión, es una vergüenza», describió García Linera al sistema judicial boliviano en una entrevista con radio Fídes.
9. Salud y Educación
En 2008, la Unesco declaró a Bolivia como un país libre de analfabetismo.
Desde 2014, embarazadas, menores de dos años, adultos mayores y personas con discapacidad tienen un seguro gratuito de salud y bonos especiales.
Además, con la ayuda de médicos cubanos, se realizaron 650.000 curaciones gratuitas y operaciones de la vista.
La deserción escolar bajó al 1,5% en la última década y desde 2006 los alumnos de los 12 grados de la etapa educativa en Bolivia reciben un bono de incentivo.
En 2005, la tasa de deserción escolar en el nivel secundario llegaba al 11%. El último registro del Ministerio de Educación, de 2014, indica que ese índice bajó al 2,5%.
También se creó el «bono a la excelencia», que premia a los mejores graduados del nivel secundario.
La inmensa mayoría de los beneficiarios de estos programas de educación y salud han sido los sectores campesinos, indígenas y de escaso poder adquisitivo en las ciudades.
Si bien en Bolivia las brechas entre la educación estatal y privada todavía existen, así como serios problemas en el sistema de salud público, las cifras señalan notables mejoras alcanzadas entre 2006 y 2016.
10. Los privilegios a las Fuerzas Armadas
Hace un mes, el presidente Evo Morales pidió hoy a las Fuerzas Armadas hacerse cargo de las empresas públicas del Estado boliviano.
«Las empresas públicas que tenemos y las nuevas empresas públicas deben estar a cargo de nuestras Fuerzas Armadas; va a seguir habiendo nuevas empresas públicas.La tarea de la policía es dar seguridad al pueblo boliviano y las empresas públicas del Estado a cargo de nuestras Fuerzas Armadas», afirmó ante sus comandantes militares aquella vez.
Fue la última de una larga cadena de concesiones durante esta década.
Los militares se han visto beneficiados en estos años con cargos en el servicio diplomático boliviano, direcciones de entidades públicas, contratos con el Estado para construcción de carreteras y numerosos incrementos en el presupuesto, dotaciones de terrenos y equipamiento.
La estatal Boliviana de Aviación está manejada por un ex militar, Roland Casso, y la Agencia para el Desarrollo de las Macroregiones y Zonas Fronterizas la dirige el excomandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Edwin de la Fuente.
Evo Morales, cuando empezó su gestión, prometió «refundar Bolivia» y no quedan dudas que en esta década ese país ha cambiado tanto en aspectos positivos como en asuntos cuestionables.
Este domingo los bolivianos decidirán si le dan la posibilidad de que gobierne una década más.
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